.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Migración
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones

P O L I T I C A
..

México D.F. Sábado 24 de enero de 2004

DESFILADERO

Jaime Avilés

El fraude tabasqueño de George WC Bush

La importancia de Florida para inclinar una votación reñida
Una pequeña ayuda de los amigos

CON LAS PRIMARIAS del Partido Demócrata en Iowa y Nueva Hampshire, comenzó el proceso electoral en Estados Unidos, que culminará en noviembre con la relección o el despido de George WC Bush. Dado que éste se ha adjudicado el título de Supremo Líder de la Tierra, su victoria o su derrota nos concierne a todos los miembros de la humanidad. Como integrantes de la opinión pública mundial podemos jugar un papel relevante en la contienda, desarrollando una fuerza política global que sea capaz de influir en la decisión de los votantes y sirva -si el desenlace de la batalla es feliz- como contrapeso al futuro ocupante de la Casa Blanca.

Es el momento de reactivar las redes de Internet que en febrero y marzo del año pasado convocaron a las gigantescas manifestaciones intercontinentales contra la guerra en Irak. No importa quién sea el candidato "demócrata" que se oponga a WC. Nuestro deber es apoyarlo, exigiéndole a cambio una política exterior distinta y una restauración de las libertades esenciales de los estadunidenses, que han sido abolidas por la dictadura de los empresarios petroeléctricos.

La primera tarea que nos corresponde como activistas de la campaña anti-Bush es demostrar, a donde quiera que vayamos, el carácter ilegítimo de la "autoridad" que ostenta el ex gobernador de Texas. Porque para "ganar" las elecciones del 7 de noviembre de 2000, éste incurrió en los siguientes delitos: rasuró el padrón electoral, se robó un millón de boletas cuyo cómputo le era desfavorable, dio un madruguete mediático anunciando su falso triunfo y sobornó de distintas maneras a cuatro de los cinco magistrados del Tribunal Supremo para consolidar su impostura. Vayamos a los hechos y a las fuentes.

Después de un fino trabajo de análisis político, en el verano de 1999 los estrategas de WC concluyeron que el proceso se resolvería por un margen mínimo. Nunca las preferencias del electorado estadunidense habían estado tan divididas: salvo un breve margen para los indecisos, "republicanos" y "demócratas" se repartían el pastel, casi casi, por mitades. Entonces comenzó a trabajar la maquinaria golpista.

Katherine Harris, responsable de la campaña de Bush en Florida, "pagó 4 millones de dólares a Database Technologies para repasar el padrón electoral del estado y eliminar del mismo a cualquier sospechoso de tener antecedentes penales. Contó para ello con la bendición del gobernador de Florida, Jeb Bush, hermano de George", escribe Michael Moore en Estúpidos hombres blancos (Ediciones B, 2003). "Harris y Bush sabían que al tachar del censo los nombres de ex convictos impedirían el acceso a las urnas de miles de hombres negros. Huelga decir que los negros en Florida son, en su inmensa mayoría, demócratas. Al Gore recibió el voto de más de 90 por ciento de todos ellos. De todos los que tuvieron permiso para votar, se entiende", añade Moore.

"En lo que parece ser un fraude masivo cometido por el estado de Florida, Bush, Harris y compañía -prosigue el documentalista- no sólo borraron a miles de negros con antecedentes, sino también a miles de ciudadanos negros que no habían cometido un delito en su vida, junto con otros miles de votantes potenciales que sólo habían cometido faltas menores (...) Database hizo lo que se le había mandado. De un plumazo, 173 mil votantes registrados en Florida fueron eliminados del censo a perpetuidad."

Sin embargo, el "triunfo" de WC en Florida fue por demás apretado. Lo explica Moore: "Oficialmente, en Florida Bush obtuvo una ventaja de 537 votos sobre Al Gore. No es temerario afirmar que si se hubiera permitido votar a los miles de ciudadanos negros e hispanos eliminados del censo, el resultado habría sido otro y le habría costado la presidencia a Bush".

El madruguete


La noche de los comicios, una vez que cerraron los colegios electorales, y mientras los estados reportaban sus cómputos locales y confirmaban el pronóstico del empate, entró en vigor la segunda parte del plan. Aunque había "una enorme confusión en torno al recuento de votos en Florida, el hombre estrella a cargo de la cobertura informativa de la cadena Fox News tomó la decisión de anunciar al aire que Bush había ganado en aquella entidad y que, por lo tanto, la presidencia era suya", escribe Michael Moore y se pregunta: "Ƒquién era el encargado de la cobertura de Fox News? Pues nada menos que John Ellis. ƑY quién es John Ellis? Pues el primo de George y Jeb Bush".

Horas antes de aquella comunicación tramposa, otras cadenas, de acuerdo con sus propias encuestas de salida, habían señalado correctamente que el ganador de Florida era Gore. Moore recuerda que entonces la televisión hizo un control remoto desde un hotel en Texas, donde se encontraba WC en compañía de su padre, el ex presidente. "Este se mostraba de lo más fresco, pese a que la cosa pintaba tan mal (...) Los Bush, con sonriente serenidad, parecían una familia de gatos que acabara de zamparse un nido de canarios. Era como si supiesen algo que todos desconocíamos..."

Y así era. Sabían que Database había cumplido su misión, que el primo Ellis y la Fox habían hecho lo propio y, si tampoco por estos métodos conseguían el estratégico estado de Florida, aún les quedaban muchos recursos: los votos de los ciudadanos de Florida residentes en el extranjero, el aparato de gobierno en manos de Jeb Bush y el Tribunal Supremo de Estados Unidos, compuesto por viejos y leales amigos del papá de WC.

A lo largo de los 36 días posteriores, mientras Gore se concentraba en pedir un nuevo conteo en algunos distritos, llegaron los votos de los residentes en el extranjero, en su mayoría integrantes de las fuerzas armadas y de clara tendencia republicana. Estos debían mandar su boleta con matasellos de correo fechado, a más tardar, el 7 de noviembre. Katherine Harris giró una circular especificando que ese requisito no era necesario. Siete meses después, The New York Times investigó que de los 2 mil 490 votos de residentes en el extranjero, 680 fueron enviados con fecha posterior a la elección y no obstante se les reconoció como válidos; de éstos, 544 eran para Bush, quien a la postre "ganó" ese recuento por sólo 537 votos de ventaja, pero si las boletas ilegales hubieran sido anuladas, Gore se habría impuesto por una diferencia de siete votos.

Gore consiguió que en algunos distritos se llevara a cabo el recuento de votos que solicitaba, pero en otros se interpuso el Tribunal Supremo. Mientras ese organismo inventaba pretextos jurídicos para rechazar la petición, alrededor de un millón de boletas cuya tendencia, como en todo el estado, era favorable a Gore, fueron secuestradas por el gobierno de Florida y depositadas en grandes camiones que se dedicaron a pasear por las carreteras de la entidad sin rumbo fijo. Roberto Madrazo habría arrojado aquella papelería a los pantanos de Tabasco. Jeb Bush hizo algo más fino: las ocultó en aquellos transportes que "iban de una ciudad polvorienta a otra para que no las contasen", afirma el venerable escritor Gore Vidal en su panfleto Soñando la guerra (Anagrama, 2003).

"La mañana del sábado 9 de diciembre de 2000 -retoma la palabra Michael Moore, op. cit.-, el Tribunal Supremo tuvo noticia de que los recuentos en Florida, a pesar de todo lo que había hecho el equipo de Bush para amañar las elecciones, favorecían a Al Gore (...) El tribunal contaba entre sus miembros con Sandra Day, que fue nombrada por Ronald Reagan, y estaba presidido por William Rehnquist, hombre de Richard Nixon. Ambos eran septuagenarios y esperaban poder retirarse bajo una administración republicana" (de modo que les interesaba especialmente la "victoria" de WC).

Otros dos jueces, "abiertamente reaccionarios", matiza Moore, estaban involucrados con Bush mediante intereses familiares. Uno de ellos era Clarence Thomas, cuya esposa, Virginia Lamp Thomas, acababa de incorporarse al equipo de WC como head-hunter. El otro era Antonin Scalia, cuyo hijo, Eugene Scalia, era abogado del bufete Gibson, Dunn & Crutcher, que representaba a Bush ante el propio Tribunal Supremo.

Estos cuatro delincuentes -Day, Rehnquist, Thomas y Scalia- desecharon todos los recursos interpuestos por Gore, que a fin de cuentas habría triunfado en Florida por 393 votos, y elevaron al poder a la junta golpista, convirtiendo a Estados Unidos en una dictadura bananera. El único juez que votó en contra fue John Paul Stevens, quien, citado por Gore Vidal, señaló a su turno: "Aunque quizá no sepamos nunca, con absoluta certeza, la identidad del ganador de la elección presidencial de este año, la del perdedor es clarísima. Es la confianza del país en los jueces como custodios imparciales del estado de derecho".

"ƑQué nos depararán los próximos cuatro años? -escribió Vidal el 15 de enero de 2001 en The Nation. Y con voz profética anticipó el futuro-: Los militares (Cheney, Powell y demás) llevarán la batuta y todo el país se mantendrá en constante alerta..." Así, en efecto, como piezas de un plan preconcebido para el cual era indispensable el "triunfo" de WC a cualquier precio, llegaron el 11 de septiembre, la invasión de Afganistán, el martirio de Irak, el autoritarismo planetario de Bush... y los agentes de la FBI al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Pero la historia del fraude electoral de 2000 puede repetirse en 2004: el panorama es más o menos el mismo. Si hoy fueran los comicios presidenciales en Estados Unidos, 48 por ciento votaría por Bush y 46 por ciento por un candidato demócrata, según la más reciente encuesta de The Washington Post y la cadena ABC.

Por lo tanto, el estado de Florida, en donde Jeb también intentará relegirse, volverá a ser crucial. Tal vez no sea una mala idea que desde ahora vayamos organizando contingentes de observadores electorales que vigilen el proceso en aquella entidad. Los mexicanos podemos aportar mucho al respecto pues Florida y Tabasco tienen cuatro características en común: quedan en el Golfo de México, poseen grandes extensiones pantanosas, crían lagartos silvestres y cuentan con una clase política corrupta y proclive al atraco en despoblado. Asimismo debemos poner especial empeño en la supervisión de los viajes de Madrazo Pintado al vecino país.

[email protected]

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email