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México D.F. Sábado 29 de mayo de 2004

José Cueli

Apoteosis de mujeres mexicanas

En esa mañana maya del mes de mayo, en cierto punto y a determinada hora, aglutinados estaban los competidores del campeonato mundial de vela. Los veleros, al compás de la religión del mar, descansando en milenios, devorando infinitos, iban entrando poco a poco, de un lado al otro, Martha Elena y Pamela Noriega -en la categoría hobie cat.

Extendieron su velero en un revuelo de olas alborotadas. En todo el ritual que se ensayaba; tan sólo se oía el chasquido que producen las olas al chocar contra la madera, lentas, rítmicas, duras, donde los nervios aguantan, suspendidos ante la maravillosa presencia del mar Caribe y el aguafuerte de su colorido.

La danza de Martha Elena y Pamela (madre e hija) transmitida por la herencia marinera de Armando, esposo y padre, antigua y a la vez renovada se les daba con igual potencia, poniendo en ella toda el alma, permitiéndoles ganar el campeonato mundial de su especialidad.

Llama la atención que tan urgidos como estamos en México de triunfadores y campeones, el éxito de estas dos mexicanas haya pasado desapercibido y festinado para la prensa nacional (excepto la yucateca) y gobierno.

Martha Elena y Pamela, aire en que brilló el limón y la brisa de las aguas mayas. El soleado Caribe las reconoció y las empujó en el aire hacia el camino del triunfo. En el oleaje las acompañó el fantasma marinero de Rafael Alberti. šAire que las lleva al aire! šAire que al aire las lleva! Caribe verde y plata, por los ojos de Martha Elena y Pamela pasaron danzando en su vela sobre la espuma, el vuelo de su decisión y el disfrute de la vida y del mar.

El velero se movió con tal fuerza que la rítmica danza hacía temblar las ruinas mayas. Martha Elena y Pamela veían entonces el mar con otros ojos, fuerza independiente e impulsora, alegría acompañada de lágrimas, se embebieron en el mar confundiendo la sal marina con la de sus lágrimas, sin aceptar el hierro de la mediocridad. Todo esto con la sencilla fórmula de abandonarse a los sentidos, a la vida, a la libertad.

Llenas de sol y de sal regresaron a la ciudad de México: Martha Elena (historiadora, investigadora, especialista en la guerra cristera) y Pamela (estudiante de medicina).

Atrás van quedando las medallas de la familia, triunfadores en competencias centroamericanas y panamericanas.

Suena el agua en la riviera maya y clama el aire en las velas y va cantando la historia de estas mujeres mexicanas, que como otras (Ana Guevara, Soraya, Lorena), dan de que hablar en el deporte mundial.

Las velas tijeras que en el aire cortaban con sal de burla la emoción que las ahogaba al escribir una página en la historia del deporte mexicano.

Salinera es la tierra de los mayas que se pierden en el olvido, como sucede con la hazaña de Martha Elena y Pamela desde hace dos semanas novias del mar Caribe.

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