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México D.F. Jueves 25 de septiembre de 2003

Margo Glantz

De nuevo Sebald, con Jan Hendrix

Cuando Sebald murió en un accidente automovilístico a finales de 2001, me quedé consternada, como muchos de sus lectores que en un breve lapso de tiempo se habían apasionado por sus obras. Pensar que ya no habría otro libro de él que pudiera yo leer era decepcionante y doloroso. Deseaba, y no exagero, con verdadera desesperación, que entre sus papeles hubiese inéditos que fuesen apareciendo poco a poco y colmaran el vacío.

De repente en uno de mis viajes, en la Librería Central de Barcelona, me encontré con una traducción al inglés de un libro intitulado On the Natural History of Destruction (De la historia natural de la destrucción), una serie de conferencias que había impartido en Alemania.

La idea de escribir las conferencias y luego publicarlas, explicaba Sebald en el prólogo, provenía de una relectura del libro en el que Carl Seelig transcribe sus conversaciones con el admirable escritor suizo Robert Walser, paciente entonces de un hospital siquiátrico, libro que justamente en ese momento estaba yo releyendo. Y como siempre, en los libros de Sebald donde se habla de coincidencias extraordinarias que no sólo suceden en el presente sino que hacen coincidir acontecimientos paralelos que suceden en el pasado y confirman una realidad fantasmagórica, una de las visitas que Seelig le hace a Walser coincide con el bombardeo sistemático que los aliados lanzaron contra Hamburgo, y Seelig, curiosamente, para decir lo menos, no se refiere en absoluto a ese hecho, a pesar de que 131 pueblos y ciudades alemanes fueron bombardeados en un breve periodo y murieron 600 mil personas en pocos días: ''La cuestión de saber si ese hecho era estratégica o moralmente justificado nunca fue objeto de debate en Alemania después de 1945 -concluye Sebald-, debido sin duda a que si una nación ha asesinado y extenuado hasta la muerte a millones de gente en sus campos de concentración difícilmente podía llamar a cuentas a quienes la derrotaron para que le explicaran la lógica política y militar que dictó la destrucción de las ciudades alemanas".

La semana pasada fui por casualidad, acompañando a Luz del Amo, quien ya regresó a México para quedarse, al taller de Jan Hendrix. En su despacho, encima de la mesa, en un lugar prominente, veo un libro de Sebald del que no tenía ninguna noticia. Aunque se trataba de su primera obra, no fue publicada en alemán sino hasta 1998, la que traducida al inglés por el poeta Michael Hamburger, todavía revisada por Sebald, fue publicada en Inglaterra en 2002 y por Penguin Books en 2003. En inglés se llama After Nature Al natural?), y se trata de un libro de poemas dividido en tres secciones: una dedicada al pintor alemán Matthias Grünewald, activo en el siglo XVI y autor del famosísimo retablo de la iglesia de Colmar, en Alsacia; la segunda a Georg Wilhelm Seller, que acompañó a Vito Bering a descubrir el famoso estrecho de ese nombre, y en la tercera parte se cuentan sus propias experiencias en primera persona. Un libro de poemas, sí, pero en él, Sebald ya entrelaza y asocia historias de la misma complicada e inexplicable manera que en sus magníficas novelas.

Un libro hermoso, complejo, extraordinario. Extraordinario en muchos sentidos a los que no podré referirme por falta de espacio, sin embargo me interesa señalar algunas coincidencias; la primera, encontrarme en su De la historia natural de la destrucción con un pasaje que habla de Carl Seelig, en el preciso momento en el que estoy leyendo el mismo libro que lo ha inspirado para impartir sus conferencias y luego publicarlas. Segundo, la muy feliz coincidencia de que no sólo Jan Hendrix tuviera el libro de poemas y admirara tanto como yo a Sebald, sino de que haya yo ido a su taller por casualidad y además de que me lo haya regalado en un acto de gran generosidad, en un momento también muy especial, cuando está trabajando en una posible edición ilustrada de este libro. Y, tercera coincidencia, porque en Los anillos de Saturno, primera novela de Sebald, éste narra la visita que le hace en Middleton, Inglaterra, a Michael Hamburger, nacido en Berlín en 1924, quien junto con sus padres emigró a ese país en 1933 para no morir como su abuela en un campo de concentración.

En su novela, Sebald menciona el asombro que le causa la relectura de un diario de este poeta del cual ahora leo como cuarta coincidencia esta bella e intrincada traducción, donde se menciona, quinta coincidencia, que en un Día de Muertos y durante su primer viaje a Inglaterra desde Suiza, que el novelista fue precisamente a los pantanos de Burnley, justamente 22 años después de que Hamburger, miembro de un regimiento real, visitara en 1944 esa misma región.

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