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México D.F. Martes 22 de junio de 2004

Elena Poniatowska

La escuela activa, libro de Enrique Vázquez Herrera

Fundada en 1963 por Enrique Vázquez Herrera y la profesora y pedagoga Violeta Selem, la Escuela Activa estimula el aprendizaje del alumno a partir de sus propios intereses. Esta escuela toma su nombre de Adolfo Ferriere, autor de La Escuela Activa que ve la luz en Europa en 1920.

El libro de Enrique Vázquez Herrera, La Escuela Activa, ensalza la labor de una pequeña escuela (que no ha querido crecer para no desvirtuarse) al oriente de nuestra ciudad guiada por él y por la cálida, la sensible, la inolvidable maestra Violeta Selem que además tiene el secreto de la eterna juventud, porque al igual que Julio Cortázar, en vez de envejecer, rejuvenece cada año.

Muchos han sido los intentos por desarrollar un sistema educativo que arroje buenos resultados en nuestro país. Lograrlo a través del mundo ha sido el trabajo milenario de educadores de la envergadura de Freire, Pestalozzi, Montessori y Freinet, entre otros. Desde los años 70 y 80 hemos visto fracasar a varios sistemas educativos que no encontraron un equilibrio entre la responsabilidad y la libertad como fue el caso de Summerhill, en Inglaterra.

La educación es un proceso interminable que va del nacimiento, la niñez, la adolescencia, la madurez hasta la senectud. En el desarrollo de un pensamiento inteligente desde la más corta edad ayudan la alegría y el sentido del humor, la risa, la buena voluntad o historias como la que cuenta Esteban Piazza, alumno de tercer grado de la Escuela Activa.

''Suena el teléfono a las 4 de la madrugada. Luis Miguel descuelga el aparato absolutamente dormido. Del auricular sale una voz ronca que se entiende con dificultad:

-Ho... la... Ya... sé...ha...blar.

-¡Yo también sé hablar y no me dedico a molestar a la gente a altas horas...!

-pe... ro... yo... soy... u... na... va... ca."

O la de Luis E. Godoy, de sexto grado:

''Llega un niño a su casa y dice:

-Mamá, en la escuela me dicen mafioso.

Y la mamá le dice:

-Mañana arreglo eso con la maestra.

Y el niño dice:

--Pero que parezca un accidente."

La Escuela Activa da al niño la libertad de desarrollar su capacidad creativa en espacios abiertos para que pueda moverse a su antojo. Dentro de la clase los niños van y vienen. La acción es vida. Ningún maestro amarra a niño alguno a su escritorio. Nada lo constriñe.

Nos dice Daniel Coss, de segundo grado, en su texto ''Así soy":

''Yo soy travieso, platicón, juguetón. También soy pedidor, comprador, comelón, dibujador. Veo televisión, me gustan los deportes, soy sentimental, dormilón, me gusta columpiarme, atrevido, me gusta ir al cine, me gusta ver juguetes y soy trabajador."

La educación aristotélica mantuvo una relación unidireccional (maestro-alumno) y ningún niño podía abandonar su pupitre. El maestro hablaba, el alumno escuchaba pero ante las nuevas demandas de la sociedad, es indispensable la participación activa, la discusión y la confrontación. La Escuela Activa no sólo intenta abolir el rancio sistema de ''Yo hablo, tú callas, yo enseño, tú memorizas", sino que renueva la relación maestro-alumno con actitudes distintas y más creativas ante la autoridad y ante la vida. Los niños aprenden a respetar a sus mayores, pero también a cuestionarlos y a respetarse a sí mismos. Dentro de las aulas el ambiente es de alegría, porque los niños dan la clase con el maestro, lo tutean, lo abrazan, le hacen bromas, lo consideran su amigo, participan, interrumpen, le tienen confianza, tanta que el director Enrique Vázquez Herrera cuenta que una niña de cinco años entró hace unos días a la llamada dirección que es en realidad una puerta abierta a la calle y a la vida, y le informó: ''Enrique, acabo de darme un chingadazo en la rodilla. Cúrame".

Con razón en esa escuela los acuerdos se toman por mayoría de votos. Maestros y alumnos tienen igualdad de voto.

Si la escuela no perjudica al niño en sus intereses, si no lo maltrata, no lo humilla, no lo desacredita y toma en cuenta sus opiniones, el tiempo dedicado al estudio no sólo dará frutos de oro sino confianza, seguridad en sí mismo, facilidad para exponer las propias ideas, salud mental para toda la vida.

El niño no es un adulto chiquito sino un ser que se abre al mundo y lo inaugura. La personalidad del niño y su determinación se gestan en la medida en que adquiere conciencia de que él también tiene responsabilidades. Un niño que no tiene una sola obligación dentro de la comunidad en la que vive, ya sea su familia o su escuela, es un niño a la deriva.

Actualmente el mundo atrozmente competitivo en el que vivimos empuja a los niños a ser rivales. Sólo si destacan por encima de sus compañeros llegarán a ser personas exitosas. La Escuela Activa no está en contra de la excelencia, al contrario, pero le preocupa la presión social ejercida en las aulas escolares, ya que en muchas ocasiones los niños que compiten entre sí se convierten en adversarios.

En San Andrés Tuxtla lo primero que hizo el maestro por excelencia Patricio Redondo al descender del barco que lo traía de España, a raíz de la Guerra Civil perdida en 1939, fue enseñar la primaria debajo de un árbol porque no tenía escuela. Sentados sobre el pasto sus alumnos aprendieron a escribir y luego en una imprenta escolar a imprimir sus propios pensamientos. Un pequeñito escribió: ''Mi mamá se enfermó, se la llevaron al hospital, estuvo como mil días". ¿Qué mejor manera de significar la tragedia de la enfermedad y la ausencia de la madre? La de Patricio Redondo fue también una Escuela Activa y él supo desde el primer momento que era imposible saturar al alumno de reglas y definiciones que sólo acabarían por enfadarlo. Acercó a los niños (que lo querían entrañablemente) a la naturaleza, a los animales, a las grandes hojas de tabaco con los que se hacían los puros de San Andrés y sobre todo y ante todo les enseñó a todos, grandes y chicos a creer en sí mismos y a manifestarse. Encontrar una forma de expresión propia es el primer paso hacia la creatividad y la libertad. Cada quien dice lo que piensa en su propio lenguaje.

En la Escuela Activa de Violeta y de Enrique se fomenta ese mismo amor a la vida y a los libros:

''Así soy -dice Mariana de Botton de segundo grado-. Yo tengo mucho sentimiento, amor, felicidad, bondad y mi sueño es que yo sea curadora del amor. También soy muy amorosa, y me gusta ayudar a las personas, soy lista y me gusta del salón Brayan yo soy muy feliz, trabajadora, amistosa y simpática. Yo me siento muy feliz de estar aquí."

Algunas madres de familia cuentan que a las seis de la mañana su hijo o hija ya está preguntando a qué horas van a salir a la escuela, porque quiere estar en su salón de clase. Cuando los recogen, la mayoría de los niños no quieren irse. El entusiasmo prosigue en la casa y llegan a apasionarse a tal grado por ciertos temas que despiertan su curiosidad que siguen investigando en su hogar, ya que el tiempo de la escuela les resulta insuficiente. Los padres entonces tienen que crecer con sus hijos para poder estar a su altura.

No sería exagerado decir que este entusiasmo contagioso los hace amar la escuela como a su propia vida. ¿Y no es contagiar el entusiasmo uno de los grandes objetivos de la educación?

Al final de cuentas, lo más importante son los sentimientos del niño. Un niño que juega, un niño que platica con sus compañeros, un niño que actúa y ríe, un niño que participa es un niño sano, alegre, productivo.

Materias como las matemáticas atormentan a algunos. Son su ''coco" y al no entenderlas acaban por odiarlas. Hacer de esta disciplina una escuela del pensamiento se logra a partir de los primeros años de enseñanza. Es curioso ver en la Escuela Activa cómo los niños son capaces de sumar, restar, multiplicar o dividir casi sin darse cuenta y por tanto sin esfuerzo porque lo hacen a partir de razonamientos lógicos que los maestros plantean frente a su clase.

''Los cuatro cazafantasmas atraparon cada uno tres fantasmas ¿cuántos atraparon? -pregunta Crystian Ernesto.

La cooperativa ''es bonita porque también enseña matemáticas", como dice Citalmina Victoria de cuarto grado. "Nos enseña a ser mejores en la matemática, es bueno estar en la cooperativa porque reunimos dinero y a final de año nos dan ese mismo dinero y además podemos comprar cosas como dulces, los miércoles en la salida venden tacos, jugo y alguna sopa como espagueti (Maruchan), en la cooperativa a veces pierdo un poco de tiempo del recreo pero es padre aprender a dar bien el cambio".

Las bellas, las altas figuras de Enrique Vázquez Herrera y Violeta Selem llevan más de 40 años al frente de la escuela. Y en torno a ellos, los alumnos egresados de la Escuela Activa, Gabriela y Felipe, Manuel y Margarita, Rodrigo e Inés, Josefina y Pablo, Citlali y Cuauhtémoc, Paula y Lorenzo son ahora hombres y mujeres íntegros, equilibrados, tranquilos y felices, claro, no continuamente porque la felicidad es de a ratitos, pero si, como lo pidió el poeta Renato Leduc, han tenido la sabia virtud de conocer el tiempo, amar a tiempo y desatarse a tiempo y, sobre todo, lo que es más importante, dar tiempo al tiempo.

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