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México D.F. Miércoles 26 de noviembre de 2003

La aparición de tres libros de su autoría marcan un momento relevante en su creatividad

Explora Blanco en un poemario su fascinación por las piedras

Tarde o temprano las personas seremos literalmente cenizas, expresa el poeta

Ha escrito obras relativas a los reinos mineral y animal, y prepara una para el vegetal

PABLO ESPINOSA

El poeta Alberto Blanco da a conocer su nuevo poemario, El libro de las piedras, al mismo tiempo que aparece Luna de hueso, libro que preparó al alimón con Francisco Toledo. Asimismo, circula con singular éxito El hombre: imagen y semejanza, también de aparición reciente. La puesta en vida de tres libros de uno de los creadores mexicanos más trascendentes es un acontecimiento de relevancia.

Mi casa no es distinta/ a las hojas de un libro. / De su nombre me acuerdo/ de una jaula y la aurora. / Mi casa se fue haciendo/ lentamente en las noches/ de sueños industriosos/ que con regularidad/ soñó mi padre.

blanco_alberto_OKEl libro de las piedras (al que pertenece ''Micas'', el cual reproducimos entre los párrafos de esta entrevista) fue publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) en su colección Práctica Mortal, y está dividido en cuatro apartados: Metales, Minerales, Rocas y Piedras preciosas. Luna de hueso, en tanto, está editado por Alfaguara y fue presentado hace unos días en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil. El hombre: imagen y semejanza, dado a conocer por Planeta, es una colección impresionante de definiciones del ser humano realizadas por poetas y al mismo tiempo constituye una bitácora de lecturas que comparte Alberto Blanco, quien también nos convida en entrevista su sabiduría:

Y allí donde estuvo fincada/ se fincará de nuevo/ Porque mi casa se fue haciendo/ poco a poco grande/ según la vieja tesis/ De que en medio van los fines/ y hasta el final los medios

Descendiente de mineros

-¿Cómo es la historia y la genealogía que llevaron a la concreción de El libro de las piedras?

-La historia viene de lejos. Las familias de mi padre y de mi madre trabajaron en las minas. La familia de mi padre, a quien está dedicado el libro, es de mineros. Mi abuelo lo es. Llegó de España a trabajar en las minas. Mi padre nació en un mineral, en Tlalpujahua, Michoacán, y después se hizo metalurgista y trabajó también ensayando en las minas, así que a mí desde niño me tocó conocer ese aspecto del trabajo con las piedras, con los metales.

''Por el lado de mi mamá también la familia trabajó en las minas, pero en circunstancias muy distintas. Mi mamá es del norte de Sonora, de hecho ella nació en un pueblito de Arizona, en el que se extrae mucha turquesa, pero la familia es de Cananea. Ella nació y creció en Cananea y mi abuela trabajó entonces en la compañía como se decía entonces, en la minera de Cananea. Son minas de cobre que originalmente eran de socavón; es decir, había que hacer agujeros para sacar el mineral y después se convirtieron en minas que se llaman de tajo abierto.

''Así que para mí es muy significativo, porque expresa en gran medida el carácter de mis padres. El de mi madre es de mina abierta, vamos a decirlo así, y el de mi padre es de socavón profundo. Ya desde ahí en términos de la historia familiar hay un interés por las piedras, por los minerales, pero yo creo que es un interés que hemos sentido muchísimos escritores y artistas a lo largo de milenios.''

Debajo de la mina/ y encima del calor/ está mi casa.

Polvo enamorado

-¿No es el tema en sí mismo una mina poética por antonomasia?

-Hay una fascinación humana por las piedras. No me parece una casualidad que sea una práctica generalizada el que a los muertos se les quiera celebrar con piedras. ¿Qué son las lápidas y no? ¿por qué acudimos a las piedras cuando queremos subrayar la idea de permanencia o de vida continua? Bueno, pues también porque lo que nos ha tocado conocer en la Tierra es lo que nos da una impresión de mayor perdurabilidad. En relación con una vida humana nos parecen punto menos que eternas las piedras y sin duda en ese sentido saben mucho más que nosotros: tienen aquí mucho tiempo, no se mueven demasiado, se reproducen también muy despacito.

''Forman parte de nuestra historia inclusive íntima: nosotros también somos piedra; tenemos un esqueleto que es prácticamente una estructura mineral y tarde o temprano vamos a ser literalmente cenizas. O polvo -sonríe el poeta y glosa-, pero polvo enamorado.''

Mi casa de mica/ se fue haciendo chica/ conforme los años/ fueron dejando mondas/ las ramas de cobre/ de su árbol de levas.

-¿Cómo fue la decisión de unificarlas, integrarlas, llevarlas a un poemario?

-Al final de cuentas no sé por qué. Nada más te puedo decir que era una necesidad interior que yo sentía desde hace mucho y tal vez la inquietud me nació cuando logré darle forma a un libro de pájaros hace muchos años que publicó Toledo, que es un libro-álbum, un poemario-álbum en el que aparecen muchos pájaros. Y después reuní ese con otro libro de poemas dedicados a otros animales y aparecieron juntos en El

corazón del instante, en un capítulo, bajo el título de El libro de los animales y yo sentía que tarde o temprano iba a haber un libro de piedras, como ahora sé y es un hecho que habrá un libro corazón del instante, en un capítulo, bajo el título de El libro de los animales, y yo sentía que tarde o temprano iba a haber un libro de piedras, como ahora sé y es un hecho que habrá un libro de plantas. Ese es un anhelo de llegar a tener un libro de cada uno de los tres reinos.

Y la sabia bujía/ que ardió en la noche/ no tuvo más remedio/ que acostumbrarse/ a la transparencia/ de la incertidumbre.

-¿Y la división de las piedras en esos cuatro grupos?

-Es simplemente una manera de organizarlo. Se trata de un libro evidente y eminentemente terráqueo, y de todos los números el que más conviene a la tierra en los aspectos terrenales es el número 4. Me parecía perfectamente coherente que tuviera una división cuatripartita. Pero además no tuve que forzar nada, porque realmente son las grandes familias en las que podemos dividir a las piedras: metales, minerales, rocas y piedras preciosas. Podría ponerse en tela de juicio la última división, la de piedras preciosas. Pero más que se justifica y me da una organización además bien balanceada en cuanto al número de poemas. Son 49 poemas en total. Empieza con el hierro, termina con el diamante, con un verso que, creo, en buena medida resume este trabajo: hay que sacar mucha tierra para dar con un diamante.

Más poemas dedicados a las plantas

-¿Cómo fue esta aventura, este trabajo de excavar y de abrir tajos?

-En este caso particular el corpus del libro, el centro, se dio casi en una sentada. Esa es la verdad. Y después ya vino un trabajo más de metalurgia que de minería, más de purificar, pulir, decantar, pero el grueso del trabajo ya estaba hecho y en una sola sesión.

-¿Y el libro de las plantas, cómo va?

-Es un poco prematuro hablar de ello, sin embargo ya han sucedido cosas. Pasó algo en relación con el trabajo de Vicente Rojo, que por cierto está imbricado también en este libro, porque aquí hay 15 poemas que bajo el título de Magma se utilizaron para un libro de volcanes que hicimos juntos y poco después él hizo una serie de gouaches muy bellos con el tema de los jardines.

''Desde que los comenzó a hacer -vi cuando empezó ese trabajo en Cuernavaca-, me dieron muchas ganas de escribir en relación con esas obras. Pero no lo hice y después salió un catálogo muy bonito y escribieron otros escritores, escritores españoles, y yo dije bueno, ya se fue la oportunidad y el momento de hacerlo, pero seguí sintiendo la gana de escribir poemas en relación con esos gouaches y después salió un libro enorme y muy bello que publicó El Colegio Nacional, con todos esos trabajos en color, muy hermoso, y pensé que ésta habría sido una oportunidad maravillosa para haber hecho algo juntos, pero tampoco lo hicimos. Ni lo platicamos, yo nunca le dije a Vicente que sentía eso. Y él me regaló ese libro y, contra su costumbre, no sé por qué, no me lo dedicó, y cuando llegué a la casa y me di cuenta que no me lo había dedicado tomé eso como una señal y sentí de inmediato que no me lo había dedicado porque ese libro no era mío, y en ese momento dije: ahora es cuando, si yo he sentido la gana de escribir sobre estos jardines, voy a escribir un poema para cada uno de los jardines que son 35 y se lo voy a regresar a Vicente Rojo, porque el libro es suyo, y eso fue lo que hice, me llevó buen tiempo escribir un poema para cada jardín y cada poema está dedicado a una planta. Lo imprimí con una tipografía lo más cercana posible al libro original, lo pegué con mucho cuidado faz a faz, vis a vis con los dibujos de Vicente y se lo llevé de regalo, yo nunca lo he visto tan emocionado. Fue un momento realmente maravilloso. Ahora ese libro ya está, es inédito, pero ya existe. Eventualmente habrá más poemas de plantas, siento. Tengo mucha gana de trabajar más poemas de plantas en relación con el Jardín Botánico de Santo Domingo, en Oaxaca, donde tanto han trabajado muchos pintores. Siento esa inclinación.

Desde entonces mi casa/ es una ventana abierta/ y un paisaje interior/ que ha hecho lumbre/ con el alma de hierro/ de un puñado de visiones.

(Mañana a las 19:30 horas en el restaurante El breve espacio, en Alvaro Obregón 275, colonia Roma, y como parte del ciclo Hora del amigo: escritores al 2x1 que organiza el CNCA, Alberto Blanco conversará sobre El libro de las piedras, con Luis Cortés Bargalló, quien a su vez comentará su libro Al margen indomable.)

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