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México D.F. Miércoles 2 de junio de 2004

Exhiben sus experiencias onírico-pictóricas en el Museo de Culturas Populares

Niños pames oponen imaginación y creatividad a la miseria y el olvido

Humilde caserío en la Sierra Gorda de Querétaro es cuna y albergue de 11 artistas infantiles

Nos enseñan a jugar con la magia de redescubrir la inmensidad de todo, evalúa Circe Peralta

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Las Nuevas Flores no alcanza a ser pueblo. Es apenas un puñado de chozas con piso de tierra -sin agua ni electricidad- dispersas en la majestuosidad de la Sierra Gorda de Querétaro. A simple vista, nadie supondría que ese humilde caserío de 40 habitantes es cuna y albergue de un notable grupo de artistas.

No son luminarias con un curriculum impresionante, ni becarios del Fonca... Ni siquiera son estudiantes de arte. Son 11 niños y niñas de origen xi'ui o pames, cuyas edades oscilan entre cinco y 12 años, poseedores de exquisita sensibilidad y talento.

La afirmación se constata en la muestra colectiva Sueños y leyendas de los niños xi'uí (pames) que en estos días tiene lugar en la sala Cristina Payán del Museo Nacional de Culturas Populares.

Cerca de cien obras integran la exposición de la que irradia una contagiosa vitalidad. Con el empleo de técnicas y materiales diversos, los sueños, anhelos, temores, alegrías y esperanzas de la comunidad cobran forma y se llenan de color.

Al verlos uno cae en la cuenta de que el país no empieza ni acaba en la ambición y los enconos de sus gobernantes y políticos; que en los rincones más inesperados, por encima de la miseria y el olvido, palpitan la imaginación y la creatividad.

Belleza agreste

Sueños y leyendas de los niños xi'ui empezó a gestarse durante una visita que la pintora Circe Peralta hizo a la ciudad de Querétaro para presentar una exposición de su obra. Allá se encontró con un libro de fotografías de Sierra Gorda y se enamoró de la agreste belleza del paisaje.

Por ese entonces, su trabajo estaba muy relacionado con la cuestión onírica: ''Me resultaba muy interesante cómo percibía el color en mis sueños".

Se le ocurrió compartir y poner en práctica sus experiencias por medio de un taller y para hacerlo eligió, casi al azar, Las Nuevas Flores: ''Vi el nombre y me atrapó. Dije: quiero ir ahí".

Las Nuevas Flores, perteneciente al municipio de Jalpan, se localiza a casi 300 kilómetros de la capital queretana.

Es actualmente la única comunidad habitada sólo por miembros del grupo indígena xi'ui, legendarios por haber resistido la conquista durante más de 200 años después de la caída de los aztecas.

De acuerdo con el antropólogo y periodista Agustín Escobar Ledesma, los conquistadores españoles los llamaron pames ''porque a todas sus preguntas contestaban pamie, que en su lengua significa ¡no!" Por tanto, pame les resulta hoy un término despectivo.

Hace algunas semanas, sus habitantes atrajeron la atención de la opinión pública al solicitar a las autoridades del Consejo Nacional de Fomento Educativo que en lugar de enseñarles a hablar su lengua original, les enseñaran inglés.

La razón de dicha petición fue que, en busca de mejores condiciones de vida, ''todos algún día nos vamos a ir a Estados Unidos" (La Jornada, 7 de mayo).

Circe Peralta arribó a Las Nuevas Flores en el verano de 2001, acompañada por la poeta Carla Pataky. Lo primero que la gente preguntó, acaso con justificada desconfianza, fue: Bueno, ¿y ustedes a qué vienen?".

Ellas respondieron: ''Queremos conocerlos, saber qué les gusta hacer, cómo se llaman, a qué juegan, qué sueñan". Las aceptaron y se integraron a la vida cotidiana de la comunidad. Dormían en la modesta construcción que sirve como escuela y comían en alguna de las casas: ''Fue no salir de ahí en un mes"

De inmediato comenzaron a trabajar: ''Los niños estaban con mucha disposición, muy motivados: nunca habían tenido entre sus manos un pincel, pigmentos o pasteles. Nosotras les ayudábamos a acarrear leña o a moler el maíz para que tuvieran tiempo de ir al taller. Apenas amanecía y ya estaban esperándonos y preguntando, ¿a qué horas empezamos?"

Avidez creadora

Circe Peralta no quería hacer un taller convencional y aburrido, por ello convino con Carla en hacer un Taller de Narrasueños, en el que aplicara sus propias experiencias onírico-pictóricas: ''No se trataba de enseñarles a pintar sino a expresarse mediante el color. ¡Yo no enseño a pintar! Lo que quería era estimular y potenciar su creatividad".

Invitaron a los niños a contar sus sueños: ''Al principio decían que no se acordaban de lo que soñaban. Entonces les leímos la leyenda del atrapasueños y les propusimos hacer uno".

Cada quien hizo el suyo y funcionó: Chon soñó una vímbora que se alimentaba de colores y texturas. Gerarda se soñó vaca y Mariana se soñó quetzal. Rigoberta se vio transformada en una mariposa con alas ''bien grandes" para volar rápido y no ir a la escuela; Félix se soñó dormido en el interior suave de una flor ''de colores rojos".

En los sueños también aparecieron paisajes, retratos de familia, mostros, brujas, diablos y chamanes que después quedaron plasmados sobre el papel. Por sí mismos, los títulos son una poderosa invitación a ver las obras: Sueño de ave-serpiente, También es un río, Sueño del sol...

Cuando los sueños no alcanzaban para alimentar la avidez creadora de los niños, recurrían a leyendas de todo tipo y origen. Desde la del mostro de la llave (única e intermitente fuente de agua de la comunidad) hasta antiguas leyendas mayas.

Autenticidad y manejo del color

Los niños xi'ui -recuerda Circe Peralta- ''nos enseñaron a jugar con la magia de redescubrir la inmensidad de todo, inclusive de aquello que ni siquiera vemos. Juegan como si estuvieran en un sueño, sin límites y con los sentidos abiertos a toda posibilidad; tienen una gran capacidad de maravillarse con cuanta cosa ven".

Después de aquella primera estancia, Circe y Carla regresaron a Las Nuevas Flores dos veces más en el transcurso de un año. Todo el trabajo dio como resultado más de 150 obras pictóricas. Una selección de estas es la que se exhibe en el Museo Nacional de Culturas Populares.

Antes se ha presentado en el Museo Histórico de Sierra Gorda, en Jalpan de Serra; en la Galería de los Niños de la Casa del Faldón en Querétaro; en el Festival de la Huasteca 2003; en el Papalote Museo del Niño, y en el Museo Dr. Luis Mario Schneider de Malinalco.

Una parte también se incluyó en una muestra que se presenta en Japón.

Circe Peralta es enfática al señalar que el valor de las obras no radica en que los autores sean niños o indígenas. Sostener lo contrario es, opina, una forma de racismo paternalista.

La obra es valiosa en sí misma ''por su estremecedora belleza, por la emoción que comunica, por su autenticidad, por el manejo del color".

La estancia en Las Nuevas Flores le cambió la vida a Circe Peralta: ''Hay un antes y un después. Aprendí a tener curiosidad y a maravillarme de todo. Y a ser feliz como ellos, que no se aferran y no les importa, porque disfrutan lo que tienen y lo comparten".

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