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México D.F. Jueves 13 de noviembre de 2003

Buenos Aires estima que el intento frustrado "no es una acción aislada"

"Burdo" espionaje contra Argentina desencadena bajas en el ejército chileno

Por la torpeza, no se descarta complot contra oficiales leales al presidente Ricardo Lagos

XIMENA ORTUZAR ENVIADA

Santiago, 12 de noviembre. Como "bochornoso, inconcebible, inaceptable y estúpido" ha si-do calificado el frustrado caso de espionaje en el consulado argentino de la ciudad chilena de Punta Arenas, protagonizado el do-mingo anterior por dos miembros en servicio activo del ejército de este país.

Los calificativos corresponden a altas au-toridades chilenas, y a ellos se suman los de la opinión pública, que añade: "impresentable, vergonzoso y sospechoso."

Durante la noche del sábado el suboficial de ejército Luis Robles Ricus, perteneciente a la unidad de inteligencia de la Región Militar Austral, ingresó subrepticiamente al consulado de Argentina en Punta Arenas y permaneció allí cumpliendo una "misión", al parecer confiado en que el domingo la sede diplomática estaría cerrada.

En la mañana del domingo el cónsul ad-junto, José Andrés Basbus, fue a su oficina para registrar el voto de un ciudadano argentino residente en la ciudad, para la elección de gobernadores que se realizaría ese día en la provincia de Chubut.

El ingresar al despacho del cónsul, el funcionario encontró la caja fuerte abierta y sobre el escritorio la carpeta de documentos oficiales y confidenciales, que ya habían sido fotocopiados, engrapados y encarpetados.

Relata Basbus: "En ese momento apareció una persona, que al parecer venía del baño; al verme se abalanzó sobre el escritorio para recuperar los papeles y algunas de sus pertenencias. Logré evitar que se llevara todo lo que quería llevarse".

El su rápida huida el "visitante" dejó olvidado su saco, su documento de identidad y un permiso para portar armas. Otro saco denuncia la presencia de una segunda persona que habría huido antes, sin ser vista.

Los frustrados espías dejaron abandonada una cámara filmadora con un casete adentro, en el que grabaron las dependencias del consulado y las áreas de seguridad del mismo.

Robles pertenece a la unidad de contraespionaje de la Región Militar Austral. El otro individuo estaría identificado como miembro de la fuerza aérea y también integrante de la mencionada unidad de contraespionaje, cuya misión es neutralizar las labores de inteligencia en Chile de servicios extranjeros. La identidad del militar no ha sido revelada.

Encarar el papelón

La denuncia del cónsul adjunto argentino de-sató un sismo político-diplomático en Chile y Argentina.

El presidente chileno, Ricardo Lagos, citó de urgencia a las ministras de Defensa y de Relaciones Exteriores, Michelle Bachelet y Soledad Alvear, para decidir cómo encarar el asunto. Se decidió que el tema quedara en manos del Ministerio de Defensa.

En Buenos Aires, el presidente argentino, Néstor Kirchner, pidió al canciller Rafael Bielsa declarar que el incidente era "serio y grave", y que el gobierno espera una investigación de los hechos.

Lagos llamó personalmente a Kirchner y le garantizó esa investigación, a fondo y en el menor tiempo posible.

La ministra Bachelet declaró que lo ocurrido era "inconcebible e inaceptable". La canciller Alvear dijo que se investigaría "si el episodio fue un caso de espionaje".

El comandante en jefe del ejército, general Juan Emilio Cheyre -cuya cabeza pedían algunos políticos -, puntualizó que la acción de los militares en el consulado argentino era "absolutamente prohibida y estúpida".

Analistas chilenos calificaron el incidente como "el más serio" desde que Argentina y Chile normalizaron sus relaciones tras la cuasi guerra de 1978 por el canal del Beagle.

El lunes en la tarde fue entregado el comunicado oficial del Ministerio de Defensa, en el cual se asentó: "en el día de ayer personal en servicio activo de la unidad de inteligencia de la Región Militar Austral, actuando en forma independiente y sin instrucciones su-periores, ingresó al recinto del consulado de la república argentina en Punta Arenas, lo que ha afectado seriamente las políticas de gobierno y contraviniendo normativas institucionales vigentes".

Es decir, aun antes de tener los resultados de la investigación sobre este grave incidente se estableció la "responsabilidad personal" de los implicados.

El documento agregó: "sin perjuicio de los resultados de las investigaciones judiciales y administrativas, las autoridades han cursado la baja inmediata del teniente coronel de ejército Víctor Hugo Poza Reyes, jefe de la unidad de inteligencia mencionada, por su personal responsabilidad en los hechos".

Asimismo, el comunicado informó que el comandante de la Región Militar Austral, general de división Waldo Zauritz Sepúlveda, "asumiendo la responsabilidad final del mando, ha presentado su renuncia, la cual le ha sido aceptada".

En dicho comunicado se indicó que por ex-presas instrucciones del presidente Ricardo Lagos se inició "una revisión y perfeccionamiento de los procedimientos y regulaciones de inteligencia".

Quedaba claro que los protagonistas del espionaje fallido carecían de la competencia necesaria para tales tareas. Eso provocó lo que la prensa local calificó de "papelón mundial" y "vergüenza nacional". La decisión oficial fue mejorar el nivel de los espías.

Las informaciones disponibles respecto de la operación indican que hay al menos cuatro uniformados directamente implicados que cumplían una misión autorizada por el jefe de la unidad de inteligencia de la zona, versión que no ha sido ratificada oficialmente.

Los expertos enfatizan que en una institución tan jerarquizada como el ejército chileno son impensables "las acciones personales no autorizadas".

Cuarenta y ocho horas después que se hi-ciera público el incidente en Punta Arenas, un comunicado conjunto de las cancillerías de ambos países dio por superada la situación.

El martes anterior, el presidente Lagos informó que la destitución de los dos oficiales militares antes mencionados fue decidida tras una reunión realizada el lunes en la mañana con los tres comandantes en jefe de las fuerzas armadas.

A su vez, el general Cheyre dijo que recibió un llamado de su par argentino desde Sudáfrica, gesto que calificó como "la señal más clara de que nuestra relación de confianza se encuentra intacta".

En Santiago, el embajador argentino, Carlos Abihaggle, insistió en la gravedad de los hechos, pero valoró la "celeridad y la rigurosidad" con que el tema fue tratado. Pero la versión oficial no convenció a todos.

Miembros del gobierno de Kirchner pusieron en duda que el incidente haya sido superado. El ministro de Defensa, José Pampuro, insistió en la gravedad del hecho y dijo que Buenos Aires esperaba "conocer a fondo los motivos que llevaron adelante la intromisión de estas personas en el consulado".

El jefe de gabinete de la cancillería argentina, Eduardo Valdés, aseguró a la televisión de su país que el intento de espionaje "no es una acción aislada".

A las dudas de los argentinos contribuyó la declaración del embajador chileno en Buenos Aires, Juan Gabriel Valdés: "Creemos que estos dos oficiales actuaron orgánicamente, porque alguien de la misma fuerza los había mandado a hacer este operativo", en alusión al pase a retiro obligado de Víctor Hugo Poza, jefe de la unidad de inteligencia de la zona en que ocurrieron los hechos.

Valdés contradijo así el comunicado del Ministerio de Defensa del lunes anterior.

Según el diario La Nación de Buenos Ai-res, "en el gobierno argentino comenzaron a analizar las diferentes hipótesis no obviando un dato sugerente: la torpeza de los espías, que no tomaron recaudos para evitar ser descubiertos, 'olvidaron' documentación personal en el lugar del hecho al escapar y casi no opusieron resistencia física cuando el cónsul José Basbus forcejeó con uno de ellos".

De acuerdo con el matutino, las autoridades argentinas no descartarían un complot contra Michelle Bachelet o un sabotaje de "sectores políticos y militares chilenos inconformes con el acercamiento de los dos países, y en especial a partir de la buena relación entre Kirchner y Lagos".

También trascendió que Argentina no descarta hacerse parte de la investigación judicial en Chile.

Caída de un "general estrella"

La gravedad del intento de espionaje en Punta Arenas queda determinada por las medidas que desencadenó: aceptar la renuncia del comandante de la Región Militar Austral y sexta antigüedad del ejército, general Waldo Zauritz, fue la más connotada.

El uniformado era hombre de confianza del comandante en jefe de la institución, Juan Emilio Cheyre, y del gobierno, los que habían autorizado su ascenso a la quinta antigüedad para el alto mando de 2004.

La otra fue la baja inmediata al teniente coronel Víctor Hugo Poza Reyes "por su personal responsabilidad en los hechos".

Al convertirse en enero próximo en la quinta antigüedad institucional, Zauritz Se-púlveda -experto en inteligencia- asumiría un nuevo e importante cargo: comandante general de la guarnición de la Región Me-tropolitana y del Comando de Industria Militar e Ingeniería.

En los primeros años de transición democrática -tras la derrota de Augusto Pinochet en el plebiscito de 1988- formó parte del equipo del general Jorge Ballerino, en el comité asesor del comandante en jefe del ejército (Pinochet), que negoció con la Concertación -hoy gobernante- los alcances y límites de esa transición.

Por esos méritos, Zauritz Sepúlveda recibió las condecoraciones Estrella Militar de las Fuerzas Armadas, en los grados de Estrella Militar, Estrella al Mérito Militar y Gran Estrella al Mérito Militar.

El burdo y grotesco episodio del domingo puso fin a su carrera.

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