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E C O N O M I A
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México D.F. Miércoles 8 de octubre de 2003

Alejandro Nadal

Estamos en deuda

Dicen que el dinero ayuda a soportar la pobreza. Supongo que eso también se aplica al dinero prestado. Pero en el caso de la deuda pública en México, no parece ser así. Y es que los resultados del endeudamiento público, interno y externo, no se ven por ningún lado. Peor aún, los recursos derivados del endeudamiento no sólo no ayudaron a soportar la pobreza, sino que en los últimos 20 años ésta aumentó fuertemente.

En resumen, el problema de la deuda nunca se resolvió y sigue gravitando de manera onerosa sobre las finanzas públicas y las cuentas externas. Y con las recetas oficiales del gobierno de Fox no sólo no se va a encontrar una solución al problema, sino que se está agravando.

La deuda pública externa asciende a 80 mil millones de dólares, equivalente a 12.6 por ciento del PIB. Esa cifra se compara favorablemente con la situación de hace 10 años, cuando el saldo acumulado de la deuda pública externa ascendía a 27.3 por ciento del PIB. Pero si se considera a la deuda pública interna, que alcanza los 961 mil millones de pesos y equivale a 14.2 por ciento del PIB, tenemos que en la actualidad la deuda pública total (externa e interna) asciende a 27 por ciento del PIB.

En el gobierno se considera que este nivel de endeudamiento es manejable, porque el servicio de la deuda total es comparado con el tamaño del PIB. Pero eso es absurdo. Lo que hay que ver es el impacto que tiene el servicio de la deuda sobre las cuentas externas: el pago de intereses por concepto de deuda pública externa ascendió a 6 mil 500 millones de dólares en 2002, y este 2003 se espera un desembolso ligeramente más alto. El déficit en la cuenta corriente el año pasado fue de 13 mil 914 millones de dólares. Así que el servicio de la deuda pública externa superó 50 por ciento de ese déficit. Ese es un indicador más interesante, y alarmante, porque muestra el verdadero peso del servicio de la deuda en la balanza de pagos.

Las cosas se comienzan a poner realmente feas cuando se toma en cuenta los llamados Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP). Este concepto incluye, aparte de la deuda pública, la misteriosa "deuda asumida por el gobierno": los pasivos del Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB), los proyectos de inversión de impacto diferido en el registro del gasto (Pidiregas), varios fideicomisos (entre los que destaca el del rescate carretero, que lleva la ominosa sigla de FARAC), y el pequeño y moribundo programa de apoyo a deudores.

Si se toma en cuenta a los RFSP, incluyendo la deuda pública total, se alcanza el asombroso nivel de 2.7 billones de pesos, o sea, 42 por ciento del PIB, monto comparable con el que representaba la deuda pública total (interna y externa) en 1990. En 13 años, estamos sin cambio.

Al examinar la evolución reciente de estos requerimientos financieros, destacan tres puntos. Primero, todos los rubros de los RFSP aumentaron en los últimos seis meses, y de manera significativa. Por ejemplo, entre diciembre 2002 y junio 2003, los pasivos del IPAB aumentaron de 709 a 718 mil millones de pesos. ƑEn donde se origina ese aumento de 9 mil millones de pesos? Habría que examinar en detalle la estrategia de manejo de pasivos del IPAB (y también desentrañar por qué los datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público no concuerdan con estas cifras). Para no quedarse atrás, los fondos y fideicomisos (entre los que se encuentra el rescate carretero) pasaron de 199 a 215 mil millones de pesos. En ese lapso, el único rubro de los RFSP distintos de la deuda que disminuyó es el de los programas de apoyo a deudores.

Segundo, en el total de los RFSP, los Pidiregas son el componente que más creció (aumentó 30 mil millones de pesos) y ya representan 4.13 por ciento del PIB. No tenemos la garantía de que esta forma perversa de endeudamiento esté sometida a los controles y procesos de rendición de cuentas existentes (que de por sí no son muy estrictos).

Tercero, hay que recordar que ni siquiera se están pagando todos los intereses del IPAB.

Este año se autorizaron 21 mil millones de pesos para ese fin, pero es solamente el componente real del servicio de esos pasivos. El componente inflacionario alcanza un monto ligeramente superior, y aunque no se está liquidando, sí se está llevando a las cuentas de los tenedores de pagarés. Si se está capitalizando, la explosión de pasivos del IPAB no tiene límite.

México va a tener que escoger algún día. O decir "estamos en deuda" y dar servicio a los requerimientos financieros del sector público, abandonando cualquier idea de una política de gasto público sensata (que es lo que quieren Fox y los que pretenden vender la reforma tributaria). O reconsiderar y restructurar todos estos pasivos, lo cual entraña un debate político serio sobre la estrategia de desarrollo que se quiere seguir en México. Está claro cuál debería ser el sendero a seguir.

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