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México D.F. Domingo 14 de marzo de 2004

ENTREVISTA /LORENZO MEYER, HISTORIADOR Y POLITOLOGO

Toda la clase política mexicana está desprestigiada

ESTA SURGIENDO LA IDEA ARGENTINA DE QUE ES MEJOR QUE SE VAYAN TODOS

Ante la urgencia de emprender una "cirugía mayor" en la situación nacional, sugiere a los políticos olvidarse de 2006 y lograr los cambios de fondo que requiere el país, porque si una protesta social desborda los cauces institucionales "nadie la va a parar"

JUAN MANUEL VENEGAS Y JOSE GALAN

En su conjunto, toda la clase política en México está desprestigiada, afirma el historiador Lorenzo Meyer. Advierte el riesgo: va surgiendo la idea argentina de que lo mejor es que se vayan todos: "¡todos son iguales, izquierda, derecha, centro...!" Por el nivel de descomposición que observa en el país, la falta de acuerdos y de un proyecto de nación, sugiere a los políticos "olvidarse de 2006" y emprender la "cirugía mayor" que necesita la nación. Como están las cosas, ¿para qué quieren la Presidencia?, pregunta.

"Pero no se ven -lamenta- estadistas que puedan cambiar la situación y que sean capaces de asumir los altos costos en el futuro inmediato, para ganar el de largo plazo."

Metidos en los escándalos -que se quedan en eso, porque la impunidad domina-, los políticos en México se empantanaron en la lucha por la sucesión de 2006, hicieron de los partidos un negocio -el "más próspero" en un país que, paradójicamente, no crece-, y siguieron por los caminos más fáciles: se dejaron corromper y "han pedido que los corrompan".

Se perdió la oportunidad del cambio, que pudo haber existido en 2000, porque lo único que capturó la democracia mexicana fue la Presidencia de la República, pero "todo lo que alrededor siguió es el viejo Estado priísta y hoy tenemos que ¡la vida política de México la sigue dominando ese partido y su cultura!"

En conversación con La Jornada en su cubículo de El Colegio de México, Meyer cree posible, sin embargo, que en "una especie de acto de defensa", de la clase política puedan surgir los "elementos sanos" que hayan -"quiero creer que quedan algunos"- para enderezar el rumbo y "no caer en el camino por donde ahorita vamos derechito..."

Y es que un "peor escenario ya es difícil": tenemos un país que lleva 22 años sin crecimiento económico; una nación que es capaz de tener a uno de los hombres más ricos del planeta a pesar de este estancamiento; sus políticos se exhiben como corruptos; el nacionalismo, que era como una forma de tener un proyecto nacional, ya no está presente y, por esto, no hay proyecto nacional; sus instituciones no funcionan; la Presidencia de la República está "como ausente, pasmada", y en el peor de los casos, se dedica a actividades "ridículas" como es la promoción de la señora Marta Sahagún; el Congreso se encuentra empantanado porque está lo suficientemente dividido, y los partidos, ¡todos!, se hunden en el desprestigio, la ineficiencia y el pragmatismo brutal...

-Estamos en la vorágine de los escándalos de la clase política, y por el nivel que han alcanzado, pareciera que vienen con mucha mayor fuerza en los próximos dos años, ¿hasta dónde puede llegar la descomposición del sistema de partidos políticos? -se le pregunta al historiador y politólogo.

-Cierto, y sobre este punto en particular hay que decir que estamos llegando no al peor, pero sí a uno de los peores escenarios... el problema es que nuestro cambio de régimen se ha hecho de manera novedosa para nosotros, pero muy inconclusa. Lo que la democracia mexicana pudo ha-cer después de un enorme es-fuerzo fue capturar la Presidencia de la República, que es como la fortaleza que está en el centro; pero todo lo de alrededor ha seguido siendo el viejo Estado priísta. El cambio fue espectacular en 2000. Se vio, y creo que es cierto, como un cambio histórico, pero le dimos una dimensión mayor de la que en realidad tenía. Ahora ya nos dimos cuenta.

"Lo antiguo -añade Meyer- domina al campo; domina al Congreso; domina al grueso de los gobiernos de los estados, de los gobiernos municipales. El pasado está muy en el control de las cosas. Lo que se requirió en 2000 era llevar muy rápido hacia adelante lo que se había logrado, y lo que ocurrió fue un frenón que le dio una segunda vida al PRI, que es el partido que sigue dominando."

Larga es la explicación de Meyer en el inicio de la entrevista: la reforma electoral de 1996, la que finalmente permite el cambio en Los Pinos, dejó pendiente modificar la estructura jurídica con la que deberían operar los partidos políticos; eso quedó muy libre, y cuando llega 2000 "el equilibrio que la sociedad mexicana deja es perverso, porque le dio la victoria a la oposición, pero esa oposición está dividida y, por tanto, le queda la mayoría relativa al PRI.

"Hay una idea inicial que me pareció muy buena de parte de Vicente Fox, que la expresa el 5 de febrero de 2001, en donde dice que hay que hacer un cambio de fondo en la Constitución. Era lógico: el triunfo de 1821 no podía seguir con las mismas estructuras con las que se había regido México durante el periodo colonial; luego, el triunfo liberal requirió de una Constitución nueva; el triunfo de la Revolución también... entonces, el triunfo de la democracia requería de una Constitución nueva. Pero como este triunfo no dejó al victorioso con todo y sí muchas fichas del otro lado, se cancelaron las posibilidades de la reforma. Todo se empantanó."

Tampoco se ajustó el sistema de partidos, añade, y como resultado tenemos que con una economía estancada desde 1982, se desarrolla uno de los pocos negocios prósperos del país, que "tiene asegurada la ganancia y el crecimiento anual, que son los partidos políticos. ¡Tienen mucho dinero en una economía parada! Y ahí hay una cantidad enorme de gente ambiciosa, que está no para llevar adelante a México con un programa de partido, sino porque es una forma de vivir. Ellos viven de la política y no para la política. Entonces, lo que estamos viendo es el resultado perverso de lo que se pensó como algo muy positivo, que es esa reforma política (de 1996), que va abriendo el espacio a la democracia".

-¿Los partidos no estuvieron a la altura?

-Los tres partidos principales, ya no digamos nada del cascajo, porque el Verde y todo lo que está para abajo es infame, están corrompiéndose, ¡todos!, a una velocidad más rápida de la que nosotros supusimos en 2000, porque la semilla de la corrupción no la echamos para abajo en dos sentidos: el partido que presidió durante mucho tiempo con la corrupción como instrumento de trabajo es el mayoritario ahora y la legislación de 1996 no contempló poner a resguardo de esta corrupción tradicional a los partidos; les dio muchísimo dinero y poca fiscalización. Y entonces estamos viviendo un momento que no esperábamos, no deseábamos y tampoco merecemos.

"Es una clase política que, en su conjunto, está desprestigiada. Claro que hay salvedades, pero hoy por hoy el desprestigio es de toda la clase política. Y no se ve forma de cambiarla y va surgiendo la idea argentina de que se vayan todos: ¡todos son iguales, izquierda, derecha, centro..!"

-Sin ser catastrofistas, ¿vale la comparación? ¿De ese riesgo puede ser el tamaño de la descomposición que se empieza a advertir?

El académico suma al análisis lo que ha ocurrido no sólo en Argentina, sino también en Perú, Bolivia, Ecuador, "y ya no digamos en Colombia, que eso ya rebasó todo". Y vuelve al tema nacional: "la comparación siempre ha sido buena... y sí, sí creo que es válido el análisis comparativo, y además creo que es válido ver los escenarios más negros, porque si no se dan, ¡qué bueno!, pero si nada más vemos escenarios o medianos o positivos, cuando se dé el malo nos tomará completamente por sorpresa y si a algo ya no tenemos derecho es a que nos vuelvan a tomar por sorpresa. Como sociedad podríamos ser calificados de estúpidos si se nos vuelve a tomar el pelo. Tenemos todo el derecho de ser ahora muy cautos y muy pesimistas. Hay que actuar esperando lo peor y que la suerte, que es un factor muy importante en la política -Maquiavelo nos los dijo-, esta vez llegue de nuestra parte.

-¿Y se puede pensar en un destino bondadoso cuando la clase política carga con el desprestigio que usted señala?

-Aristóteles señalaba que la política es la actividad más importante porque es de ella de la que depende la virtud. Se puede discutir mucho, pero al decir que depende la virtud de lo que hagan los dirigentes políticos, de cómo dirijan a una sociedad, eso quiere decir que ellos son los que pueden pervertirla completamente. En el caso de México, la clase política se ha ido por los caminos más fáciles: se ha dejado corromper y ha pedido que la corrompan. Pero ya empieza a pagar un costo, porque la sociedad mexicana le está enviando mensajes del desprecio, del hartazgo que sentimos por esa clase, del enojo que tenemos contra ella.

Cuenta que hace unos días un corresponsal extranjero le reviró diciéndole que cómo podía hablar de "costos" o de castigo para los políticos mexicanos, cuando tienen "de los mejores sueldos en el mundo". Su respuesta, entonces y ahora, es la siguiente, apoyado en el papel que desempeñan los medios de comunicación: "estamos en un círculo terrible, no podemos castigarlos con sus ingresos, porque todos los instrumentos legales están en sus manos; estamos inermes en más de un sentido frente a esa clase política. Entonces, lo único que podemos hacer es mandarles mensajes y los medios es lo que han estado haciendo: son voceros y reflejo de ese hartazgo, del desprecio que sentimos por los políticos, de nuestro enojo.

"Por el momento no podemos cambiar a esa clase, pero nos queda esperar que los elementos sanos, supongo que quedan algunos, ¡quiero creer que quedan algunos!, puedan tomar las riendas en una especie de acto de defensa propia; de salvarse ellos mismos, ya no por razones morales, simplemente por razones prácticas, porque de mantenerse donde están podrán seguir ganando en el corto plazo, pero a la larga yo no sé cómo van a controlar este país. Tarda mucho tiempo, es durísimo salirse de los cauces institucionales, que la protesta se salga de los cauces institucionales, pero una vez que se salga, esto ya no va a ser controlable", advierte.

Insiste entonces en que, ante la falta de proyecto nacional, un peor escenario ya es difícil de imaginar, máxime que siguen pendientes de atender los dos más grandes problemas que, a su juicio, hay en el país: la falta de crecimiento económico y la desigualdad social. Puntualiza en su comentario: "¿entonces?, ¿verdad que sí es válido pensar en el modelo sudamericano?", e ironiza sobre el discurso foxista: hay más elementos para mirar hacia lo que está pasando en América Latina "que andar con la idea de que somos socios de la gran potencia del norte y que somos parte de América del Norte. La vida real, dura, brutal de México, nos dice que somos América Latina".

-Sobre esto que dice, ¿cree usted que la clase política gobernante en el país ha sido ignorante, despreciando la historia y dejado pasar las oportunidades?

-No es ignorante, no se le puede salvar por eso. Puede ser que el presidente Fox, por venir de la administración de empresas, sea un hombre que no conozca la historia... pero en el PRI sí la conocen. Sus dirigentes son perversos, corruptos, irresponsables, ¡pero no ignorantes! La izquierda tampoco es ignorante...

-Pero me refiero a eso que usted señala: dar el paso para la gran reforma en el país. ¿Se van a atrever, dejando atrás sus disputas?

-En 2000 la izquierda estaba totalmente sacada de su contexto; el PRI, en tanto, se quedó atontado por un tiempo; pero donde yo no entiendo la inacción, el pasmo, es en el caso del presidente Fox. Había ganado, estaba lleno de energía y en lugar de irse hacia el ajuste de cuentas, para que el futuro no fuera del PRI, decidió mejor una negociación con Roberto Madrazo, con Elba Esther Gordillo. "Vamos a cogobernar". ¿No dijo eso Fox en Los Pinos? ¡Cogobernar con la corrupción! Bueno, pues entonces fue una decisión de un pragmatismo brutal, que ahora ya se le revirtió.

Ahora bien, por otra parte, "ya estamos en 2004. Está muy cerca 2006. Es el peor momento para intentar el gran cambio, porque tendríamos que hacerles olvidar a los actores políticos 2006, decirles, convencerlos de que el gran premio no es obtener la Presidencia. ¿Para qué quieren la Presidencia? Vamos a ver si, con las cosas como están, no les sale lo mismo que a Fox... lo ideal es olvidarse de 2006 y hacer la cirugía mayor ahorita. No se trata de decir 'tráiganme una buena cantidad de aspirinas, un montón de curitas, alguna venda y mantenemos al monstruo de pie'. No, no es así, porque al que llegue a 2006 así le va a resurgir el Frankestein".

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