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México D.F. Domingo 30 de mayo de 2004

Alfredo C. Villeda

Huntington por él mismo

Opuesto al espejismo del "final de la historia" que defendió Francis Fukuyama, el académico estadunidense Samuel P. Huntington publicó en 1993 un artículo titulado "Choque de civilizaciones", cuya tesis planteaba que la dimensión fundamental y más peligrosa de la política global sería el conflicto entre grupos de civilizaciones diferentes. El interés y la polémica suscitados llevaron al autor a profundizar en el tema y el resultado fue el extenso ensayo que con igual nombre publicó tres años más tarde, en el que el doctor Huntington se convierte en mister WASP (blanco, algosajón y protestante).

El furor supremacista del autor, como se comprobará en la voz del propio académico a continuación, hace blanco contra mexicanos, chinos, ruandeses... "Los diferentes, la amenaza, los violentos", los llama. La oportunidad de revisar con estas líneas el pensamiento de un profesor que forma cuadros gobernantes en Harvard es necesaria por la inminente aparición de su nuevo ensayo, Quiénes somos, que Paidós publica a partir de esta semana en México y en el que los migrantes del sur del Bravo son los destinatarios de los alfilerazos del señor Raza Pura.

En Choque de civilizaciones, de la misma editorial, Huntington ya ajustaba la mira contra sus vecinos del sur. Es Huntington en voz propia. Los subrayados son cortesía del articulista:

"Mientras que a Europa el problema inmediato se lo plantean los musulmanes, quienes se lo plantean a Estados Unidos son los mexicanos. Suponiendo que las tendencias y directrices actuales continúen, la población estadunidense cambiará espectacularmente en la primera mitad del siglo XXI, resultando un 50 por ciento de blancos y casi un 25 por ciento de hispanos. Como en Europa, los cambios en la política de inmigración y el cumplimiento eficaz de las medidas contra la inmigración podrían cambiar estas proyecciones. Aun así, el problema fundamental seguirá siendo el grado en que los hispanos se asimilen a la sociedad norteamericana como lo han hecho grupos inmigrantes anteriores (...) La inmigración mexicana, por otro lado, difiere en aspectos potencialmente muy importantes respecto a otras inmigraciones. En primer lugar, los inmigrantes de Europa y Asia cruzan un océano; los mexicanos cruzan una frontera y como mucho un río (...) En su debido momento, los resultados de la expansión militar estadunidense en el siglo XIX podrían verse amenazados por la expansión demográfica mexicana en el siglo XXI."

Casi un lustro antes de la megacrisis desatada por los atentados del 11-S, Huntington examina también las relaciones con el mundo del Islam:

"El problema para Occidente no es el fundamentalismo islámico. Es el islam, una civilización diferente cuya gente está convencida de la superioridad de su cultura y está obsesionada con la inferioridad de su poder. El problema para el islam no es la CIA o el Ministerio de Defensa de EU. Es Occidente, una civilización diferente cuya gente está convencida de la universalidad de su cultura y cree que su poder superior, aunque en decadencia, les impone la obligación de extender esta cultura por todo el mundo. Estos son los ingredientes básicos que alimentan el conflicto entre el islam y Occidente (...) Donde quiera que miremos a lo largo del perímetro del islam, los musulmanes tienen problemas para vivir pacíficamente con sus vecinos (...) Se argumenta que el islam ha sido desde el principio una religión glorificadora de la espada, que exalta las virtudes castrenses. El islam se originó entre tribus nómadas beduinas de la guerra, y este origen violento está grabado en el cimiento del islam. Mahoma mismo es recordado como un guerrero duro y un diestro caudillo militar. Nadie diría esto de Cristo o Buda."

Y para completar esta selección, atendamos sus augurios y buenos deseos para el Africa subsahariana:

"La supervivencia de Occidente depende de que los estadunidenses reafirmen su identidad occidental y los occidentales acepten su civilización como única y no universal, así como de que se unan para renovarla y preservarla frente a los ataques procedentes de sociedades no occidentales. (...) En este nuevo mundo, la rivalidad de las superpotencias queda sustituida por el choque de civilizaciones (...) Dentro de las civilizaciones tendrán lugar guerras tribales y conflictos étnicos. Sin embargo, la violencia entre Estados y grupos procedentes de civilizaciones diferentes puede aumentar e intensificarse cuando otros Estados y grupos pertenecientes a esas mismas civilizaciones acudan en apoyo de sus 'países afines'. El sangriento choque entre clanes en Somalia no supone ninguna amenaza de conflicto más amplio. El sangriento choque entre tribus en Ruanda tiene consecuencias para Uganda, Zaire y Burundi, no mucho más."

Si se considera injusto destacar frases fuera de contexto, puede estar seguro de que dentro las citas anteriores se radicalizan.

Según Fukuyama, después de la caída del bloque soviético se llegaría al punto final de la evolución ideológica del género humano y a la universalización de la democracia liberal occidental como forma de gobierno humano definitiva. Desde luego, decía, se pueden dar algunos conflictos en lugares del tercer mundo, pero el conflicto a escala planetaria ha terminado. Y concluía: todo será bastante aburrido. Todo resultó un espejismo, explica Huntington, porque desde entonces se ha escuchado más la palabra "genocidio" que en todo el siglo XX. Pero precisamente esta especie de gurú, con sus propuestas, estanca las aguas y crea, para decirlo con William Blake, reptiles de la mente.

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