Aniversario de la plaza

Enrique Ponce: el delincuente vuelve al sitio del crimen

LUMBRERA CHICO

Al juez Baltasar Garzón lo sacaron del Reclusorio Norte por instrucciones del Gobierno del Distrito Federal, cuando iba a encabezar, ilegalmente, una audiencia con seis detenidos vascos, algo a lo que no tenía ningún derecho de acuerdo con la Constitución que (más o menos) nos rige. Sin embargo, desde la República Dominicana, en declaraciones que publica ayer la edición europea de El País, el togado afirmó que la culpa de todo la tuvo La Jornada. šAjá! Ahora, después de Garzón, llega Enrique Ponce a insultarnos el próximo jueves, desde el ruedo de la Monumental Plaza Muerta que ese día cumple 58 años de historia.

ƑEn qué condiciones jurídicas actuará este delincuente valenciano, juzgado por fraude y castigado con una suspensión que vence el 22 de abril? No lo sabemos todavía pero lo averiguaremos con exactitud. No olvidemos que, en complicidad con Herrerías, se burló del público y del juez de la plaza, en la corrida del 5 de febrero pasado, cuando su gente se metió en toriles y soltó por la fuerza un novillo que no había sido aprobado por la autoridad.

Cuando le informaron, allá en Europa, que Carlos Mendoza, el presidente de la Comisión Taurina del Distrito Federal, lo había denunciado ante la delegación Benito Juárez por el atraco de marras, logrando que ésta lo suspendiera un año sin torear en Insurgentes, Ponce respondió nostálgico de la época de Felipe II: "Pues no regresaré si no renuncia el señor Mendoza o me ofrece una disculpa pública".

Como salta a la vista, creía que México seguía siendo un virreinato. Nadie le avisó -algo que le ha ocurrido por igual a Garzón-, que hace más de dos siglos terminó aquella situación privilegiada, cuando los naturales de aquí estábamos obligados a rendir pleitesía a los hombres blancos y barbados que llegaban de ultramar a saquearnos. Entonces, Ƒa qué viene Ponce, insisto, si nunca obtuvo ni el perdón de la ley ni la disculpa deseada? Es obvio: los delincuentes siempre regresan a la escena del crimen, para celebrarse a sí mismos.

Pero éste, en particular, vuelve para promover la reventa en los alrededores del coso, a "extasiarnos" con su arte postaurino, matando novillos sin edad ni peso reglamentarios y, sobre todo, a estelarizar la corrida más pomposa del año, a la que asisten hasta los que no saben distinguir un capote de una muleta. Mucho cuidado, señoras y señores. Lo que va a efectuarse el jueves no es otra cosa que una novillada, disfrazada de corrida, que el empresario llevará a cabo como una función a beneficio de sí mismo. En su confusa visión del mundo, el cacique abrirá las puertas de su embudo para decirnos: "a mí López Obrador me hace los mandados... y ustedes también; ahora, porque yo lo ordeno, empeñen hasta la camisa porque todos los boletos costarán en reventa el triple de su valor nominal, y háganle como quieran; aquí no hay más ley que la mía. Punto". A los aficionados no nos queda, una vez más, sino acatar la voluntad del poderoso. Pero tenemos una salida digna. Dejemos al mandamás, y a su delincuente europeo, hablando solos. ƑPor qué no?