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México D.F. Martes 21 de octubre de 2003

En Alemania y Europa, marcado por los movimientos estudiantiles de los años 60

Para desarrollar el teatro de calle, los artistas deben "aprender el lenguaje de los lobos"

ARTURO CRUZ BARCENAS ENVIADO

Zacatecas, 20 de octubre. Ante la falta de presupuesto para desarrollar el teatro de calle, los artistas no deben esperar el mecenazgo del Estado, sino "aprender a hablar el lenguaje de los lobos sin ser lobos", para conseguir mayores recursos, expresó el director artístico del segundo festival internacional de dicha manifestación dramatúrgica, que se realiza en esta ciudad y que en su tercer día de actividades presentó la conferencia Nuestras calles, con especialistas de Alemania, Brasil, Chile y México. Bert fungió como moderador.

Uwe Koeler, director artístico del grupo Titanick, expresó que el teatro de calle en Alemania y Europa en general está marcado por los movimientos estudiantiles de los años 60, sobre todo de España, Francia y Holanda. "Es un teatro que se enfrentó al de sala, pues se trataba de derribar muros y hacer propuestas estéticas. La rebelión de los estudiantes abrió las cabezas de los europeos."

El y otros actores se propusieron hacer teatro de calle, pero nadie quería realizarlo porque "hace mucho frío en las calles de Alemania. Eran los días en que cayó el Muro de Berlín y decidimos ir al lado oriental, a Leipzig, para hallar colaboradores. Los encontramos y llevamos ya 13 años. Teníamos hambre de nuevas formas de teatro. Hicimos oro a partir de mierda, con creatividad, en los montes de chatarra".

En tres años definieron su estilo y su nombre, Titanick, que es una gran metáfora. "Entendemos que la gente de la calle no va normalmente al teatro. Yo fui obligado de niño y de joven a ir al teatro, pero me aburría, sobre todo en Alemania, donde predomina el teatro literario; por eso quise hacer un teatro diferente, obras de arte integrales, fascinantes. Nuestras historias son sin palabras, pero se entienden."

Aclaró que la base de sus puestas sigue siendo el trabajo del actor, pero el sonido, los efectos, el fuego, pueden predominar. En Titanick el actor debe ensanchar las posibilidades de su cuerpo, expuso."El teatro de calle es el único instrumento que los habitantes tienen para cambiar su conciencia respecto de la ciudad y sus espacios urbanos".

Ignacio Miranda, de Chile, expresó que el teatro de calle permite a los actores nutrirse de la energía de las personas. "Se trata de no sentirse estrella y de desaparecer la cuarta pared (la del escenario como tal). La calle es el único espacio que nos queda para crear una experiencia estética vital."

Miranda presentó el pasado domingo, en la Plazuela Goitia, la obra El muchacho que se quería casar, inspirada en tres cuentos náhuatl de tradición oral de la Sierra Norte de Puebla. Su adaptación conserva tal estructura, así como el contenido metafórico y de moraleja; utiliza un método de trabajo con máscaras, que desemboca en un arte teatral no realista. Presenciaron la obra unas mil 500 personas. Miranda expuso que la puesta está dirigida a los niños. "La hemos presentado en comunidades indígenas, campesinas, alejadas; por ejemplo, de Puebla, donde la gente jamás había visto teatro. Es increíble. Viajan dos horas para ver una obra que dura una hora; al acabar nos llevan tacos de regalo.

"Este es un teatro para ellos, para llevarlo a la calle. Ahí se nota que el teatro está más vivo que nunca. En el Distrito Federal se entiende que el teatro es la sala, pero para nosotros es un fenómeno invisible que ocurre entre el actor y el espectador."

Los actores en la obra usan máscaras, que para Miranda son "elementos antiguos, con 500, 600 o más años de usarse porque representan personajes tradicionales".

Conquista de espacios

María Morett, de Me xihc co (fundado en 1991), expuso que el teatro de calle implica una conquista de espacios no convencionales, así como una búsqueda teatral y social.

También del mismo grupo, Alvaro Hegewisch destacó que el teatro de calle posibilita la intimidad en los espacios públicos. "Para mí se trata de compartir espacios, no de conquistarlos." Añadió que este teatro posibilita conocer a la gente tal cual es, sin poses dizque intelectuales o culturales.

Intervino el autodenominado Payaso, Ricardo Puccetti, del grupo Lume, de Brasil: "Nos interesa buscar relaciones próximas, cuerpo con cuerpo, cariñosas, que el público participe y no sólo mire". Un día antes, Lume realizó una experiencia trashumante, en la que cinco actores marcharon, bailaron, brincaron, acariciaron la cabeza a varios transeúntes, en medio de risas. Todo por la avenida Hidalgo.

"Nuestra manera política de actuar con la gente es muy humana, en libertad; hay actores de otros tipos de teatro que no dejan que la gente los toque, y nosotros hacemos lo contrario. El público es sencillo y nosotros también."

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