Sin desechar su cultura transgreden sus reglas Beduinas, indígenas del desierto del Néguev, luchan por sus derechos como pueblo y como mujeres ? Impone Israel asentamientos urbanos a beduinos nómadas Sylvia Marcos
Si yo aceptaba esta invitación a Israel, era para conocer a las beduinas. ¿Podría entablar una conversación con ellas? ¿Que descubriría de sus vidas? Y ¿como se podrían relacionar sus vidas con la mía o con las experiencias de las indígenas? Me interesaba participar para conocer a esas mujeres. Quería descubrir sus propuestas para una sociedad más justa, sus estrategias y sus limitaciones como mujeres ante una sociedad tribal patriarcal.
Pero Kamala quiere explicarme algo más. 舠Las mujeres son muy respetadas en el Corán舡 me dice, 舠pero舡, añade, 舠al Corán hay que leerlo en profundidad. No hay que leer sólo las palabras舡. En ese momento le explico que en mi mundo también las mujeres re-interpretan la Biblia o la Torah, y aun los textos Mesoamericanos antiguos. Me quedo con muchas ganas de seguir intercambiando ideas, ya que su esfuerzo se parece al de todas las mujeres que revisamos nuestras tradiciones religiosas y nuestros textos sagrados, como lo hace la hermenéutica bíblica feminista. Tenemos que re-interpretarlos y hasta re-crearlos a profundidad, 舠no leer sólo las palabras舡, como Kamala lo dijo. Es lo que hacen Elsa Tamez, Ivone Gevara, Judith Plaskow, entre otras. Siento que ni este pueblo en el desierto de Israel ni las Beduinas están tan distantes ni son tan diferentes de todas las mujeres que queremos un mundo mas justo para nosotras. Una visita a la tribu Elokbi La hija mayor del Sheik (jefe) de la tribu Elokbi me dijo: 舠Hay elokbi en Jordania, en Jerusalén y hasta en Egipto舡. Se sentía en sus palabras que para ellas/os la identidad primaria está basada en la pertenencia tribal. Son además estrictamente endogámicos: sólo se casan con personas de la misma tribu.
Cuando llegamos a la casa-tienda del Sheik Said en Elokbi, nos acomodaron a todas y todos para la ceremonia del té. Empezó la presentación de su situación por tres varones. Uno más iba y venía con las tazas del te, café y refrescos. Las mujeres, confinadas a la parte posterior de la casa, estaban invisibles. Yo sabía que deberían estar atrás resguardadas de las miradas masculinas. Y pensé que, como mujer, yo podía acceder a lo que los hombres que nos acompañaban no podían. Entré a la cocina y las encontré. Poco a poco empezamos una conversación de mujer a mujer con la esposa, a la cual se juntó pronto un torbellino de niños. El Sheik tiene una única mujer. Los elokbi no creen en la poligamia. Entre su inglés y el mío logré deducir que había ido a la escuela, que la televisión la tiene al día, que las aceitunas verdes de un arbolito al fondo del patio, se llaman 舠zaituna舡 y que ella tiene la conciencia de pertenecer no sólo a Elokbi, sino también ser descendiente del gran Al-andaluz. ¡Nada de aislamiento del gran mundo! Seguramente la TV Al- Jazeera juega un papel importante en sus vidas. Los rebaños de camellos, chivos y corderos estaban allá, al fondo. Cuando volví a la casa, reanudé la conversación con la hija mayor acompañada por una de sus hermanas. Hablaba un inglés fluido, había ido a la universidad y a sus 28 años ya tenía dos hijas y un hijo. Muy simpática y dicharachera, me habló de Salma Hayek mexicana de origen libanés y se le sentía un interés particular en el mundo amplio más allá de los confines en que vive. Nos invitó a volver solos Jean y yo, no con todo un grupo. Me aseguró, 舠yo, como mujer, no debo hablar con hombres de mi tribu o palestinos, pero tengo toda la libertad de hablar con los hombres israelíes y con los extranjeros舡. Me quedé pensando en las negociaciones culturales que se flexibilizan gradualmente para las mujeres. Permanece la prohibición de interacción entre varones y mujeres cuando son del mismo origen, no así en el otro universo cultural done las normas y los roles son distintos. Al salir me regaló 舠marmarille舡, una salvia que habíamos tomado en el té delicioso y que crece casi salvaje en esas tierras desérticas. Antes de despedirme, le pedí permiso al Sheik de presentarle mi esposo a su mujer e hijas, a lo que accedió medio apenado y medio forzado. Jean les extendió la mano y todas lo saludaron. El librito 舠Esperando la Justicia舡 que me regalaron sobre su situación como tribu, me causó un sinfín de inspecciones y revisiones embromosas, cuestionamientos eternos a la salida del país. ¿Quien me lo dio, por qué? ¿Lee usted hebreo, árabe? Fui interrogada insistentemente para saber como lo había conseguido. La casa de Ismael en el desierto
Los tan 舠mexicanos舡 nopales que cercan a los camellos nos recuerdan su suculencia. Pero los beduinos no los comen ni saben prepararlos. Cortamos unos y tratamos de quitarles las espinas. La abuela nos observa con desconfianza... se pone tan nerviosa que nos insta a parar inmediatamente (a través de la traducción de su nuera). Son espinosos y nos podemos dañar o los niños pueden pisar alguna espina caída al suelo. Todo mundo nos observa con aprehensión. Pido un cuchillo y terminamos la tarea. Queremos prepararles unos nopales a la mexicana. El nopal, que ellos llaman 舠saber舡, es una cactácea que se da muy bien en el desierto y que es desaprovechada en sus cualidades curativas y nutritivas. Terminamos explicando el valor del nopal, bueno para la diabetes, sabroso y barato. Ante nuestra insistencia, ceden y nos preguntan que necesitamos para prepararlos. En la cocina los rebano con cebolla y orégano. Al final toda la familia extendida los quiere probar y los encuentran deliciosos. La nuera me dice que quiere más recetas para hacerlos. Al salir me dice al oído 舠Pero por favor, Sylvia, diles que para la limpieza de las espinas debe cooperar el hombre舡. Pequeña suplica que expresa la carga de toda tarea doméstica en las mujeres. Ismael Abu-Saad es beduino y vive como tal. Dirige el Centro de Estudios Beduinos en la Universidad Ben Gurion en Beer Sheva. Es un destacado intelectual que se pregunta como poder planear una educación que sea adecuada para el modo de vida beduino sin hebraizarlo. El Congreso sobre Educación de Pueblos Indígenas
Noeline me impresionó mucho. Había sido recluida a la fuerza desde niña en un internado para indígenas y había hecho el viaje espiritual de retorno a sus propios valores y cultura. Su abuela era su maestra y guía. Se sorprendía enormemente del papel secundario asignado a las mujeres beduinas. Sus referencias eran diferentes. Pero cuando descubría las estrategias del estado de Israel para marginar y someter a los beduinos, encontraba que las estrategias de Canadá, para someter y expropiar a los dene, son totalmente semejantes. Eso es lo que hermanaba como 舠indígenas舡 a los dene y los Beduinos. Noeline me confesó que deseaba intensamente ir a Jerusalén, porque era para ella 舠el lugar舡 (de Dios). Yo la miraba incrédula, y le pregunté si quizás se sentía así por el cristianismo absorbido en el internado. Nos miramos en silencio y la respuesta quedó en el aire. Oriunda de Australia, y aborigen, Marcia Langton dictó cátedra sobre la biodiversidad y los saberes indígenas en Australia y Asia. Marcia es una mujer descomunal. Al mismo tiempo aborigen e intelectual refinada. El reporte que elaboró y leyó sobre la biodiversidad fue publicado por las Naciones Unidas. Una mirada fuerte y dura revelaba, a veces, sus orígenes, y también su cuerpo sólido, aunque pasaría perfectamente, en otros momentos, como una australiana más. Esta mujer reclamaba para sí los parentescos rituales de su tribu maori, y al mismo tiempo tenía un 舠hijo tribal舡 antropólogo, de origen judío, íntimo amigo del hijo de Enrique Semo (intelectual mexicano). En la universidad Ben Gurión las estudiantes beduinas son más numerosas que los estudiantes beduinos varones. Por parte de estas beduinas hubo varias presentaciones impresionantes. Sarab Abu-Rabia-Quedar hizo una ponencia estructurada a la manera académica más exigente. Su sofisticación intelectual era evidente. Al platicar personalmente con ella, descubrí que no sólo había logrado escapar a la reclusión y terminaba su doctorado en la Universidad, sino que se había casado con un beduino de diferente tribu. Para ellos, con su fuerte endogamia esta era una transgresión inmensa. 舠Estuvimos dos años luchando para podernos casar舡 me confesó. Mientras Sarab hablaba, yo observaba a un grupo de mujeres con saco al piso y cabeza envuelta. Ellas se inquietaban y cuchicheaban. Muchas dejaron el auditorio descontentas. Sin duda estos avances de mujeres como Sarab tienen su peor enemigo en las mujeres que se resignan al sometimiento. No es ninguna novedad. En todos los ambientes feministas las primeras atrevidas y transgresoras, son criticadas especialmente por otras mujeres que aceptan el yugo con resignación. Nada mas hay que recordar que aquí en México, en los setentas y la reunión del Año Internacional de la Mujer en 1975, el más doloroso rechazo lo recibíamos de otras mujeres a las que queríamos alivianar. |