México D.F. Lunes 2 de febrero de 2004
Desde el 14 de enero se han dado abusos y arbitrariedades
de los distintos efectivos, indican
El actuar de la policía en Tlalnepantla viola
los derechos humanos: observadores
Entrevistaron a un hombre de 65 años que fue
herido de bala en una pierna
VICTOR BALLINAS
El informe de la Misión de Observación en
Derechos Humanos en el municipio de Tlalnepantla, Morelos -donde el 14
de enero la fuerza pública desalojó al concejo municipal
autónomo, inconforme con las autoridades constitucionales-, que
realizaron el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez,
el Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), Servicios y
Asesoría para la Paz (Serapaz), Paz con Democracia, Incide, CILAS,
Magdalena Gómez y Carlos Payán, entre otros organismos y
activistas, destaca que "desde el primer día del conflicto en ese
lugar, la actuación de la policía ha sido violatoria de los
derechos humanos".
Las diez organizaciones sociales y civiles que el pasado
26 de enero realizaron una visita de observación a ese municipio,
indicaron: "Constatamos que en el pueblo hay una tensa calma, temor, decenas
de casas vacías y ausentismo escolar. Hay una fuerte división
y polarización comunitaria y, por ende, la fragmentación
del tejido social.
"Si la comunidad estaba confrontada, lo ocurrido el día
14 agravó aún más la situación y se violaron
los derechos al trabajo, a la alimentación, a la salud, a la educación,
a la libertad, a la seguridad jurídica y a la integridad personal,
física y sicológica. Además de derechos humanos consagrados
en tratados internacionales", indicaron las organizaciones que integraron
la comisión de observación.
En
el documento señalaron que "desde el momento en que incursionaron
diferentes efectivos de seguridad pública en Tlalnepantla -el 14
de enero-, se registraron diversos abusos y arbitrariedades. El más
grave de ellos fue el cometido en contra del señor Gregorio Sánchez
Mercado, quien perdiera la vida después de haber recibido un disparo
de arma de fuego en la boca.
"Esa misma noche fueron heridas más personas y,
pese a que a la fecha no se puede constatar el número exacto de
lesionados, sí podemos afirmar sobre la existencia de lesionados
por armas de fuego, presumiblemente de alto poder. Ejemplo de ello es el
testimonio de un señor de 65 años, quien resultó herido
en la pierna izquierda por dos disparos de arma de fuego la madrugada del
día 14. Dichas lesiones nos fueron mostradas y han sido atendidas
en su casa, toda vez que el señor teme salir, a pesar de que la
herida no está sanando correctamente", indicaron.
Un hombre de 30 años relató a la misión
de observación "el momento en que vio a un policía subir
al campanario de la iglesia y desde ahí disparar. La policía
recogió los casquillos, sin que hasta la fecha se hayan apersonado
agentes del Ministerio Público para realizar la investigación
de los hechos".
Otros testimonios recabados por las organizaciones civiles
dieron cuenta de que "se pintaron las fachadas de las casas y taparon los
hoyos de las balas. Nosotros constatamos que en la pared y cortina de un
comercio que se encuentra casi enfrente al palacio municipal, hay impactos
de bala e, incluso, la cortina está perforada. La hermana del dueño
-del comercio- nos mostró que en el interior la bala había
rebotado en el cristal de uno de los refrigeradores, rompiéndolo
y dejándolo inservible".
La misión de observación destacó
que en el pueblo prevalece una "tensa calma. Muchas casas no han sido habitadas
desde el día 14 de enero. El pueblo se aprecia prácticamente
sin gente en la calle. En las casas no se observa mucho movimiento, pero
nos percatamos que las personas se escondían por temor a ser vistas.
Los comercios están cerrados, excepto unos cuantos que están
ubicados en el centro y el molino. Un repartidor de refrescos nos comentó
que de las 15 tiendas en las que habitualmente surtía, sólo
cuatro estaban abiertas".
Subrayaron los observadores que "existe un profundo temor,
especialmente entre los niños, quienes tienen mucho miedo y no quieren
ir a la escuela, incluso sus madres tampoco los quieren llevar a clases.
Los menores dicen que les dan miedo los policías, pues dispararon
sus armas y se pasean con ellas por el pueblo. Incluso su temor se traducía
en la negativa a platicar con nosotros, a proporcionar sus nombres, a ser
fotografiados o filmados".
La directora de la escuela primaria dijo a los observadores
que "la comunidad era muy participativa, los padres acudían a colaborar
en la escuela, y que ahora escuchan que los niños comentan lo que
los padres opinan, y temen que haya confrontaciones en las juntas de padres.
Después del tiroteo, los días 14 y 15 no pudieron entrar
a la escuela. El día 19 sólo llegaron 19 menores, y más
tarde se incorporaron otros cuatro, de un total de 346 niños y niñas.
El día 26 sólo acudieron 117 alumnos, esto es, 34 por ciento
de la matrícula".
También entrevistaron a una señora, quien
se quejó de que en Tlalnepantla "no hay trabajo, pues los campos
de nopal están sin actividad, no contratan peones. Las nopaleras
se están enyerbando y no hay quien las fumigue, pues muchos de los
dueños salieron de la comunidad".
Gente entrevistada por separado coincidió en que
hay temor a los policías porque han maltratado a la población,
amenazan a transeúntes, se han metido a casas y andan armados.
Concluyen que el miedo aún paraliza la vida social,
cultural y económica de la población. "Las condiciones de
gobernabilidad no están dadas y no se vislumbra que a corto plazo
puedan darse de manera espontánea".
Añaden que les preocupa "el arbitrario y desmedido
uso de la fuerza pública como vía para la solución
de conflictos y demandas de los pueblos, descartando la vía del
diálogo y la negociación".
De igual manera, los observadores pidieron investigar
los hechos sucedidos el 14 de enero pasado, para identificar y sancionar
a los responsables materiales e intelectuales; reparar integralmente a
las víctimas y, ante la falta de elementos probatorios contra los
ahora procesados, así como por las evidentes irregularidades en
arrestos, se absuelva a los involucrados.
Apuntaron: "Se requiere detener las demostraciones de
poder de uno y otro grupo para abrir un proceso de reconciliación,
pues actualmente pareciera como si cada grupo estuviera tratando de atraer
la atención y el apoyo externo hacia su causa, y eso produce enojo,
encono del conflicto, y aleja las posibilidades de solución".
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