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México D.F. Domingo 29 de febrero de 2004

MAR DE HISTORIAS

Golpes de la vida

Cristina Pacheco

YOLANDA: A mí no me engañas: algo te pasó. (Mira a su amiga con el rabillo del ojo.) ƑYa no me tienes confianza?

ANTONIA: Claro que sí.

YOLANDA (Abandona su sitio frente a la cortadora): Nomás piensa en todo lo que me imagino viéndote como estás.

ANTONIA (Distraída, indiferente): ƑCómo?

YOLANDA (Descuelga de la pared un trozo de espejo y se lo ofrece a su amiga): šMírate!

ANTONIA (Asomada al espejo, recorre con su dedo las huellas que el maquillaje no logra ocultar): šChin! Sí se nota.

YOLANDA: ƑQuién te dejó así?

ANTONIA: Nadie. (Oprime con el pedal de su máquina.) Orale, ponte a trabajar, porque si El Llantas regresa y nos ve platicando, šuta!

YOLANDA: Está bien. Si no quieres decirme nada, no te voy a rogar. (Reinstala el espejo en la pared.) Nomás te digo que deberías fijarte con quién andas. No te arriesgues tanto.

ANTONIA: ƑDe qué hablas?

YOLANDA: šMira qué inocentita! Como si no supieras.

ANTONIA: Es que, en serio, no sé...

YOLANDA: šPues yo sí! (Se descubre el hombro.) ƑVes esta cicatriz? Julián me la hizo de un botellazo. (Acaricia la marca en su piel.) No tendría esto si lo hubiera denunciado la primera vez que me golpeó.

ANTONIA (Fascinada por la cicatriz): ƑTodavía te duele?

YOLANDA: Ya no.

ANTONIA: ƑY por qué te pegó?

YOLANDA: Hay hombres que no necesitan motivos. Son violentos de por sí. (Se ordena la ropa.) A ver, dime: el viejo ese con el que estás saliendo, Ƒtuvo razón para golpearte?

ANTONIA: No le digas el viejo ese. Se llama Santos.

YOLANDA: ƑEn serio? Por como te dejó, se ve que no tiene nada de santito. Recomiéndale que se cambie el nombre. (Rencorosa.) Infeliz golpeador de mujeres. Como te ve chamaca y sin quien te defienda... (En tono más bajo.) No me lo vas a creer pero el miércoles, cuando te vi subirte al coche de Santos, tuve la corazonada de que algo iba a sucederte. ƑAdónde te llevó?

ANTONIA: ƑQué te pasa? šNi que fueras mi madre!

YOLANDA (Ofendida, vuelve a sentarse frente a la cortadora): Tienes razón. Ahí muere. (Para sí misma:) Si un día veo en La Prensa su foto de muerta, me sentiré tranquila pensando que se lo advertí, y muy a tiempo.

 

II

 

Junto a la única ventana del taller están apilados rollos de tela. Antonia elige uno y se queda mirando a través del vidrio.

ANTONIA: Se ve que la noche va a estar bien bonita. (Oye el motor de la cortadora que maneja Yolanda.) ƑSigues enojada conmigo?

YOLANDA (Sin levantar los ojos): šOlvídalo!

ANTONIA (Con un rollo de tela a cuestas): Crees que tus consejos me valen.

YOLANDA: šEstás loca! Nomás te advertí. (Como es su costumbre, vuelve a hablar para sí misma.) No les doy consejos ni a mis hijas, menos a esta grandulona.

ANTONIA (Asienta el rollo en la mesa): Fue mi madre. Yo tuve la culpa de que me golpeara. Si le hubiera dicho la verdad... Pero no me atreví delante de mis hermanitos.

YOLANDA (No logra reprimir su curiosidad): ƑA poco Santos ya va a tu casa?

ANTONIA: No. Ni sabe dónde vivo. Me daría vergüenza enseñarle mi chiquero.

YOLANDA: Entonces, Ƒcómo se enteró tu mamá de que andas con Santos?

ANTONIA: Ya te dije que él no tuvo nada que ver. (Se muerde las uñas.) Todo fue un castigo de Dios porque se me olvidó que era Miércoles de Ceniza. Lo recordé cuando Santos me dejó en Pantitlán y vi a muchas personas con crucecita negra en la frente. A esas horas ni modo de ir a la iglesia. Y aunque hubiera sido más temprano, no me habría animado, después de que Santos y yo estuvimos...

YOLANDA: Ni me digas dónde. Me lo imagino. Pero oye esto: él es mucho mayor que tú y se ve a leguas que tiene la manita pesada.

ANTONIA: ƑDe dónde sacas eso?

YOLANDA: De verte, chiquita, Ƒde dónde más?

ANTONIA: ƑQué no me oíste? El no me pegó. Fue mi madre. (Vuelve a la ventana.) El miércoles cuando regresé a la casa, la encontré regañando bien feo a Noemí y a Carlos. Le dije que no les gritara así a mis hermanos porque se oía en toda la calle. šFue peor! Agarró a Noemí de los cabellos y se puso a golpearla con el cable de luz.

YOLANDA: Ay, Dios Santo, Ƒy por qué?

ANTONIA: Mi hermanita no quiso comerse las lentejas.

YOLANDA: Son ricas.

ANTONIA: No cuando tienes que tragártelas a diario porque no hay más. (Pega la frente en el vidrio de la ventana.) Intenté defender a Noemí, mi madre se volvió loca y tiró cablazos por todas partes. El pobre de Carlos se espantó muchísimo y empezó a temblar como cuando va a darle el ataque. Ese escuincle es mi adoración y allí sí ya no pude controlarme: le advertí a mi mamá que si le pegaba a Carlos, ora sí iba a denunciarla.

YOLANDA: Por eso la agarró contigo.

ANTONIA: Me jaloneó del suéter. Creí que iba a darme una cachetada pero se quedó quieta, y sin dejar de mirarme, preguntó: "ƑQué hiciste, infeliz?" Le contesté: "Lo mismo de siempre". Y que me empuja hasta la estufa, gritando: "šDios castiga la mentira! Soy tu madre y tengo derecho a saber dónde chingaos anduviste mientras yo estaba aquí, batallando con estos escuincles desgraciados. Orale, si no quieres que te vaya peor, dime de dónde vienes".

YOLANDA: ƑQué le respondiste?

ANTONIA: Pues que del taller, pero no me creyó. Le dije que no tenía motivos para dudar de mí. (Se vuelve hacia su amiga.) Ni te imaginas lo que me preguntó: "ƑA qué hueles?" Me quedé sacadísima de onda pero le contesté: "A lo que he olido siempre". Dijo algo que no entendí y se acercó más para olerme.

YOLANDA (Riendo): Lo siento, pero es que...

ANTONIA (Sonríe): Ahorita a mí también se me hace muy chistoso, pero en ese momento me asusté demasiado. Y es que con los ojos brillosos y olfateándome, mi mamá parecía perro. Le pedí que se calmara y me dio un guantón: "Ninguna pendeja me da órdenes ni me engaña. Ese olorcito que traes... Tú estuviste con un hombre. šGrandísima puta, me la vas a pagar!" Y sácale, que me suelta un cablazo en el cuello y otro en la cara. Grité. Noemí corrió a defenderme y, agarrada de la falda de mi mamá, le decía que no fuera tan mala conmigo. ƑTe imaginas?

YOLANDA (Con los ojos arrasados de lágrimas): šTonta! Te hubieras defendido.

ANTONIA: ƑCómo? Si me tenía así, atrinchilada contra la estufa y pegándome.

YOLANDA: Pues diciéndole: "Mire mamá, ya estoy grande. Si quiero, tengo derecho a estar con un hombre, como lo hace usté". (Discreta.) Tú misma me has contado que ella seguido se va por ahí y que dura días fuera.

ANTONIA: Oye, espérate. šCrees que me acosté con Santos? (Nota la expresión maliciosa de Yolanda.) Pues fíjate que no.

YOLANDA: Ay sí, tú. ƑY entonces a qué olías?

ANTONIA: A carne. (Hace una pausa.) A filete. Una vez le conté a Santos que nunca había probado el filete. El miércoles quiso darme un gusto y me llevó a un restaurante.

YOLANDA: Eso no tiene nada de malo. ƑPor qué no se lo dijiste a tu mamá?

Antonia: Por mis hermanitos. (Inclina la cabeza.) Se me hizo feo contar delante de ellos que mientras comían lentejas yo estaba probando el filete, y para colmo en Miércoles de Ceniza.

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