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México D.F. Miércoles 2 de junio de 2004
JALISCO: LIBERAR A LOS ALTERMUNDISTAS
Las
detenciones arbitrarias de cientos de jóvenes manifestantes, las
vejaciones y torturas a que fueron sometidos en diversos locales gubernamentales,
la "desaparición" de cuando menos una detenida, el envío
de ocho extranjeros a la Estación Migratoria de Iztapalapa, y su
posterior deportación; el traslado de medio centenar de cautivos
al penal de alta seguridad de Puente Grande y su consignación por
los delitos de atentado a las vías generales de comunicación,
resistencia a la ley y al arresto, motín, vandalismo y lesiones,
son hechos que constituyen, en conjunto, un exceso de represión
delictuoso e inadmisible en cualquier contexto, pero que resulta particularmente
ofensivo en el México actual porque recuerda los tiempos en que
el régimen político priísta atropellaba a voluntad
los derechos humanos de sus opositores políticos, a muchos de los
cuales se les condenó a prisión con base en cargos inventados.
Diversos organismos civiles y humanitarios, empezando
por la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ),
han documentado las graves arbitrariedades y atropellos perpetrados por
la policía estatal contra esos jóvenes. Algunos de esos organismos
iniciaron un proceso judicial contra el gobierno jalisciense por los delitos
de secuestro y tortura y por violaciones a garantías individuales
como las libertades de tránsito y de expresión. Los datos
que indican que los muchachos presos fueron obligados, mediante coerción
física y mental, a firmar declaraciones autoincriminatorias debieran
ser suficientes para anular los procesos legales en su contra y ordenar
su inmediata e incondicional liberación. Si las autoridades estatales
no proceden en ese sentido, no sólo agravarán su responsabilidad
por los excesos represivos, sino que sembrarán, en el estado y en
el país, un conflicto político de curso imprevisible.
En forma paralela, es necesario identificar y castigar
a los culpables de las vejaciones, torturas y malos tratos sufridos por
los jóvenes altermundistas durante su detención, en
vez de elogiar con desmesura, como hizo ayer el gobernador Ramírez
Acuña, a quienes los perpetraron. Ningún discurso oficial
sobre el supuesto compromiso con la vigencia de los derechos humanos podrá
ser tomado en serio, en lo sucesivo, ni dentro del país ni en el
extranjero, si no se pone un alto a la impunidad policiaca y si no se castiga
a los responsables de los excesos represivos y violatorios de los derechos
humanos perpetrados en Guadalajara desde la semana pasada.
Por otra parte, existen sólidos indicios de que
los desmanes cometidos durante la reunión cumbre realizada en días
pasados en la capital tapatía fueron resultado de un acto de provocación
deliberada. La documentada presencia de provocadores violentos en la marcha
de los altermundistas -provocadores que, por supuesto, no figuran
entre los manifestantes detenidos- obliga a plantearse la pregunta de quién
los puso ahí y con qué propósito. Fuentes del gobierno
jalisciense citadas por este diario sospechan de la Secretaría de
Gobernación; organismos no gubernamentales, por su parte, apuntan
a las autoridades estatales como las autoras de la infiltración
de agentes vandálicos en la manifestación; se señala
con insistencia, asimismo, la descoordinación, en el mejor de los
casos, o la franca confrontación, en el peor, de las instancias
federal y estatal en los sucesos de la semana pasada en Guadalajara. Estos
señalamientos agravan el de por sí deplorable enrarecimiento
del clima político nacional y demandan un esclarecimiento pleno
y convincente de lo ocurrido.
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