Según los ajustes al calendario fue el 23 de agosto

Conmemoran en la Plaza de las Tres Culturas la caída de Tenochtitlan

JAIME WHALEY

El tenso sonido del huehuetl, a la par del hueco resoplido del caracol, anunció el ocaso solar, el fin del día, el ocultamiento de Tonatiuh, y así culminó también la ofrenda que un puñado de personas, acaso 30, instalaron sobre las mojadas baldosas de la imponente Plaza de las Tres Culturas, al pie de la estela que advierte que en fecha como el sábado pasado, pero hace 482 años, cayó el último reducto indígena ante el barbado invasor español.

La breve ceremonia ritual, que se realiza desde hace apenas un par de años, fue también, para parte de la concurrencia, el epílogo de un peregrinar bautizado por una insolente lluvia desde los cercanos rumbos de Tepito, trayecto en el que se visitaron sitios vinculados con la efeméride.

Un par de profesionales de la historia, Alberto Serrano Tapia y David Wood Cano, se han dado a la tarea de ajustar las fechas de hechos ocurridos en días del calendario juliano para darles su equivalencia en el actual, el gregoriano, que nos rige desde 1582, por lo que la fecha de la conclusión del sitio de la majestuosa Tenochtitlan, fijado por la oficialía el 13 de agosto de 1521, es -mediante dichos ajustes- el 23 de agosto.

El recorrido desde Tepito, concretamente desde el atrio de la iglesia de La Conchita, edificada, se cree, sobre restos de un templo azteca, en la calle de la Constancia, comprendió el significado de aquel seguramente infausto día para los pobladores del Anáhuac, cuando al caer la tarde el tlatoani Cuauhtémoc honró su papel de portavoz, que después de todo eso era, explica Serrano Tapia, y depuso las armas luego de que la tierra de los suyos estuvo cercada por 82 días.

El equivalente en español del nombre de Cuauhtémoc -para algunos águila que cae- sería estrictamente "sol descendiente", dijo Wood Cano, en plática previa el viernes, por lo que la connotación del vocablo águila, que es equiparable a sol, dio pie a que la entrega de Tlatelolco se diese por la tarde, precisamente al caer el sol.

El atardecer de un 23 de agosto tiene a la vez una relación astronómica, apunta el par de estudiosos, pues el sol se oculta directamente por detrás del Santuario de los Remedios y tira un eje que va desde ese lugar en el hoy estado de México hasta la punta del cerro del Peñón, a un costado del aeropuerto internacional Benito Juárez. Tanto la iglesia de La Conchita como el templo de Santiago Tlatelolco están alineados en ese eje, como igualmente están otros más allá de estos rumbos y todos tienen su entrada principal de cara al poniente.

Los viandantes provenientes de Tepito -coincidentemente hoy día sitio de resistencia a los grandes malls mediante su comercio, tanto el establecido como el informal- hicieron igualmente escalas en el cruce de Constancia con Santa Lucía, sitio donde, se dice, estuvo el cuartel de Hernán Cortés, y en el técpan, sede del señorío gobernado por Cuauhtémoc, que se conserva parcialmente sobre Reforma Norte, que alberga en su interior un mural de Siqueiros.

Ante la estela que, a un lado de la iglesia de Santiago Tlatelolco, indica que ahí el abuelo Cuauhtémoc -en realidad un joven veinteañero- depuso las armas ante el invasor en acto que -según se lee en la lápida- no fue triunfo ni derrota, sino el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy, se colocaron frutas y flores y en el piso se tendió una colorida manta con el tonal machicotl, el calendario azteca, al tiempo que la vistosamente ataviada concurrencia se comprometía a honrar la fecha, máxime cuando se acerca el fin de un ciclo astronómico que ocurrirá dentro de cuatro años.