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México D.F. Sábado 18 de octubre de 2003

Triunfa la rebelión del pueblo boliviano; Sánchez de Lozada dimite y huye de La Paz

Anuncia Carlos Mesa referendo vinculante sobre la explotación de yacimientos de gas

Su gobierno es transitorio, dice el nuevo mandatario; convocará a asamblea constituyente

AFP, REUTERS, DPA Y PL

La Paz, 17 de octubre. El nuevo presidente de Bolivia, Carlos Mesa, anunció en su primer mensaje al país el "compromiso de llevar adelante un referendo vinculante" sobre la explotación de los yacimientos de gas del país andino, tema que originó la sublevación civil que condujo a la salida del poder de Gonzalo Sánchez de Lozada.

Antes de conocerse la proclamación de Mesa -destacado intelectual y reconocido periodista- como nuevo jefe de Estado, ya que en su calidad de vicepresidente es señalado por la Constitución para asumir el cargo, Bolivia vivió una jornada en vilo.

Luego de 32 días de rebelión, cuya represión dejó más de 80 muertos y unos 200 heridos, Sánchez de Lozada se vio obligado a renunciar, pero su dimisión fue apenas confirmada oficialmente esta noche.

El saliente mandatario, rico empresario minero y fervoroso político neoliberal, ha-bía comunicado al Congreso en una nota su decisión de dimitir, en lugar de pronunciar un mensaje a la nación, y a continuación partió hacia la ciudad de Santa Cruz, considerada capital económica del país, y de allí a la ciudad estadunidense de Miami, con familiares y tres de sus más cercanos colaboradores.

Mesa, de 50 años y quien en 2002 ingresó a la política al aceptar ser compañero de fórmula de Sánchez de Lozada, juró como presidente durante una sesión extraordinaria en el Congreso, donde se comprometió además con la gestión de una asamblea constituyente para "la refundación de Bolivia", tal como solicitaron los partidos de oposición como condición para respaldarlo, aunque evitó mencionar fechas.

El nuevo mandatario también renunció a concluir el periodo de Sánchez de Lozada, que dura hasta el 2007, al señalar que el suyo será "un gobierno de transición" que terminará apenas pueda cumplir estos dos importantes objetivos.

En este sentido, el nuevo mandatario propuso al Congreso "la consideración de un tiempo de transición", periodo que ese cuerpo "considere razonable".

Mesa fue proclamado presidente por el Congreso con 84 votos en favor y 26 en contra tras la renuncia de Sánchez de Lozada, forzado a dimitir por las protestas populares que se iniciaron hace casi un mes, las que se incrementaron en la última semana tras el asesinato de decenas de personas en la represión militar y policial.

"Mi primera obligación es rendir mi más sentido y profundo homenaje a las mujeres y los hombres de Bolivia que en estos días ofrendaron sus vidas por la patria, la democracia y el futuro", dijo el nuevo gobernante al aceptar el cargo.

El presidente sustituto hizo un llamado a la unidad nacional y pidió a los bolivianos romper "los escenarios de confrontación". "Nos estamos jugando el destino y el futuro del país", advirtió.

Previamente, antes de la votación sobre la renuncia de Sánchez de Lozada, se leyó la misiva que éste había enviado: "La renuncia que pongo a disposición del Congreso de Bolivia debería ser suficiente para la solución de los problemas nacionales; aunque lo deseo fervorosamente, temo que la solución no sea tan sencilla".

Pies en polvorosa

Para el momento en que fue leída la carta de renuncia, hacía bastante tiempo que Sánchez de Lozada había abandonado La Paz.

Pero en el texto, una vez más volvió a decir que la democracia está en peligro, al sostener que Bolivia "está bajo el asedio de grupos corporativos, políticos y sindicales que no creen en ella". En cambio, no mencionó las decenas de muertos en la represión del último mes, la mayoría el pasado fin de semana en El Alto, ciudad vecina a La Paz, la más poblada y pobre del país.

La lectura de la carta del presidente dimitente, y la votación posterior, fue interrumpida en varias ocasiones por gritos de "asesino", de parlamentarios de la oposición.

Hasta la víspera, Sánchez de Lozada in-sistía en que nada lo movería de la presidencia de la república, al tiempo que calificaba a los opositores de "terroristas" que buscan imponer la "narcodictadura".

La sesión del Congreso se inició más de cinco horas después de lo previsto, ante las dificultades para ingresar a la sede del Po-der Legislativo debido a los numerosos bloqueos de calles que impedían llegar al centro de La Paz.

Entre tanto, la renuncia era sólo una versión dada por allegados al mandatario neoliberal. "La carta de renuncia ha partido al Congreso", dijo en la tarde una fuente de alto nivel del gobierno.

El mandatario, de 73 años, habría comunicado así su decisión al Congreso, controlado por una mayoritaria coalición que sustentaba a su gobierno pero que comenzó a desintegrarse este viernes, en el contexto de la peor crisis política que ha vivido el país más pobre de Sudamérica en las dos últimas décadas de vida democrática.

Según allegados, Sánchez de Lozada y su familia se encuentran en Santa Cruz, sede del poder económico del país, y de allí podría viajar por vía aérea a Estados Unidos, dijeron esas mismas fuentes.

La primera información sobre la renuncia se conoció por boca del principal aliado político del mandatario, el ex presidente Jaime Paz Zamora, del que fue en el pasado el progresista Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR), quien dijo a la prensa, tras reunirse con Sánchez de Lozada, que iba a comunicar una decisión "patriótica" al Congreso de Bolivia.

Durante la jornada los partidos de oposición habían dicho que intentaban consolidar una mayoría en el Congreso para destituir al presidente, y en la mañana Manfred Reyes Villa, jefe de Nueva Fuerza Republicana, uno de los tres sustentos de la coalición de gobierno, había anunciado el retiro de su partido de la misma.

"No va más", dijo Reyes Villa sobre la permanencia de su formación en la coalición, que además del partido del presidente, el Movimiento Nacionalista Revolucionario, está integrada por el MIR.

En la tarde, mientras se esperaba la confirmación de la esperada renuncia presidencial y el nombramiento de Mesa, el líder cocalero Evo Morales dijo que el nuevo mandatario "tiene que organizar la asamblea constituyente, pedido clamoroso del pueblo boliviano. Si se necesita para ello un año, dos, tres o cuatro, eso se verá".

La Constitución boliviana establece que el vicepresidente debe completar el periodo del mandatario dimitente, pero sectores de la oposición política y sindical habían pedido que Mesa gobierne unos meses y convoque a nuevos comicios.

También durante la tarde, a la espera de un desenlace de la crisis, miles de mineros, campesinos e indígenas bolivianos se mantenían concentrados frente a la sede de la Central Obrera Boliviana, cuyo líder, Jaime Solares, llamaba a "no bajar la guardia" y a mantenerse "vigilantes".

Solares calificó al mandatario boliviano de "sanguinario asesino sicópata", mientras los manifestantes demandaban que "sea enjuiciado" por las víctimas de la represión, y por dar tratamiento inadecuado al tema del gas, que detonó la rebelión porque la exportación se haría de tal manera que la casi totalidad de las ganancias quedaría en manos de las trasnacionales petroleras.

El líder sindical subrayó que el gas de Tarija no debe salir "ni por Chile ni por Perú (a mercados de ultramar), sino quedarse en Bolivia", declaración que generó una ovación y aplausos.

A su vez, los casi mil bolivianos, entre ellos la ex defensora del pueblo Ana María Romero, que habían comenzado una huelga de hambre para pedir la renuncia, en la tarde advirtieron que seguirían con su protesta hasta confirmar la dimisión.

Entre los huelguistas de hambre se encontraba, además de intelectuales y artistas, un sacerdote jesuita.

La Paz había amanecido, un día después de una multitudinaria manifestación opositora, con calles desiertas en las que sólo se veían restos humeantes de neumáticos, basura y barricadas, mientras era visible la creciente escasez de alimentos y en algunos barrios se improvisaban ollas populares.

Pero del "¡Hasta que renuncie, carajo!" se pasó luego a un ambiente festivo, cuando se conocieron los primeros informes sobre la salida de Sánchez de Lozada de la presidencia de la república, y su posterior huida.

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