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México D.F. Lunes 22 de diciembre de 2003

Una explosión dejó 25 heridos en los festejos por la caída de Fernando de la Rúa

Investigará el gobierno argentino el atentado del sábado en Plaza de Mayo

Kirchner, firme en su posición de mantener a la policía a distancia de las movilizaciones

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires, 21 de diciembre. El gobierno del presidente argentino, Néstor Kirchner, investigará la explosión de una bomba escondida en un cesto de basura de la céntrica Plaza de Mayo, que la víspera dejó 25 heridos durante un acto para recordar el segundo aniversario de la caída de Fernando de la Rúa.

Sólo dos jóvenes de 21 años continúan hospitalizadas; la explosión tuvo un objetivo claro: empañar una jornada de manifestaciones que había transcurrido pacíficamente.

Este atentado ocurre además en momentos en que el gobierno intenta mantener a distancia a las fuerzas de seguridad de las manifestaciones, y no ordenar la represión, tema que a Kirchner le ha costado fuertes ataques de la derecha conservadora, en cuyos boletines el mandatario aparece como un "encubridor" de la "subversión piquetera", en alusión a los movimientos de pobres y desocupados.

Y aunque algunos líderes piqueteros acusan al gobierno, no parece ser Kirchner el beneficiario de estos hechos. Lo cierto es que los llamados sectores más "duros" de los movimientos piqueteros marcharán este lunes para exigir respuestas, mientras muchos lamentan que la causa vaya a parar a manos del juez menemista Norberto Oyarbide, salvado del juicio político por la derecha peronista.

El líder de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), Juan Carlos Alderete, evitó acusar al gobierno, pero reclamó una investigación "en serio" sobre la explosión.

Tanto el Polo Obrero como los dirigentes Vilma Ripol, del Movimiento Socialista de Trabajadores (MST), y Raúl Castells, del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados, ponen el dedo acusador sobre el gobierno. "No sé si fueron lo autores materiales, pero sí los intelectuales", sostuvo Castells, y fue más lejos al asegurar que esto era lo que pedían la Unión Industrial Argentina y la Cámara de la Construcción, en referencia a alguno de los sectores económicos que hace tiempo demandan a Kirchner reprimir a los piqueteros.

En este contexto, el periodista y analista Eduardo Aliverti ha manifestado su preocupación puesto que hace unos días "y por primera vez Kirchner se equivocó de discurso", en alusión a la entrevista en la que el mandatario criticó la acción "disolvente" de las asambleas barriales nacidas al calor del estallido social de diciembre de 2001 por parte de grupos de izquierda. También criticó el manejo clientelar de algunos grupos de desocupados, en alusión al Polo Obrero -que no sólo es duro con el gobierno, sino con casi todos los sectores izquierdistas- y a Izquierda Unida (IU), encabezada por el Partido Comunista.

En este caso, algunos analistas cercanos al gobierno admiten que el presidente esperó una actitud, si bien no de apoyo total de la IU, la más importante fuerza de la izquierda, de crítica constructiva, y un mínimo reconocimiento de algunos esfuerzos realizados.

Pero lo que también se reprocha al presidente es que no haya hecho referencia a la utilización clientelar de los planes Trabajar por algunos jefes municipales de su Partido Justicialista (peronista, fuertemente dividido), que tienen una historia larga en este aspecto y que incluso han usado patotas (grupos de choque) para amenazar a opositores.

Por lo pronto, el desafío es investigar a fondo la explosión de la víspera y, en ese marco, ubicar a algunos manifestantes que estaban en el lugar donde ocurrió la explosión y que sorpresivamente intentaron impedir que los reporteros gráficos filmaran los sucesos. Castells, quien sostuvo que evidentemente el "objetivo no era matar, pero sí lastimar a la mayor cantidad de gente posible", descartó "absolutamente" que la bomba haya sido producto de una "interna piquetera", versión que también circuló.

Más allá de la gravedad del hecho, ahora surge el debate: hay quienes sostienen que lo mejor de este momento es la "recuperación de la política". Otros destacan los logros del gobierno, con la depuración de una despretigiada Corte Suprema de Justicia, sin lo cual nada de lo que se intente bien podría realizarse; la disolución de algunos nichos de corrupción, la decapitación de la cúpula militar, y la posibilidad de juzgar aquí o afuera a los responsables de los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura (1976-83), lo que no es poca cosa.

También destacan la depuración policial y la posibilidad de que comiencen los juicios en causas de corrupción que a su vez envuelven otros crímenes. Este es el caso de la voladura de todo un pueblo, Río Tercero, en la provincia de Córdoba, en 1995, para encubrir el faltante de explosivos en el caso de la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador, tema pendiente de la justicia, como tantos otros de los 10 años de administración de Carlos Menem.

En este escenario de discusiones y divisiones, Marta Dillon, analista del diario Página 12, se pregunta: "ƑCómo pudo suceder que si hubo una salida colectiva ante el estado de sitio (decretado por De la Rúa, lo que desató el cacerolazo) y la amenaza de represión, ahora existe exasperación frente a los piquetes que no rompen portones, pero siguen pidiendo lo mismo?"

"ƑSomos los mismos de aquella explosión de la madrugada (de 20 de diciembre de 2001) los que vemos pasar los recordatorios de la jornada, mirando el mapa de las marchas para esquivarlas?", interroga.

El analista José María Pasquini Durán estima a su vez que "los actos, salvo la explosión todavía no esclarecida en la Plaza de Mayo y otros incidentes menores, dieron testimonio de la capacidad de esas organizaciones para manifestar sus opiniones en pacífico orden. Es una conducta que merece ser reconocida".

Pero también tienen que interrogarse algunos dirigentes del movimiento piquetero, porque éste ya no es un conjunto homogéneo. Suman 8 por ciento de todos los desocupados y sin duda son los que ponen cada día el dedo en la llaga y por eso la movilización de ayer fue mayoritariamente piquetera, pero en esa jornada, hubo lamentables enfrentamientos entre unos y otros, o con militantes de izquierda y familires de caídos, como si no hubieran estado juntos cuando el momento fue decisivo. Es cierto que muchos de los que habían estado en diciembre de 2001 ya no salieron a las calles ayer, y en mucho se debió a la propaganda de algunos medios que hablaban de violencia.

Sin embargo, emocionó ver a las 200 asambleas que quedan en pie, aunque raleadas no sólo porque "los burgueses que tenían ahorros" ya no protestan, sino porque "no hubo una oferta responsable, un lugar para marchar todos", como dijeron algunos de sus dirigentes. Ahora la semana estará cruzada por el debate de lo que pasó en la Plaza de Mayo ayer: Castells tira con munición gruesa y amenaza al gobierno con que "si no entiende el problema le puede pasar lo mismo que a Fernando de la Rúa"; el ministro del Interior, Aníbal Fernández, responde que Castells "sabe positivamente" que el gobierno no es responsable, y le recuerda a Alderete los planes para desocupados; el trabajo de la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, quien ha logrado muchos avances en su sector, donde hay aportes para las fábricas recuperadas por los trabajadores, mientras el gobierno ha reabierto talleres ferroviarios y ramales para llegar otra vez a pueblos perdidos, generando esperanzas.

Sin embargo, lo que se reclama a Kirchner -cuya popularidad permanece alta, con 77 por ciento de aprobación, aunque la valoración de su gobierno bajó 21 puntos, para quedar en casi 52 por ciento- es en el campo de la economía, cuando continúa el temor de que finalmente el Fondo Monetario Internacional imponga sus nuevas medidas de ajuste.

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