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México D.F. Domingo 1 de febrero de 2004

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

La última batalla de Dick Cheney: ƑSiria o la Casa Blanca?

Estados Unidos, en pos del lucrativo valle de la Bekaa
Giuliani, propuesto para entrar al quite

ALGO IMPORTANTE SE cocina tras bambalinas para que el atribulado vicepresidente Dick Cheney, el verdadero poder tras el trono, haya osado salir de su madriguera para desplazarse, pese a su malestar cardiaco, a Los Angeles -donde advirtió que la "guerra contra el terrorismo global" duraría el equivalente de la guerra fría-, solicitar la cooperación europea al deprimente Foro Económico Mundial de Davos (el circo de la plutocracia decadente), postrarse ante el Papa y pasar revista a las tropas estadunidenses estacionadas en Italia. La presencia de Cheney en Roma, según la Red Voltaire ("Cheney prepara la próxima guerra", 26 de enero), tendría como "objetivo principal (...) la inspección de paracaidistas y de las fuerzas aéreas estacionadas en Italia, debido a las próximas operaciones militares en Medio Oriente". La publicación, muy cercana a un segmento del Partido Socialista Francés, pone en relieve que se trata de la segunda visita de Cheney durante la administración Bush, y que en su primera visita a las mismas fuerzas en Italia había anunciado la invasión a Irak. La publicación británica especializada en asuntos militares Jane's (en su sección Intelligence Digest, 23 de enero) revela que Donald Rumsfeld, el secretario del Pentágono de capa caída, "considera planes para expandir la guerra contra el terrorismo global por medio de varios ataques contra bases sospechosas de militantes en países como Líbano y Somalia". Un ataque a Somalia, perdida en la geografía, no tendría mayores consecuencias, pero sí en Líbano: "el envío de fuerzas especiales de Estados Unidos a Líbano, en particular a una zona conocida como el valle de la Bekaa, virtualmente un territorio sirio, donde el grueso de las fuerzas militares sirias se encuentran desplegadas (...) seguramente llevaría a una confrontación con las tropas sirias".

VALE LA PENA un paréntesis cultural: durante la guerra de la "coalición" contra Irak, en 1991, en la que los padres de los actuales presidentes dinásticos de Estados Unidos y Siria fueron grandes aliados, entre las tratativas tras bambalinas el narcotráfico trasnacional le cedió al régimen totalitario sirio el fértil valle de la Bekaa, donde florece el preciado hachís con una producción de 2 mil millones de dólares al año (lo que representa el nada desdeñable 14 por ciento del PIB de Siria). Es evidente la hambruna financiera del equipo Bush que, después de haberle arrancado el lucrativo cultivo del opio a sus ex aliados talibanes de Afganistán -un negocio redondo de por lo menos 500 mil millones de dólares al año, según fuentes de Interpol-, desea recuperar el floreciente narcotráfico del valle de la Bekaa en conjunción con el complejo militar israelí. Es decir, el eje Estados Unidos-Israel le quita al nepotismo dinástico del totalitarismo sirio lo que le "prestó" hace 13 años. Lo más interesante radica en que las amenazas contra Siria tienen otras connotaciones étnico-religiosas que pueden servir de futuros trueques territoriales y/o demográficos multidimensionales, en simultaneidad al espectacular intercambio de prisioneros y cadáveres que negoció el Hezbollah -la guerrilla chiíta libanesa apadrinada por la teocracia de los ayatolas de Irán- con el gobierno del general Sharon.

AMEN DE LA creciente hostilidad que provocaría en los mundos árabe e islámico una redición de la "guerra preventiva unilateral y permanente", el régimen sirio ha contrarrestado al jugar adecuadamente (hasta ahora) sus barajas geopolíticas defensivas, desde la creación de un frente común con Turquía y Egipto en contra del "Kurdistán", pasando por el llamado a la reanudación de renegociaciones con Israel, hasta la doble "liberación" tanto de 200 millones de los miles de millo- nes de dólares de Irak depositados en Damasco (Bloomberg, 8 de enero) como de 140 opositores que se estaban oxidando en la siniestra cárcel de Mezzé.

EL ARTICULO DE Jane's, retomado por The Jerusalem Post (22 de enero), devela que el principal objetivo de la administración Bush consiste en considerar a Damasco el primer candidato para un "cambio de régimen". Se enumeran los "beneficios estratégicos" de Washington: "presionar a Damasco a cancelar su apoyo a los grupos palestinos antisraelíes"; "persuadir a Siria de abandonar sus armas de destrucción masiva y retirar sus tropas de Líbano"; "aplastar al Hezbollah y finiquitar sus presuntos lazos con Al Qaeda". (Nota: esta es una vacilada de incompatibilidad consustancial entre los integrismos chiíta y sunnita) A juicio de Jane's, el acercamiento táctico entre Estados Unidos y la teocracia chiíta de los ayatolas de Irán ha llevado a que este último grupo reduzca su apoyo a Siria. Desde el punto de vista cartesiano, como que algo no cuadra en el plan aludido: a menos que se busque la balcanización siria, Ƒcuál sería el recambio manejable del régimen minoritario "alawita" (secta esotérica del Islam desprendida del chiísmo)? ƑLíbano correría la misma suerte y muerte de la balcanización? ƑCómo se va a "provocar" a Siria golpeando las bases del Hezbollah (controlado por Teherán), en el valle de la Bekaa, en medio del aludido enfriamiento de las relaciones entre Damasco y Teherán debido al acercamiento entre Washington y Teherán? ƑY si Siria se lava las manos de los ataques al Hezbollah? Más allá del Hezbollah chiíta, que no canta mal las rancheras cuando se trata de negociar hábilmente tras bambalinas con Israel, existe un asunto superior que puede provocar la guerra directa contra Siria: haber escondido las "armas de destrucción masiva" del régimen de Saddam Hussein que han puesto contra la pared la credibilidad de Dick Cheney, más que la de su títere Baby Bush. En este contexto de confecciones bélicas, Pat Roberts, miembro del Partido Republicano y jefe del Comité de Inteligencia del Senado, lanzó la bomba de que las "armas de destrucción masiva" de Irak fueron ocultadas en Siria (The Washington Post, 21 de enero). Así que una guerra contra Siria para buscar las armas destructivas de Saddam (seguramente una mentira más en el arsenal de mitos satelitales del equipo Bush) no sería una mala coartada para reivindicar antes de las elecciones tanto a Baby Bush como a Cheney de sus supercherías masivas.

DESCONOCEMOS CUAL SEA el pérfido juego de Gran Bretaña, cuya principal publicación militar (Jane's), de la mayor autoridad mundial, divulga la operación, quizá por haber sido dejado fuera de las tratativas y/o por haber discernido finalmente que se trata de un capítulo más de la guerra contra la Unión Europea (a la que desea pertenecer Siria), cuando es notorio que se han enfriado las relaciones con el primer ministro no menos atribulado Tony Blair, cuya esposa, la católica Chérie, se le ha ido públicamente a la yugular a Baby Bush, a quien acusa irreverentemente de golpista electorero (lo cual es más que cierto). No hay que perder de vista que el juvenil presidente sirio Bashar Assad estudió oftalmología en Londres y que su esposa fue una funcionaria en la misma plaza de la correduría Merrill Lynch, cuyo segmento internacional lo dirige Jacob Frankel, anterior gobernador del Banco Central israelí (como se nota, existen muchos vasos comunicantes financieros "invisibles" entre Damasco y Tel Aviv vía Londres). Sea lo que fuere, mientras Cheney perdure en el poder no se puede eliminar la hipótesis de una próxima guerra contra Siria, justamente para apuntalar a Baby Bush, en especial cuando éste ha retornado a su normalidad electoral (52 por ciento se manifiesta contra su relección) anterior a los atentados del 11 de septiembre y cuando aparece en el horizonte el "factor Kerry", que lo puede desbancar sin una guerra de por medio y por miedo. ƑCuál será el escenario de la última guerra del bélico Cheney antes de despedirse de la vida pública por su enfermedad cardiaca, entre Siria y su perdurabilidad en la Casa Blanca? El "factor Kerry" parece haber trastocado la correlación de fuerzas electorales. Han arreciado las voces autorizadas que piden el despido fulminante de Cheney para ser sustituido en la vicepresidencia por el católico Rudolf Giuliani, para salvar al Partido Republicano de una probable derrota. El londinense The Independent (30 de enero) revela que "existen rumores de que Bush considera abandonar a Cheney como su acompañante en la elección". La columnista Jeannette Walls reportó que Cheney podría ser sustituido por Giuliani (Newsweek, 29 de enero), lo cual ya es vox populi en las corredurías neoyorquinas. Giuliani, el ex alcalde neoyorquino y héroe del 11 septiembre, anduvo muy activo en las elecciones primarias de Iowa y Nueva Hampshire para inspeccionar al católico John Forbes Kerry, héroe de la guerra de Vietnam quien fustiga a Baby Bush de haber sido un desertor del servicio militar. La maravillosa columnista Maureen Dowd, con la información muy bien afilada contextualiza el reporte negativo del inspector David Key sobre las inexistentes "armas de destrucción masiva" para pedir el sacrificio inevitable de Cheney, el verdadero culpable de todo el cómico montaje ("šDejen caer a Cheney ahora!", The New York Times, 29 de enero). Una columna del Seattle Times (30 de enero) comenta que la "imagen pública de Cheney ha sufrido una paliza", por lo que se sopesan las ventajas de colocar a Rudy Giuliani o a otra figura carismática desde ahora en la vicepresidencia para que sea el candidato a la presidencia en 2008. šQué optimismo! El siempre bien informado Jim Lobe ("ƑDejará caer Bush a Cheney?", InterPress, 28 de enero) revela que el 20 por ciento en caída libre de aceptación popular de Cheney se ha vuelto un lastre para los afanes releccionistas de Bush, quien pudiera despedirlo prematuramente: desde hace dos meses Brent Scowcroft y James Baker III, dos pesos pesados republicanos e íntimos apagafuegos de Daddy Bush, iniciaron en forma discreta el movimiento para "dejar caer a Cheney".

TAMPOCO HAY QUE subestimar la capacidad de daño de Cheney, quien antes de irse podría correr con la coincidente "suerte" de un atentado similar a los del 11 de septiembre, que lo haría rencarrilar toda su agenda y retomar las riendas del poder que se le escapa de las manos. Como en Rusia, desde la llegada al poder del zar Putin, no se comen los cuentos estadunidenses, no es nada sorpresivo que "sus fuerzas nucleares se preparen para sus más extensas maniobras en dos décadas, un ejercicio que involucra la prueba de lanzamiento de misiles y el vuelo de docenas de bombarderos en una simulación para una guerra nuclear total" (SFGate.com, 30 de enero). El periódico de negocios Kommersant (para no dejar dudas) devela que esto tendría lugar a mediados de febrero y que se parecería al ejercicio soviético de 1982 denominado "guerra nuclear de siete horas", que puso en ascuas al en ese entonces "Occidente". Mientras Cheney perdure un minuto en la Casa Blanca no hay que dudar de que en cualquier momento sea capaz de provocar una guerra nuclear. Si hay fecha de salida de Cheney, parecería ser que los rusos la conocen: a partir de la segunda mitad de febrero, una fecha muy peligrosa para la humanidad.

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