.. | México D.F. Lunes 6 de octubre de 2003
En Sin cruz se encuentra al romántico
e incorregible compositor que opina del mundo, dice
"Me gustan mis canciones, pero no yo como cantante":
Marcial
"Es la primera vez que lo único que hago es llegar
a cantar", explica al referirse a su nuevo disco
Respecto de la cinta Zapata expresa: "cubro un
símbolo lírico que acompaña al caudillo"
PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL
Marcial Alejandro ha editado, desde 1983, un disco cada
10 años, pues, dice, "prefiere que lo interpreten": "Me gustan mis
canciones pero no me gusto como cantante". Por eso sus románticas,
bohemias y mexicanas composiciones son más conocidas en las voces
de Eugenia León, Margie Bermejo, Maru Enríquez, Tania Libertad,
Betsy Pecanins, Amparo Ochoa, y por eso había estado "escondido,
arrinconado", por eso, hasta que coincidieron dos sucesos: está
a punto de editar su tercer álbum como cantautor solista, Sin
cruz (discos Espiral, 2003), y fue llamado por Alfonso Arau para, en
su película Zapata, actuar de trovador de tropa del caudillo
del sur.
Durante el rodaje, Marcial recibió a La Jornada
en su camper/camerino, entre unos tequilas de mediodía y un atuendo
zapatista que le queda más que mandado a hacer. Con su piel color
moreno profundo y sus rugosos rasgos, da el tipo perfecto y señala,
bromista: "Soy el único al que no maquillan". Luego refiere: "En
la película no cubro una necesidad musical, pues la música
orquestal, incidental, la hace el argentino Ruy Folguera, un musicazo.
Lo que llegué a cubrir es la necesidad de un símbolo lírico
que creo que Arau quiere que acompañe a Zapata durante su aventura...",
refiere el egresado de la Escuela Nacional de Música y fundador,
compositor e intérprete del grupo La Nopalera (1975-77), con el
que grabó cuatro discos.
-¿Sientes
que el que te haya elegido es un reconocimiento a esos músicos populares
que están fuera del reflector?
-Sí. Siento que no es un reconocimiento a mí,
sino a la lírica popular. Creo que Arau se concentró en que
no se le escapara ni uno de los grandes brazos de la mexicanidad, como
lo es esta música. Es hacer ver la importancia de esos cantores
anónimos de toda la vida, los que trascienden, cuyas canciones las
sigue entonando la gente luego de cien años, como Las mañanitas,
Las golondrinas, La cucaracha. Lo de menos es saber quién
las compuso; nadie dice: si no sé quién la compuso, no la
canto... ¡jajaja!
-¿Se hizo una investigación sobre música
tradicional de la época, corridos quizá? ¿Qué
es lo que cantas ahí?
-Bueno, la película no es musical. No canté
ninguna canción entera, sólo cosas pequeñas, y todas
han sido mías. Alfonso me dejó proponer lo que me pareciera;
me explicaba la escena y nos poníamos de acuerdo. Hay una gran cantidad
de improvisación, lo que me encanta. Por ejemplo, iba a cantar un
corrido de Lizt Arzubide, cuando estamos en un ambiente surreal con agua
hasta los tobillos, en una comida en la que se supone que estamos todos
muertos comiendo mole; una escena muy loca. Pero de pronto Arau me dijo:
"Siempre no, mejor componte unas cuartetas en son festivo, a modo de calaveras,
con la música de La cucaracha"; entonces está padre,
porque todos están "muertos de risa" por las coplas que canto. Cuando
"se casan" Zapata y Josefa, canto algo que yo escribí; también
interpreto, en el Sanborns de los azulejos, cuando llegan Zapata y Villa,
un corrido que escribí en 1982, en el que musicalicé dos
textos de Renato Leduc.
-¿Por qué crees que te eligieron a ti?
-Quiero pensar que no sólo porque Alfonso y yo
somos amigos hace mucho. Veo que Arau tiene una manera especial de ver
a sus protagonistas; no elige a los mejores actores ni a los amigos, hay
algo más que no sé qué es... Le vibra alguien y ya.
Mira, alquilaron unos caballos, y llegó un caballerango a cuidarlos.
Alfonso lo vio, y dijo: "tú vas a ser uno de los 12". Algo le vio.
"Gana el morbo, la curiosidad, la ambición..."
Marcial relata cómo, sin ser actor, participa en
un papel que aparecerá en 70 por ciento de la película: "Me
llamaron de la producción para preguntarme qué disponibilidad
tenía para ir a las locaciones cinco días, pues me querían
como trovador. Yo estaba terminando de mezclar mi disco. Pero luego, luego,
te gana el morbo, la curiosidad, la ambición, la lujuria de estar
en una producción de esa magnitud. Conmovido dije que sí.
Hablé con la disquera para explicarles; les dije que podría
servir de promoción al disco. Llegué a las locaciones un
lunes a las cinco de la mañana, me vistieron de zapatista y me subieron
a un caballo. ¡Pero yo no sé montar! Y me dijeron: 'pues aquí
tienes que aprender, esto no es un juego'. Empezamos de inmediato a filmar,
con la matanza de Chinameca... Y aunque en la cinta hay personajes históricos,
también hay una serie de fantasías, como la de la existencia
de 12 'apóstoles' de Zapata, entre los que se encuentra una mujer,
que no ha de haber existido, pero es una propuesta, un invento de Arau,
como lo es que entre sus 12, su estado mayor, existiera un trovador.
"Creo que me engañaron un poco, pues vi que pasaba
la semana y que todavía faltaban escenas conmigo; lo tenían
planeado. De las nueve totales, estuve en siete de las semanas de filmación.
Yo estaba inquieto, pues debía tener el disco para mediados de septiembre.
Pero todo se pospuso, y no me arrepiento".
-¿De qué manera influye aquí tu disco?
-Entre mi disco y la película no hay relación,
pero que esté en una aventura como Zapata, es una renovación
para Marcial (habla de sí en tercera persona). Había andado
arrinconado, traqueteado por mis propios sentimientos, pues uno se vuelve
su peor enemigo y no se atiende... No me ponía las pilas para hacer
un nuevo disco, encerrado en mi casa. Pero de estar así, aparecen
disco y película, y quiero pensar que van de la mano, que van a
ser un impulso para Marcial en su siguiente etapa.
Un cidí de "color padrísimo"
Sobre Sin cruz, con producción ejecutiva
de Javier López y producción musical de Sabo Romo, dice:
"Nunca había trabajado con un músico como Sabo, quien arregló
todos los temas y le dio un color padrísimo; hay aquí otro
sabor de mis canciones. Me siento muy satisfecho, es un músico muy
coherente, muy amarrado. Tampoco había trabajado con una disquera;
yo producía mis discos, convencía a los músicos, grababa
y se los daba a compañías independientes, como Pentagrama.
Es la primera vez que lo único que hago es llegar y cantar.
-¿Y qué nos ofrece?
-Es variado. Se encuentra al romántico incorregible
de Marcial que opina del mundo, que critica un tanto a los curas en la
canción Líos de sotanas, que espero no ofenda a nadie,
porque yo no me meto con Dios, él y yo no tenemos problemas porque
no lo molesto y él no me castiga; los que me preocupan son los curas
que se meten en todo, moviendo conciencias y chantajeando con su moral...
Es un disco amplio, para mis amigos. Se llama Sin cruz... no sé
ni por qué.
-Será porque en ti termina un momento de oscuridad,
dejas atrás esa cruz...
-Ah, mira, qué padre. ¡Eso puede ser..!
Finalmente, alegre y sobre una servilleta, Marcial improvisó
una décima para La Jornada: "Soy un simple zapatista / y
lo digo con honor / Lo que sí me da terror / es que mucho tiempo
dista / del sacrificio humanista / de la sangre derramada / la Revolución
mentada /Y perdonen que alucine / desde un pinche set de cine /
pero no ha pasado nada".
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