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México D.F. Miércoles 19 de noviembre de 2003

José Luis Soberanes Fernández *

La república de los derechos humanos

El reciente encuentro entre organizaciones no gubernamentales defensoras de derechos humanos, comisiones estatales y la CNDH se singularizó por ser una reunión libre, plural y sin exclusiones, que congregó en un mismo lugar y por vez primera a representantes de más de 650 ONG de derechos humanos (las más representativas de cada estado de la República), organismos públicos defensores de las garantías básicas de 27 entidades federativas y a la CNDH. No es un exceso decir que en Puerto Vallarta, Jalisco, se reunió la república de los derechos humanos.

Fue, como todos pudimos constatarlo, un encuentro libre, sin sectarismos ni discriminaciones, sin consignas ni arreglos previos, al que fueron quienes quisieron y se dijo lo que cada quien quiso exponer. Más allá de las inevitables diferencias por tanta diversidad, no hubo descalificaciones ni discriminaciones. Vallarta fue un ejercicio de libre expresión y, a pesar de algunas apariencias, de responsabilidad.

En el encuentro reconocimos lo mucho que la sociedad mexicana debe al esfuerzo, tenacidad y fuerza de las convicciones de los organismos civiles en contra de los abusos del poder, de la tortura y de otras manifestaciones de autoritarismo y antidemocracia. También coincidimos en que todos estamos en una nueva etapa de la lucha, destacando la importancia estratégica de profundizar en la cultura de la legalidad como el único entorno en el que los derechos humanos pueden volverse conquista irreversible.

Peso específico tuvo la presencia del presidente Fox, quien aceptó acudir al encuentro a sabiendas de que encontraría una audiencia brava, irreverente, difícil si se quiere, porque así era la convocatoria (se invitó a todo mundo, a las ONG modestas, a las ricas, a las famosas y a las anónimas, a las expertas y a las inexpertas, sin filtros), y así se le hizo saber al mandatario, quien no encontró obstáculo en ello para asistir, lo cual, ciertamente, le honra.

Hay que decir que el incidente de la interpelación y el reclamo fue magnificado por algunos medios. Al encuentro fueron invitadas aproximadamente 650 ONG, pero llegaron más de 800. Un grupo pequeño, de los que no avisaron que irían, fue el que directamente cuestionó al Presidente sobre los casos -indudablemente sensibles- de Digna Ochoa, Chiapas, Ciudad Juárez, las pensiones a jubilados, las privatizaciones de empresas estatales, etcétera. Exigencias vehementes de justicia social y de justicia a secas, cuya trascendencia todos reconocemos pero que quizá hubieran podido ser abordadas con más tacto y cortesía.

En mi opinión, el incidente es parte del saldo positivo del encuentro, pues más allá de las asperezas retóricas hay que verlo como signo de los nuevos tiempos, en los que el Presidente de la República ya no es el icono intocable y sagrado del pasado, sino un ciudadano más (el primero entre sus pares) que, justo por su investidura, puede ser objeto de reclamos y exigencias, y responder al mismo tiempo como parte de un diálogo civilizado. La respuesta de Fox a los reclamos no me pareció excesiva. Al contrario de lo que se afirmó en los medios, la suya fue una respuesta tolerante y respetuosa. En la democracia, hasta el Presidente puede defender su derecho a hablar, Ƒno?

Coincidimos en que hoy no bastan los reclamos y las denuncias, sino que a éstos deben acompañarlos la capacidad de hacer propuestas concretas. Que a la independencia o a la autonomía -irrenunciables- hay que sumar la productividad social. Que necesitamos una gran alianza entre todos los que compartimos la trinchera de los derechos humanos, trátese de ONG, organismos públicos de derechos humanos e inclusive instancias gubernamentales, para enfrentar excesos, abusos e irregularidades que en este campo aún subsisten. Para enfrentar la impunidad.

Hubo apoyo claro a la CNDH -lo digo sin falsas modestias y sin petulancia- por dos iniciativas singulares: el informe sobre desaparecidos políticos de la década de los 70 y la propuesta de un fiscal especial, por una parte, y el próximo informe que presentaremos sobre el feminicidio en Ciudad Juárez, cuestión, esta última, que nos ha unido a todos contra la impunidad, el silencio y el desprecio.

Lo que sigue es concretar acuerdos y propuestas, materializar los recursos y apoyos, optimizar la sinergia alcanzada. Por ejemplo, la asesoría jurídica que le fue solicitada a la CNDH por numerosas ONG y organismos públicos de derechos humanos. Lo que sigue es una relación más estrecha y productiva entre todos los defensores de derechos humanos, para hacer valer con más fuerza nuestra voz ante los gobiernos y la sociedad. Lo que sigue es no permitir que sectarismos nos separen ni claudicaciones nos dividan y debiliten. Vallarta ha sido, por ello, una contribución fundamental para ensanchar y profundizar el horizonte de los derechos humanos en México.

* Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

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