.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo Electrónico
Búsquedas
C U L T U R A
..

México D.F. Lunes 20 de octubre de 2003

Hermann Bellinghausen

Suburbios de pasión

Inés y Jimmy seguían pareciendo recién casados luego de varios años en Bosques de San Mateo, estableciditos. Su casa, clasemediera y limpia. Propia. Cocina integral, sala-comedor, tres recámaras en la planta alta, un estudio en la azotea. Dos televisores. Estéreo modular. Dos coches. Etcétera. No prestaban mucha atención a los vecinos, que eran gente más o menos como ellos. Hijos, no todavía. Inés terminaba la carrera. Contaba con desarrollarse. A Jimmy le iba bien en la constructora. De su suegro. Pronto lo incluyeron en los proyectos importantes: hoteles, un museo.

La casa de al lado siguió inconclusa desde que llegaron hasta que vino el dueño, puso los acabados y la vendió. Una mañana, un camión de mudanza grande como la casa misma descargó un ajuar tan completo que Inés le apostó a Jimmy que no iba a caber. Cupo.

Los nuevos vecinos. El, un hombre fornido, de ojos muy negros, pelo crespo y porte marcial. Ella, jovencita, de una belleza tal que daban ganas de llorar. Hasta Inés dijo que qué bonita. No se fueron a presentar. No saludaban. Ella casi no salía. Él, a veces todo el día. Cuando el hombre estaba, parecían no existir. Un par de veces, Inés y Jimmy fueron a tocarles el timbre para ponerse a su disposición en lo que se les ofrezca. Nadie abrió.

En sus largas horas de soledad, cuando el hombre se ausentaba, la muchacha se absorbía en el cuidado del jardín en las parte posterior de la casa. Jimmy tenía su estudio en la azotea. Lo usaba poco. Pronto empezó a usarlo mucho. Sí, se obsesionó con la vecina. Contra sus hábitos hiperdiscretos, hasta fresas, Jimmy la espiaba. Sin cesar. Ella se dio cuenta pero no mostró ninguna reacción. También Inés notó que Jimmy se interesaba mucho en esa gente tan pesada. No dijo nada.

La vecina vestía con suma ligereza. Era obvio que se sabía observada, y pronto adorada. Jimmy cada vez traía más trabajo a casa, y pasaba horas frente al restirador revisando los planos, en la ventana del estudio. Inés pasaba buena parte del día en la universidad. Jimmy, asomado al jardín vecino. Al regresar el hombre, sin horario fijo, la mujercita dejaba las plantas, se perdía dentro de la casa, y Jimmy podía trabajar.

Un día, la vecina lo miró mirarla. Fijamente. Sonrió muchísimo. Jimmy, aliviado, también. Pero no se dijeron nada. La inquietud de Jimmy era inmensa. Inés dijo es que trabajas mucho.

Un día Jimmy se animó a escribir una notita. Dilató. Escribir no se le daba. La dejó caer en el jardín a la vista de la vecina. Durante horas no la recogió. Fingió encontrarla en la tarde. Miró hacia arriba. Jimmy ahí. La extendió y leyó. La quemó con yesca en la parrilla de barbiquiú.

Jimmy insomne. Sin apetito. Angustias en el desayuno. Inés se enojó primero, pero luego tomó distancia, con una tranquilidad que ofendió a Jimmy. Llegaba tarde, pretextando talleres de tesis. Se estaba viendo con un pasante de maestría. De 28 años, como Jimmy. Ella, 27.

Jimmy se alarmó íntimamente la primera vez que quedó mal con la constructora. Era tan inusual que Inés recibió una llamada de su papá. Por ese entonces, el hombre de al lado partió un día con tres maletas grandes. Pasó a recogerlo un taxi del aeropuerto. La vecina no salió a despedirlo, ni volvió al jardín. Jamás. Jimmy pensó que el tipo la había matado. Siempre le pareció un pelado brutal. Saltó al jardín, pero no logró abrir la ventana.

En sus encuentros casuales, los vecinos de la cuadra se preguntaban entre sí por la señora jovencita. Lo reportaron a la policía, con la aprobación de Jimmy. Inés se burló de todos. Ven muchas películas, dijo. Vinieron dos patrulleros, husmearon un rato en el porche, hablaron con los vecinos, y dijeron que no había nada que investigar.

A hurtadillas, Jimmy tocó el timbre varias veces, golpeó la puerta, apedreó con grava las ventanas. Desistió, horrorizado de sí. Entró en un aturdimiento tal que casi no se percató de que Inés lo dejaba. Por el pasante, que para entonces ya estaba recibido.

El desenlace fue rápido. Jimmy viajó a Grecia. Eso dijo al menos. Inés vino y quitó la casa. Se despidió de todos los vecinos, sin que le pidieran explicaciones, ni darlas. Jimmy no regresó ni a divorciarse.

Inés tiene tres niños, preciosos, pero vive en otra parte. Le va bien.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email