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México D.F. Sábado 18 de octubre de 2003

Decisivos, los días por venir, asegura El Mallku

Aún no está dicha la última palabra, alerta el líder indígena Felipe Quispe

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires, 17 de octubre. Aún no está dicha "la última palabra", y por ello no hay que bajar los brazos, advirtió esta tarde el líder indígena Felipe Quispe, conocido como El Mallku, quien se ha convertido en una de las cabezas de la insurrección popular en Bolivia.

Las posiciones de este importante dirigente de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia, a ve-ces radicalizadas y en otros momentos negociadoras con el oficialismo, le crearon problemas con otros sectores.

Hoy, cuando circulaban versiones sobre la renuncia de Sánchez de Lozada, e incluso rumores golpistas, Quispe advirtió sobre la necesidad de continuar "alertas" por si había un retraso en el Parlamento para tratar la su-cesión, o algún tipo de maniobra semejante.

"Estamos viviendo un gran momento, pero aún no está dicha la última palabra. Todos están movilizados, algo pocas veces visto en nuestra historia, una convulsión total del pueblo. Todos esperamos la renuncia del criminal, que hasta último momento nos está haciendo esperar a todos y huye a esconderse", dijo en entrevista telefónica con La Jornada, mientras esperaba con extrema cautela el desarrollo de los sucesos.

"Esa renuncia -continuó el líder aimara- tenía que estar muy temprano y otra vez (Sánchez de Lozada) hizo sufrir a nuestra gente. Debía ser a las cuatro de la tarde. Y así nos tuvo a todos atentos y sufriendo, cuando hemos tenido tantos hermanos muertos. No debe irse del país, debe ser juzgado".

Quispe advirtió que a pesar que "nuestro movimiento indígena Pachacuti (fuerza con la que se postuló a la presidencia en 2002) ha generado desde el 2 de septiembre una gran movilización y acción, debemos estar alertas por si se produce empantanamiento en el Parlamento o si suceden otras cosas; entonces nos correspondería la resistencia".

No cree, por tanto, que haya que bajar los brazos, sino "mantenerlos para no dejar que otra vez se traicione a nuestros pueblos, tantos años esclavos y dominados". Hasta el atardecer, hora de la comunicación telefónica, Quispe no había conseguido reunirse con el vicepresidente Carlos Mesa, sucesor constitucional de Sánchez de Lozada.

"Nuestra posición es discutir qué se va a hacer, discutir el apoyo. Todo tiene que ser muy claro. No sabemos aún qué programa trae. Así es que no es cuestión de que ya se terminó, sino que empieza otro momento y no podemos dejar atrás esta causa por la cual estuvo todo el pueblo, por la que tantos mu-rieron y muchos están heridos y presos".

El Mallku no oculta que ha tenido sus diferencias con el diputado indígena Evo Morales, líder de los cultivadores de coca de Chapare, pero reconoce que en el momento clave estuvieron todos juntos en la rebelión, a pesar de las diferencias que mantienen.

"A veces no puedo creer que tengamos voz, que haya hermanos en el Parlamento. Nosotros iniciamos ese 2 de septiembre la marcha y convergimos en La Paz, y en un encuentro ampliado decidimos declararnos en huelga de hambre por tiempo indefinido; la sostuvimos además con bloqueos de ca-rreteras y marchas. Muchos se reían de nosotros, o nos minimizaban. Esto no parecía se-rio para ellos. Lo digo también por Evo, que nos minimizó", afirmó.

Pero "luego todos hemos estado caminando juntos, aunque tenemos posiciones distintas. Después de la matanza de Warisata, el 20 de septiembre, todo fue distinto. Ya nadie quería volver atrás (...) Cuando estábamos dialogando con unos funcionarios, se produjo la masacre (de siete campesinos). Y en-tonces, Ƒqué diálogo podía haber?"

En cuanto a la unidad en esta insurrección-alzamiento, Quispe destaca la estrecha amistad que ha surgido entre su movimiento y la Central Obrera Boliviana.

Este hombre que participó en una guerrilla desarticulada en los años 80, la Tupac Katari, reconoció que no sólo había palos en ma-nos de los suyos, sino que en algunos lugares tenían viejas armas, que nunca usaron, pero mostraron -dijo- para cuidar las rutas que bloqueaban y protegerse de ataques.

"Por lo menos esta noche comenzamos a respirar", pero todavía "tenemos que cuidar nuestra bandera de siete colores; esperamos que pueda flamear en paz. Quiero enviar un saludo fraternal a todos los hermanos indígenas, a los que viven también en mundos urbanos, desde el norte hasta la Patagonia, a la Amazonia. Estamos reviviendo. Algún día tendremos nuestro internacionalismo indígena, nuestra voz".

Afirmó por último: "Nosotros nos levantamos en defensa de la tierra, de nuestro territorio y del gas natural. Los indígenas aimaras originariamente hemos sido dueños de este territorio, por eso reclamamos que vuelva a nuestras manos y planteamos la autodeterminación en las zonas donde nos encontramos alzados. Aún está por verse, pero hemos dado un gran paso".

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