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México D.F. Miércoles 10 de diciembre de 2003

Emilio Pradilla Cobos

Popularidad versus política urbana

En tres años de ejercicio, Andrés Manuel López Obrador, jefe de Gobierno del Distrito Federal, ha alcanzado tal popularidad que muchos lo colocan en muy buena posición en la carrera hacia la Presidencia en 2006. Este alto nivel de popularidad indica que tiene aceptación en todas las capas sociales -bajas, medias, altas- y que goza de notoria benevolencia de los medios de comunicación, sobre todo de televisión, controlados mayoritariamente por empresarios conservadores. Esta popularidad, que parece ser el objetivo de todas las acciones del jefe de Gobierno, se sustenta tanto en el fracaso del gobierno de Fox como en su audaz política pragmática de dar "igualitariamente" beneficios a todos los estratos sociales.

Si exceptuamos su improvisado y apresurado programa de creación de 16 preparatorias y una universidad, su política social se resume en repartir apoyos monetarios limitados, orientados al consumo inmediato, a los adultos mayores de todas las clases sociales -el de mayor cobertura-, a discapacitados, a hijos de madres solteras y a algunos desempleados; igual orientación tienen los microcréditos, que, en el mejor de los casos, apoyarían la informalidad. Esta política asistencialista utiliza el sistema de cheques o tarjetas de crédito para evitar la creación de cualquier institución social que permita y garantice otro tipo de atención estructural a estos sectores, dado que la considera un gasto burocrático suntuario. De ahí su popularidad, manejada corporativamente, en los sectores populares que reciben mayoritariamente estos apoyos; en la pobreza, "de lo perdido, lo que aparezca".

López Obrador ha privilegiado la construcción de obras nuevas monumentales, que se inauguran con gran publicidad, antes que el mantenimiento y la modernización de la infraestructura y los servicios existentes, muy deteriorados. Es notoria su opción por las grandes vialidades para el transporte en automóvil -segundo piso de Periférico y Viaducto, puentes de Santa Fe, distribuidor Zaragoza, Eje Troncal Metropolitano-, que servirán a 17 por ciento de población más rica de la ciudad, y el congelamiento del mejoramiento y ampliación de los sistemas colectivos de transporte, para el 83 por ciento restante. Su objetivo: la popularidad entre los sectores de ingresos medios y altos. La remodelación del corredor turístico Reforma-Alameda-Centro Histórico es una concesión, sin pedir nada a cambio, a los sectores empresariales, en particular a Carlos Slim, el empresario más rico de México y América Latina. Igual sentido tienen sus poco exitosos parques industriales de alta tecnología. El corredor Basílica-Catedral y la Plaza Mariana son su ofrenda a la alta jerarquía católica.

Su política de ordenamiento urbano, reducida al simplista bando 2, aplicada sin soporte en un programa de desarrollo urbano democráticamente consensuado, manejada a discreción e ignorada por su propia política de vivienda, intenta -esperamos que sin éxito- el imposible y errado retorno al pasado de ciudad monocéntrica, con concentración del empleo, el comercio, los servicios y la vivienda en una porción insuficiente del territorio, e incremento de los caóticos desplazamientos en la inmensa metrópoli.

Su "austeridad republicana", que somete los asuntos de Estado a su moral personal, ha significado desmantelar muchas instancias de gobierno, debilitar otras, y oponerse a la creación o el fortalecimiento de instituciones autónomas necesarias para garantizar los derechos humanos y sociales de los capitalinos, sin depender de la voluntad personal del gobernante. López Obrador optó por adelgazar al límite la administración, con beneplácito de los neoliberales, en vez de aplicar una reforma fiscal y tarifaria equitativa que grave a los que más tienen y ganan, pero que tendría un costo para su popularidad entre las capas medias y altas y los empresarios.

Su estilo de gobernar está marcado por la personalización, el verticalismo autoritario, el verbalismo sin contenido, el pragmatismo, el desprecio a los órganos legislativos y la manipulación de la participación ciudadana; echa raíces en el pasado, más que en la construcción de un futuro democrático. Toda caracterización política es limitada, pero podemos adelantar que esta política urbana se ubica en algún lugar entre el desarrollismo modernizante y el neoliberalismo, no en la izquierda; algunos argumentan que se trata de un populismo conservador poco elaborado. ƑHabrá que buscar la explicación de la popularidad en la desinformación y despolitización de los mexicanos?

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