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México D.F. Martes 23 de marzo de 2004

ENTREVISTA /IMANOL ORDORIKA, FUNDADOR DEL PARTIDO DEL SOL AZTECA

Desaparición o marginalidad, riesgos actuales para el PRD

''Lo que tenemos que demostrar, no en el Partido de la Revolución Democrática sino en la izquierda, es que más allá del mensaje espectacular de un video hay una historia de la izquierda, y ésta ni empieza ni termina con esas grabaciones''

JUAN MANUEL VENEGAS

La circunstancia que vive el Partido de la Revolución Democrática (PRD) conlleva el peligro de su ''desaparición de facto'' o su conversión en una presencia marginal que le dé para vivir ''a unos cuantos y sus familias''. Pero este partido no es toda la izquierda ni la única posibilidad de la izquierda política, cuya historia ni empieza ni termina con los videos, afirma Imanol Ordorika, fundador perredista e integrante de su primer consejo nacional.

El punto de ''alejamiento definitivo'' del partido con la sociedad -define- fue bajo la presidencia de Rosario Robles. Provocó una mayor decepción por la confianza que se había depositado en ella. La corrupción que hemos visto en los videoescándalos nos explotó en la corriente que ella encabezaba y que había generado una expectativa de luchar contra ese fenómeno.

imanol_ordorica_prdaOrdorika Sacristán encuentra en el informe de Samuel del Villar -elaborado el año pasado en torno a la irregular elección interna de 2002- uno de los elementos para iniciar la reconstrucción partidista, si es que aún ello es posible. Ese documento ''devastador'' advirtió desde entonces las formas en que la corrupción se había enquistado en el partido.

Paralelamente habría que abandonar el pragmatismo y recuperar los grandes movimientos de masas que confluyeron en la construcción del PRD y configurar un proyecto de gobierno y políticas públicas de largo plazo.

Hacia el exterior, el ex vocero de Cuauhtémoc Cárdenas en la campaña de 2000, identifica:

''Tenemos una competencia electoral sesgada e inequitativa, en la cual los medios de comunicación, sobre todo los electrónicos, juegan un papel cada vez más importante que cuesta mucho dinero y que mete una dinámica de competencia malsana por recursos económicos. Ello produce descomposición.

''El problema es cómo cambiar la dinámica política general. Hoy tenemos a los medios de comunicación que, con un interés que produce muchas tensiones, buscan altos niveles de rating y a la vez se constituyen en jueces, sobrepasando su tarea informativa. Tenemos como contraparte que, en lugar de entrar a los fenómenos políticos que vivimos, tratamos de buscarle solamente explicaciones conspirativas.

''Lo que estamos viendo ahorita como fenómeno político en el corto plazo, se puede entender porque la disputa por el 2006 ha hecho que los políticos mexicanos pierdan de vista las consecuencias de largo plazo de sus acciones.''

En el caso del PRD, ''me parece que estamos ante una situación que hay que ver con mucho pesimismo, prácticamente ante la desaparición del proyecto político que se gestó en el gran movimiento social de 1988'', en torno a la primera candidatura presidencial de Cárdenas, ''y el peligro que veo es que todo este proceso devenga en la desaparición de facto del organismo político o su existencia como un partido de 5 o 6 por ciento que le da para vivir a unos cuantos y a sus familias'', que no les importa el arraigo social del instituto, pero sí ''las prebendas y privilegios de formar parte de esa clase política mexicana''.

Sostiene que en el sol azteca la elaboración de programas claros fue sustituida por la ''encarnación de un proyecto ambiguo'' en personas o grupos. Y abunda: ''La izquierda no era un programa, no era un conjunto de políticas públicas, no era un conjunto de iniciativas para cambiar al país, porque éstas estaban pobremente definidas. Entonces, de repente, tal o cual personaje de la política nacional, en particular del ámbito del PRD, se convertía en la encarnación de la izquierda, individualmente o como grupo de interés''.

Esa lógica se profundizó gradualmente y el éxito personal o de algunos grupos en la ocupación de espacios de poder dentro y fuera del partido, se asoció con la idea de un avance de la izquierda. Así ''empezamos a escuchar desde el 88 los gritos del triunfo cercano. ¡Siempre estábamos a punto de tomar el poder! En el 94, con Cuauhtémoc, en el 2000 otra vez con Cuauhtémoc, y en el 2006 a lo mejor con Andrés Manuel (López Obrador), o ¡vaya usted a saber con quién! Pero sin proyectos de largo plazo''.

En ese contexto la idea de que lo importante era ganar espacios de poder se exacerbó en 1997, en la medida en que el PRD ganaba más presencia en el Congreso, más recursos de las prerrogativas públicas y posiciones en gobiernos locales. Y en la lucha entre los grupos, el acceso al dinero empezó a ser ''cada vez más importante'': la corrosión interna quedó evidenciada en la elección interna que en 1999 protagonizaron Amalia García y Jesús Ortega.

Así llegó el PRD a la elección de 2000, contribuyendo a un escenario electoral totalmente favorable a Vicente Fox -''también nosotros decíamos que lo que hacía falta era sacar al PRI de Los Pinos''-, sin mayor programa, pero eso sí, ''obteniendo muchísimos recursos''. Fue entonces que el organismo político se convirtió en un ''objetivo en sí mismo'' para los que ''buscan ganarse la vida a través del partido''.

Vino el ''recambio'' de la dirección partidista en 2002, que ''generó una enorme expectativa, porque se pensaba que el arraigo político de Rosario Robles en amplios sectores de la población, su tradición e historia política, su carácter y su audacia permitirían volcar una ola ciudadana de izquierda sobre la burocracia que se había enquistado en el PRD''.

-¿Y Robles no cumplió con las expectativas?

-¡No pasó nada con ella! Y que no pasara fue una enorme decepción antes, incluso, de que se supiera todo lo que ha pasado ahora; para muchos fue el punto de alejamiento, porque la nueva dirección política del partido en lugar de apelar a su capital político, de plantearse como su tarea central la construcción programática de la izquierda mexicana, enfiló baterías y atención en 2006.

Además, la ''audacia'' de Robles sólo se tradujo en ''pisar el acelerador a prácticas muy similares a las que han tenido los otros grupos que han dominado y controlado al PRD por muchos años: conseguir recursos para utilizarlos en campañas mediáticas''. La corrupción ''explotó'' por la corriente que no se esperaba.

-¿Esa corriente es la de Rosario Robles?

-Exacto, es la que encabezó Rosario. Eso hace que todos nos sintamos más desesperados, preocupados, desmoralizados por la situación.

Por lo ocurrido, Ordorika plantea la urgencia de concentrar el esfuerzo de la izquierda en la elaboración de un programa y estrategia de largo plazo, así como retomar el informe de Del Villar.

-¿No hay que pensar en 2006?

-El 2006 debe ser parte de una estrategia política, pero no el fin; no todo se juega al 2006. La posibilidad de la unidad de la izquierda no tiene por qué romperse frente a ese año. Afortunadamente falta todavía tiempo, y esto es lo que mucha gente no ha querido entender; pensaban que estábamos ya a unos días de un triunfo que nadie le iba a poder arrebatar de las manos a uno u otro candidato, cuando en realidad vemos que los adversarios juegan y juegan muy duro. Pero incluso si lo vemos desde el punto de vista de las posibilidades electorales, ni siquiera eso está perdido.

-Tras el movimiento estudiantil de los 80, se habló mucho de usted, Carlos Imaz y Antonio Santos, como dirigentes del CEU; ahora Imaz está metido en la corrupción que explotó en el PRD...

-Para mí este es un punto muy doloroso, porque Carlos es mi amigo, sigue siéndolo. Actuó en absoluta correspondencia con esa lógica perredista pragmática que justifica, por un fin no bien definido, los medios. Y creo que esa es una equivocación muy grave. Pero estoy seguro, porque lo conozco, que no hay en él un hecho de corrupción en el sentido tradicional de alguien que se enriquece u obtiene un beneficio material. Por eso me gustaría que su reflexión, igual que la mía, sirviera a todos para volver a nuestros orígenes, a nuestro origen político común, a hacer política por vocación y con un profundo compromiso.

''Creo además que ese es el camino de la izquierda si queremos tener un futuro: volver a los orígenes.''

-Pensando en gestiones como la de Robles y los compromisos que aparentemente creó, ¿puede plantearse la posibilidad de volver a los orígenes?

-Cuando digo volver a los orígenes es algo que trasciende a las personas. Es un problema de construcción política colectiva.

-Ante esta situación tan grave, sin embargo, parece seguir en primerísimo lugar el 2006 y hay mensajes como el de Cárdenas diciendo el miércoles pasado: ''Vamos a ver qué videos nos presentan de aquí a 2006 y vamos a ver quién queda''...

-Cualquier iniciativa, venga de donde venga, que sólo tenga en la mira el 2006, no tiene futuro político y en esto hay una grave responsabilidad que es fallar en la construcción de una alternativa desde la izquierda para nuestro país. Cárdenas trasciende 2006, como ha trascendido 88, 94 y 2000. Veo en él una tradición y una larga construcción política que me llevaría a esperar un compromiso de muy largo plazo.

''Tenemos que romper en la ciudadanía la idea de que todos los políticos con iguales'', y si alguien aún cree que puede resolverse el problema por la vía de un golpe mediático efectista, en unas semanas, está equivocado. ''Lo que tenemos que demostrar, no en el PRD, sino en la izquierda, es que más allá del mensaje espectacular de un video hay una historia de la izquierda y ésta ni empieza ni termina con esas grabaciones.''

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