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México D.F. Jueves 4 de marzo de 2004

Madrazo, cuestionado por su proyecto personal rumbo a 2006

Dividido y endeudado, el PRI cumple 75 años

De los carros completos a la sana distancia y la pérdida de Los Pinos

CIRO PEREZ SILVA

En el sexagésimo aniversario del PRI, el entonces dirigente nacional, Luis Donaldo Colosio, planteó a la militancia la necesidad de cambiar para dejar de ser el partido del gobierno y transformarse en el partido en el gobierno. Quince años después el tricolor no es ni lo uno ni lo otro, y en ese escenario cumple sus 75 años dividido, endeudado y con un dirigente cuestionado por perfilar en las elecciones estatales de 2004 no tanto la viabilidad del partido, sino una eventual candidatura presidencial para 2006.

pri aniversarioDurante estos 15 años los priístas han pasado de perder la primera gubernatura a perder por primera vez en su historia la Presidencia de la República, y con ello el elemento que daba dirección a su partido, aunque todavía se mantiene como la principal fuerza política con 37 por ciento de la votación nacional, 17 de las 31 gubernaturas estatales, mil 723 presidencias municipales, 60 escaños en el Senado, 224 curules en la Cámara de Diputados y 516 espacios en los congresos locales, incluyendo la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.

La creciente presencia de las oposiciones obligó en 1990 a Carlos Salinas de Gortari a advertir que si el PRI pretendía mantenerse "democráticamente" en el poder, debía escuchar la voz de sus militantes y planteó que la selección de candidatos fuera a partir de consulta abierta.

Pero apenas un año después dio marcha atrás y se anunció la cancelación de este mecanismo, aunque el presidente priísta en turno, Genaro Borrego, le confió a la cúpula de su partido que ahora sí la separación financiera partido-gobierno iba "en serio".

De nuevo en 1994 Colosio, ya candidato, se refirió en el aniversario priísta número 65, celebrado en el monumento a la Revolución, al deslinde que debía realizarse entre ese instituto político y el gobierno, con miras a adecuar el desempeño del tricolor al contexto de una vida política pluripartidista y competitiva.

El candidato priísta reiteró entonces su compromiso con el establecimiento de mecanismos que aseguren la imparcialidad y la transparencia electoral, y se manifestó en favor de la presencia de observadores internacionales en los comicios. Planteó también su visión de una realidad nacional difícil, con carencias, vicios y defectos, y no eludió mencionar la insensibilidad gubernamental que se evidenció con la insurrección chiapaneca de aquel primero de enero, todo esto sólo días antes de que lo abatieran en Lomas Taurinas.

Su sucesor en la candidatura, convertido ya en presidente de la República, Ernesto Zedillo, retomó esas palabras y anunció la "sana distancia" que establecería su gobierno con el PRI. Era 1995 y estaba por celebrarse el 66 aniversario del tricolor.

La entonces dirigente nacional del PRI, María de los Angeles Moreno, tuvo que justificar la sentencia zedillista y advirtió que "la distancia o la nueva relación entre el PRI y el gobierno no significan la renuncia a la identidad esencial ni al compromiso con el jefe de Estado". Después, en marzo de 1997, el nuevo dirigente nacional y el entonces presidente sellaron compromisos mutuos.

"Es tiempo de que la oposición entienda que el programa de gobierno del presidente Zedillo es también responsabilidad de nuestro partido y que la asumimos cabalmente", dijo primero Humberto Roque Villanueva. "Necesito el apoyo de un PRI vigoroso, triunfante, mayoritario. Sé bien que obtendré ese apoyo", expresó vehemente el jefe del Ejecutivo en el auditorio Plutarco Elías Calles.

Con esta renovada cercanía y "toda la autoridad moral y política", Zedillo contribuyó a designar a Francisco Labastida candidato priísta a la Presidencia. Meses después fue el propio mandatario quien, adelantándose a sus compañeros de partido, reconoció el triunfo panista.

Ya en el primer año de gobierno foxista, el PRI conmemoró su aniversario 72 con la advertencia de que se opondría a una eventual iniciativa del Presidente para redactar una nueva Constitución Política y, con un discurso retador, la presidenta del tricolor, Dulce María Sauri Riancho, convocó a los priístas a "una nueva revolución" que les permitiera recuperar el poder.

Luego, en dos años consecutivos Roberto Madrazo convocó a los otros partidos a concretar un acuerdo político con el gobierno de Fox, que permitiera hacer efectiva la transición, y pidió a Fox que "sin temor alguno" aceptara un diálogo para discutir los problemas del país, luego de establecer que "la falta de oficio político" del mandatario es "el verdadero freno al cambio".

Hoy los priístas se reúnen nuevamente. Ya no están todos los que defendieron su alianza con el Presidente de la República en turno, tampoco están todos los que proclamaron una distancia entre partido y gobierno. Quedan menos priístas que antes de 2000, "pero esos son los que valen", se consuela una dirigencia nacional tricolor que por las restricciones económicas no percibe salario desde el año pasado.

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