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México D.F. Lunes 20 de octubre de 2003

Más de 50 participantes distribuidos en 10 mesas destacarán las aportaciones del especialista

Comienzan hoy actos en honor del arqueólogo Eduardo Matos

El investigador a su vez trabaja en cuatro libros; uno de ellos sobre la vida cotidiana en Tenochtitlán

''Me siento muy pleno; he podido emprender proyectos como Tula o el Templo Mayor", evalúa

ARTURO JIMENEZ ENVIADO

Teotihuacan, Mex., 19 de octubre. Eduardo Matos Moctezuma, quizá el arqueólogo mexicano más conocido en el extranjero y fundador -hace más de dos décadas- del proyecto Templo Mayor, uno de los más importantes en la historia de la arqueología en el país, recibirá a partir de este lunes y durante toda la semana un homenaje de la mejor manera posible: un encuentro académico en su honor, mientras trabaja en cuatro nuevos libros.

A sus 62 años, Matos Moctezuma hace en entrevista un recuento de su trayectoria y comparte:

''Me siento muy pleno y satisfecho en muchos aspectos, como investigador, como profesor o como autor de libros. He podido llevar a cabo proyectos integrales como el de Tula o el del Templo Mayor."

Y, a partir de sus reflexiones sobre la concepción dual vida-muerte entre los mexicas, y su diferencia con la concepción contemporánea, plantea:

''Estamos en un mundo muy agobiado y angustiante en el que todo nos pesa. La gente ya no ve más allá del problema cotidiano porque se le ha ido obligando a eso. El ansia por el dinero, el ansia por el poder, son aspectos negativos. No pienso si es mejor tal o cual forma de ver el mundo, sino que, en la sociedad actual, estamos inmersos en esa cosa terrible que ya hasta nos impide ver un atardecer.

"En las sociedades del México antiguo también tenían sus padecimientos y problemas fuertes, pero sí había un apego mayor a la naturaleza. Además, entender la concepción dual vida-muerte es como tener una llave para poder entrar, un poquito, en la cosmovisión prehispánica.''

Las Jornadas Académicas en Homenaje a Eduardo Matos Moctezuma, organizadas por el Instituo Nacional de Antropología e Historia y la Universidad de Harvard, serán inauguradas hoy a las 10 horas con la presencia del investigador, en el auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología.

Más de 50 especialistas, 10 mesas de trabajo y la exposición La cultura Mezcala y el Templo Mayor, inaugurada el jueves pasado en el museo de esa zona arqueológica, integran el programa. El año pasado la Universidad de Harvard otorgó a Matos la primera versión de la medalla H.B. Nicholson, nombre de un investigador que también participará en las mesas de trabajo.

Matos Moctezuma, especialista en los mexicas o aztecas, cultura que representó en grandes monolitos deidades como la Coyolxauhqui y la Coatlicue, o sistemas calendáricos como la Piedra del Sol, es autor de más de 40 libros.

Investigador emérito del INAH y miembro de El Colegio Nacional, ha sido director de diversas instancias de ese instituto, como la zona arqueológica de Teotihuacán, la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la Coordinación de Monumentos Prehispánicos, el Museo Nacional de Antropología, el proyecto y museo del Templo Mayor y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, además de presidente del Consejo de Arqueología. "Pero nunca dejé de investigar", aclara.

Matos Moctezuma fue entrevistado en el Centro de Estudios Teotihuacanos, ubicado en la zona arqueológica de Teotihuacán, poco antes de participar en la presentación del número 627 de la revista Universidad de México. El centro fue fundado por él hace diez años.

Cuando era estudiante de arqueología, Eduardo Matos tuvo "excelentes maestros", como Román Piña Chan, José Luis Lorenzo y Pedro Bosch-Gimpera. "Desde muy joven tuve mucho contacto con la excavación, con el trabajo de campo".

Su primer trabajo fue en Comalcalco, Tabasco, con Piña Chan. Después estuvo en Tlatelolco, Bonampak, y participó en algunos rescates arqueológicos. "Y tuve la fortuna de trabajar en las cinco grandes ciudades antiguas del centro de México: Cholula, Teotihuacán, Tula, Tenochtitlán y Tlatelolco", dice.

''Ahí fue donde surgió en mí un fuerte interés por conocer el área ceremonial de esas ciudades, que era donde se concentraba todo el poder político y religioso, y qué función jugaban estos edificios en relación con la comunidad. Esto fue definiendo en buena parte mi trayectoria en cuanto a la investigación."

Matos asume: ''el proyecto más importante para mí fue el del Templo Mayor, porque ahí pude aplicar mis ideas sobre arqueología, en concreto sobre arqueología urbana, hacer una serie de planteamientos, una investigación interdisciplinaria con biólogos, químicos, geólogos, antropólogos físicos y, obviamente, arqueólogos."

Con todos esos años en el Templo Mayor, llegó un momento en que Matos Moctezuma sólo pensaba y soñaba en los edificios mexicas, ocultos bajo la ciudad. Incluso, también pudo imaginar con muchos detalles cómo era la vida cotidiana en la Gran Tenochtitlán.

Tanto así que de entre los libros que prepara uno se referirá a ese tema y se llamará La ciudad de Tenochtitlán. ''Trata sobre cómo se movía y cómo vivía esa ciudad, tanto en sus barrios populares como en las casas de los nobles, el recinto ceremonial, sus calles y mercados, todo. Es decir, desde el campesino hasta el dignatario. Lograr una imagen viva de lo que era esa ciudad".

De los otros libros, uno resumirá todas las investigaciones del proyecto Templo Mayor, otro abordará la historia de la arqueología en México y uno más tratará sobre la muerte entre los mexicas, tema que ya ha trabajado pero que desea "redondear".

Para Matos, muchas luces han surgido de las investigaciones en el Templo Mayor. "En él vemos fundamentada la concepción azteca del centro del universo. Estos templos mayores, como en una época lo fue la pirámide del Sol o el Templo de Quetzalcóatl, eran centros del universo.

"El Templo Mayor era el lugar por donde lo mismo se subía a los niveles celestes o se bajaba al inframundo, o de ahí partían los cuatro rumbos del universo. Su sacralidad era impresionante. Pero además era el reflejo de los poderes político y económico.

"Ese templo está dividido en dos partes: Tláloc y Huitzilopochtli, que están presentes en la parte superior. ¿Qué simboliza esto? Con Tláloc, la producción agrícola, la importancia del agua y la tierra. Y con Huitzilopochtli, la guerra, la imposición del tributo a otros pueblos para traerlo a Tenochtitlan."

Los dioses mexicas, dice, tenían una parte positiva y otra negativa. "Había que mantenerlos en un equilibrio mediante las oblaciones, las ofrendas, para que no fuera a surgir o predominar el lado negativo".

Matos considera que, "en términos generales", la arqueología mexicana actual no tiene mucho que envidiarle a las arqueologías de otros países. Sin embargo, propone mejorar algunos aspectos:

"Debería haber más proyectos integrales, como el del Templo Mayor o los que se llevan a cabo en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM; garantizarse la continuidad de los proyectos, y contar con fondos necesarios, laboratorios y equipos novedosos. Hay mucho camino por andar, y mucho se ha andado."

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