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P O L I T I C A
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México D.F. Sábado 18 de octubre de 2003

Enrique Calderón A.

Reformas alternativas al sector energético

Se trata sin más ni más de las empresas más importantes de nuestro país, y lo que a ellas y en ellas suceda repercute de forma directa en la vida y en el futuro de la nación, por ello cualquier cambio positivo que ocurra nos beneficia como mexicanos hoy y nos beneficiará en el futuro; ciertamente ambas presentan muchos aspectos que deben ser reformados, y entre más pronto mejor.

Esto no implica que la demanda apremiante de Vicente Fox y su séquito de repetidores deban ser escuchados, porque sus reformas, las llamadas reformas estructurales del sector energético, lejos de constituir un avance representan un retroceso del cual nuestro país difícilmente se recuperaría.

Los argumentos vertidos por algunos priístas distinguidos, como Manuel Bartlett, José Murat y Dulce María Sauri, entre otros, son del todo conocidos y representan, creo yo, la posición mayoritaria de la sociedad mexicana, por ello mi interés al escribir este artículo es plantear otro tipo de reformas, estrictamente necesarias en cuanto a las posibilidades que abrirían para el desarrollo nacional.

Comencemos con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que junto con Luz y Fuerza del Centro proporciona energía eléctrica a más de 20 millones de hogares, alumbrado público a 50 mil localidades, incluyendo 120 ciudades de más de 100 mil habitantes, 25 de más de medio millón, así como varios miles de empresas de todos tamaños y con el más amplio espectro de actividades.

Todo ello hace de este consorcio una de las cinco o 10 empresas de energía eléctrica más grandes del mundo. Una empresa de tal dimensión tiene lógicamente una cantidad impresionante de requerimientos de toda índole, incluyendo por ejemplo vehículos automotores, grúas, transformadores y partes eléctricas, turbinas, torres, líneas de transmisión, sistemas de control, redes de telecomunicaciones, equipos de cómputo, programas (software) de administración, de mantenimiento, etcétera. ƑQué tantos de estos productos son comprados y producidos en México? Mi impresión es que no son muchos, que esta saturación podría ser cambiada sustancialmente y que un cambio de esta naturaleza es totalmente factible si se tuviera visión para ello.

Tomemos por ejemplo el software requerido para administrar o mantener la operación de una planta termoeléctrica, cuyo valor real puede oscilar entre 100 mil y 300 mil dólares, lo cual implica que los requerimientos de este tipo para todas las plantas en el país pueden ser superiores a 10 millones de dólares, y al contar con una empresa mexicana dedicada a desarrollar software para la CFE, además de significar seguramente un ahorro para la empresa, permitiría generar un número importante de empleos bien remunerados y abriría las puertas para exportar esta tecnología; pero esto no se hace por falta de confianza hacia los trabajadores mexicanos con alta especialización, por falta de visión y de planeación de las necesidades futuras, pero sobre todo por carencia de voluntad política y de un proyecto de desarrollo nacional.

El ejemplo aquí mencionado es real y no una excepción, se viene repitiendo como práctica cotidiana desde el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado.

En el caso de Petróleos Mexicanos (Pemex) las cosas son más graves porque se trata de una de las empresas más grandes del mundo, con mayores tendencias de compra de productos y servicios a empresas extranjeras, sin la menor intención de intentar el desarrollo de un conjunto propio de empresas proveedoras mexicanas, tratando de seguir el modelo de las empresas petroleras líderes a escala mundial.

Las dimensiones de Pemex y de sus requerimientos a corto y mediano plazo son tan grandes que podrían hacer girar un alto porcentaje de la industria mexicana en torno a ella y muy especialmente en el campo de la tecnología.

Este es el tipo de reformas que el país necesita para aspirar a un futuro mejor y de las cuales poco se habla.

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