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Obituario   - NUEVO -

P O L I T I C A
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México D.F. Domingo 27 de junio de 2004

Néstor de Buen

El voto de los mexicanos en el extranjero

Lo admito. Yo tendría que escribir sobre la famosa marcha de este domingo. Pero, simplemente, no me da la gana. Por supuesto que considero que se trata de un acto político que aprovecha una coyuntura. Pero huele a reacción. La famosa exigencia de que los "marchantes" vayan vestiditos de blanco o de negro ya es una condición burguesa. Los trabajadores marchan vestidos como hombres, no como santos terráqueos. Aunque es absolutamente claro que esa no será una marcha de los trabajadores.

Me interesa más el otro tema: la posibilidad, ofrecida por el presidente Vicente Fox, de que los mexicanos residentes en el extranjero puedan ejercer el derecho de voto. Estoy, por supuesto, de acuerdo. Pero me siento obligado a decir algunas cosas.

La alternativa de que un ciudadano vote fuera de su circunscripción existe actualmente. Se limita por la contingencia de que en el lugar en que se ejerza el voto no alcancen las boletas. Pero ese voto, como es natural, sólo podrá hacerse valer respecto del candidato a la Presidencia de la República. El foráneo no tiene derecho a elegir a los locales.

No tendría ningún sentido que nuestros valerosos emigrantes, que se juegan la vida -y a veces la pierden- para poder sobrevivir económicamente, voten por la elección de un presidente municipal, o un diputado, o un senador, o un gobernador, finalmente. Hay, en primer término, la presunción del desarraigo, de manera que los candidatos que pudieran aparecer en las boletas no significaran nada para quienes decidieron que su destino era otro. Y como consecuencia, el voto atendería, en esos casos, a una valoración normalmente insuficiente de las candidaturas. Porque, a fin de cuentas, el resultado no afectará al elector residente fuera de nuestro territorio.

El voto por el candidato presidencial tendría mayor sentido. No hace falta estar domiciliado en cualquier parte para poder exigir que el país sea gobernado, en su conjunto, por alguien de quien se asume tiene la capacidad de hacerlo y que, además, con su actuación puede influir en la condición de los mexicanos que viven fuera del país. El presidente Fox ha hecho, obviamente sin resultados por ahora, algunos esfuerzos para que nuestros emigrantes sean considerados de mejor manera y no queden expuestos a los riesgos que supone su paso al otro lado. La relación entre esos mexicanos, que viven en la angustia de la ilegalidad, y un esfuerzo presidencial en su favor, es evidente. Se justifica que esos mexicanos voten por un candidato presidencial.

El problema es cómo hacerlo. He leído algunas interesantes colaboraciones en los medios en las que se propone la instalación de casillas en lugares adecuados en las ciudades que hayan acogido emigrantes mexicanos o que la votación se lleve a cabo en los consulados. Pero también se ha dicho, con razón, que no se podrían hacer campañas adecuadas por el riesgo de violar las leyes del país de residencia, o que sería imposible permitir las colas inmensas ante los consulados permanentes o efímeros que difícilmente se tolerarían en Estados Unidos.

La única alternativa sería, como hacen en otros países, entre ellos España, el voto por correo. Los ciudadanos mexicanos registrados como electores (requisito indispensable) recibirían una carta con el nombre de los candidatos para cruzar el del favorito y un sobre que lleva implícito el costo de su renvío. Se fijan fechas límites determinadas por el momento de entregar en el correo el sobre respectivo y aunque sean votos tardíos, su recuento será obligatorio.

Pero el problema me parece que es otro. El presidente Fox, después de lanzar la idea, que por supuesto no es nueva, compareció en tres ciudades de Estados Unidos hace unos días, en su reciente gira, y para mí que lo que hizo fue, simple y sencillamente, iniciar la campaña presidencial de su esposa. Y ese sería el propósito de su propuesta: lograr una cuantiosa aportación de votos de una población lejana, ajena ya a nuestros problemas cotidianos y fácilmente influible por la imagen del Presidente. Esa población de fuera no se integra en las encuestas que hoy colocan con razón a Andrés Manuel López Obrador en un lugar de excepción como precandidato. Pero sin duda que unos cuantos millones de esos votos no serían nada despreciables.

De hecho Vicente Fox habría iniciado la campaña en favor de Marta Sahagún. ƑEstá legitimado para hacerlo? En mi concepto rotundamente no. Su función es otra y hay demasiados problemas en el país como para que el titular del Poder Ejecutivo federal entretenga sus ocios con campañas encubiertas y mucho menos en el extranjero.

Claro que tampoco se vale que el Ejecutivo promueva, en lo oscurito, marchas burguesas que evidentemente están dirigidas no contra la inseguridad, sino contra la candidatura visible de Andrés Manuel López Obrador. Pero eso ya se ha dicho, aunque no esté de más repetirlo.

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