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E S P E C T A C U L O S
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México D.F. Jueves 25 de septiembre de 2003

Un coro de casi 10 mil personas acompañó a la banda la noche del martes en el Auditorio

La cucaracha y El jarabe tapatío sonaron heavy con Deep Purple

Con Contact lost recordó a los astronautas víctimas de la explosión del Columbia Un popurrí de Morse y un diálogo de su guitarra con la armónica de Gillan, de los momentos de gran ánimo

ARTURO CRUZ BARCENAS

Deep Purple tocó La cucaracha y El jarabe tapatío. De los teclados de Don Airey las tonadas tradicionales mexicanas se escucharon pesadotas, heavy; el sonido se oyó grueso, como en aquel programa de Radio Capital (allá por los años 70), Vibraciones, en el que el rock experimental se apreciaba como cuando se mete la cabeza a un perol y se oye como agua que va corriendo. Ranchero a ritmo de uno de los grupos más famosos, con 34 años de experiencia en las lides de los guitarrazos y tamborazos.

En uno de los momentos más cañones de la noche del pasado martes, el propio Steve Morse, que desarrolla su chamba sustituyendo al legendario Ritchie Blackmore, quien dejara la agrupación hace 10 años -"no sé dónde anda ni que está haciendo; nos divorciamos musicalmente (hace dos lustros)", expuso Ian Gillan, en la conferencia de prensa matutina del martes-, se reventó un popurrí, una síntesis para remarcar que el rock es un género que data de los años 50 del siglo pasado.

Mucho amor, de Led Zeppelin; Mujer cabeza dura, de las Piedras que ruedan para no hacer musgo, nomás para no enchinchar; Niño salvaje, de las rosas empistoladas o pistolas más florecitas; hasta Coqueta, esa mujer que enloquece, de The Beatles. Silencio. Una pausa para tomar aire. Morse no manda las señales incomprensibles. El morse es más claro que nunca. A gritar, batos locos. Smoke on the water.

En primera fila, al centro, frente a la leyenda viviente del rock, un chavo con una camiseta con estampados de Inglaterra, se ha pasado toda la noche haciéndola al Joe Cocker, aquel ex greñudo que ahora se presenta con frack, llamado La Guitarra Invisible, porque hacía como que tañía la lira en Con una pequeña ayuda de tus amigos, Desencadena mi corazón, o Amar a alguien. El joven mexicano tocó todo el comanjarrez-Deep 1ncierto a veces la batería, a veces, el bajo, a veces el órgano. Fue el hombre orquesta, al modo de Cocker, por supuesto.

Rock desde el principio, sin calentar motores. En caliente ni se siente. Salivazo, y a darle. Para que todo siga igual, Lampeduza dixit, ahí les va La mujer de Tokio. La histórica melodía pegó entre alma, pecho y madre. Cientos de purpúreos fans movieron la cabeza, al modo del martinete. Otros ejecutaban sus mejores pasos, de los tiempos reales de los hoyos funkis. A marcar el ritmo con la punta de los pies. Unos afortunados bailan abrazados de sus gordas. Al verano ha de legar el invierno. Juventud, divino tesoro, te vas para no volver.

Noche de viejos roqueros

Fue la noche de los viejos roqueros, esos seres que no aceptan baladitas, cumbias, lo grupero, pero tampoco esos dizque ritmos de la calle, de hoy, como el rap, el hip hop. "El heavy es sólo una parte pequeña del rock", aclaró Gillan. Un enorme coro acompañó a Gillan, quien alzaba el micrófono para que los fieles cantaran cual misa evangélica.

La comunión estaba en pleno. El éxtasis sin droga. Presta, que nada te cuesta. "Esa música es para andar hasta la madre, pero están bien caras las chelas". "šQué chingón!". "Esmoc-on-de-guáder".

"You are fantastic", grita Gillan. Morse comienza a rasgar las cuerdas, las puntea chido. Debe transportar a la concurrencia a una atmósfera espacial, en el aire, donde una vez un transbordador espacial Columbia explotó. Contac lost. La vida se interrumpió en un instante. El escenario se oscurece. Aparecen luces, espectros de luciérnagas de neón. Para viajar a las estrellas. Polvo estelar. En eso acabaron los astronautas.

Contac lost es uno de los temas mejor logrados del disco Bananas, la reciente producción de Deep Purple, con la cual critican los controles de los países desarrollados sobre los pobres. Versus controles de todo tipo. Púrpura fosforescente, brillo en la oscuridad. Oscuridad visible. Cada uno de los músicos hace pensar cuando en la no tan lejana juventud se alucinaba siendo el de ahí enfrente, apantallando a las damitas de buen ver con requintos chillones, recorriendo todo el brazo. Me queda chico este instrumento. šQué chingón soy! Total, era un veinte de mitomanía. Ian Paice le da a la bataca meco, duro y macizo. Es un pulpo, un manotas, qué mal de Parkinson ni qué nada. El tecladista Don Airey, quien se dijo afortunado de estar en el Deep, "además de que soy guapo", fue presentado por Gillan como Antonio Banderas. Una mentada de madre bien sabrosa fue lo que se escuchó cruzando el aire del Auditorio Nacional.

Para que esto no decaiga, ahí les va un diálogo entre la armónica de Gillan y la guitarrota de Morse. ƑDe dónde surge el sonido? ƑQué escuchan los deep para mantenerse jovenazos, para trabajar como hace 34 años? "Yo a mi mamá", contestó Roger Glover.

Al diez para las diez la música da cuenta, de dos horas de guitarrazos y está el Auditorio que revienta. Seis minutos de incendio, de humo en el agua. Todos los astronautas tienen una canción. Del transbordador Columbia sólo se rescataron pedazos de discos compactos con la música de Deep Purple. Del cohete sólo algo de música. Lo autentificó la NASA.

Trampa afortunada

Tocan para irse otro fragmento de Conctac lost, pero será una trampa afortunada, para abrir cancha a la prendidez, a la neta del planeta. Ahí les va, terrícolas, Hurst. Un coro de casi 10 mil gargantas emociona a los músicos, que alzan sus manos para instar a cantar más fuerte. A desgañitarse. Tatatatattatata. Se prenden las luces y se ve a la bandota alzando los brazos.

Se van. La hace cardiaca. Se sabe que tienen que regresar. Lo normal: hay que hacerla cansada. Entra Glover. Toca el bajo virtuosamente. Suelta una tonadita que miles aplauden. Turururururururururu. Turururururururururu. Black night. Lo noche fue oscura y púrpura, profundamente púrpura.

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