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México D.F. Martes 26 de agosto de 2003

Marco Rascón/ I

Buscando a Semo

"perdonen que me meta, pido la palabra." Desde su pecera, y tratando de huir de la responsabilidad que implica no haber hecho un análisis y una crítica a tiempo, Enrique Semo intenta recuperar la coherencia y justificar la razón a una actitud que en 1988 mostró actuar fundamentalmente por seguidismo, miedo a perder el registro del PMS, sin visión y con gran pragmatismo electoral.

Lo que Semo establece como búsqueda de la izquierda en el fondo es una falta de responsabilidad teórica e ideológica de un sector elitista y arrogante de la intelectualidad del ex Partido Comunista, que hasta 1988 ejerció gran influencia ideológica, pero que ante la insurgencia democrática y la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas no sólo se quedó pasmada, sino que tampoco analizó ni produjo ideas sobre lo que significaba la intersección de la izquierda con quienes provenían de la ruptura del PRI.

Desde aquel momento, Cárdenas no engañó a nadie ni se disfrazó de marxista para atraer clientelas. La responsabilidad era de todos, y quienes hicieron el análisis correcto de la coyuntura tampoco exigieron definiciones en torno a un proyecto más allá de los principios sociales y económicos del cardenismo histórico; luego, ambos recrearon la lucha por la democracia y el combate al sistema de partido de Estado.

La manera de agazaparse durante 15 años se convierte no en búsqueda, sino en la voz de una vieja nomenclatura burocrática, teórica e ideológicamente conservadora, amparada en una supuesta ortodoxia marxista, que ahora pretende ser vanguardia sin arriesgar nuevamente nada y haciendo blanco de la crítica al "caudillo"; es un boleto cómodo, de primera clase, en el tren de López Obrador y su 85 por ciento. La búsqueda de Semo es una voz que carece de honestidad intelectual, pues pretende hacer de su inconsecuencia de 1988 un problema genérico de toda la izquierda. Es una voz que habla y regresa al campo de batalla por los fueros y las posiciones de Jorge Alcocer, Gilberto Rincón Gallardo, Amalia García y Jesús Ortega, quienes dentro y fuera del PRD se han considerado damnificados históricos del neocardenismo como PMS y vieron la ampliación de la representación política de la izquierda en el PRD como la multiplicación de los intrusos y la plebe que les arrebató su patrimonio, interlocución, oficio y espacio de oposición cómoda y gradualista.

En sentido estricto, los historiadores imparciales no desmentirán que las búsquedas de Semo son de un pequeño sector de la izquierda gradualista, que 1988 los colocó en una crisis de credibilidad cuando la movilización popular, expresada en las urnas, condujo a la ruptura del esquema obsoleto de una izquierda gradualista y minoritaria por definición. Ser mayoría condujo a rupturas internas y externas, así como a la lucha contra la usurpación. Colectivos como el de la revista Punto Crítico, con Raúl Alvarez Garín, Adolfo Gilly y núcleos marginales del PRT, Línea de Masas, ACNR, y otros desde el movimiento popular, como Asamblea de Barrios o a través del CEU, sí debatieron y argumentaron que precisamente la candidatura de Cárdenas ayudaba en la lucha contra el corporativismo y el clientelismo. Con argumentos se estableció una alianza coherente por la democratización y contra el neoliberalismo.

La mayoría de las direcciones formales de la izquierda llegaron en junio de 1988 de manera tardía y hasta desesperada, y pasaron del sectarismo absurdo a la política más cortesana en disputa por el control interno del nuevo partido, su aparato y las prerrogativas.

Semo representa en su búsqueda a quienes ante la campaña de Cárdenas argumentaban en favor del sectarismo, defendiendo intereses de aparato, con argumentos pueriles y esquemas ramplones que terminó haciendo añicos la ciudadanía en la calle, la masificación de la lucha por el cambio y los votos en las urnas contra el PRI.

Frente a la coyuntura de 1988, los intelectuales orgánicos de la izquierda burocrática hicieron una lectura incorrecta de lo que sucedía y "se sumaron" a la cola de la movilización, sin arriesgar ni aportar nada. Con desprecio y arrogancia se excluyeron del Frente Democrático Nacional, lo cual significó que la votación por el PMS fuera la más baja (5.6 por ciento) del frente. Semo se ha tardado š15 años! en asimilar y tratar de dar coherencia a su posición, sólo para situarse en la vertiente del voto útil y fácil, ahora por López Obrador.

En 1988 la izquierda independiente y las fuerzas políticas progresistas, nacionalistas y democráticas establecieron una alianza tácita contra el proyecto neoliberal y el continuismo del partido de Estado. Tras la derrota del PRI en 2000, el PRD debió convocar a un amplio debate ante las nuevas circunstancias, pues la derrota priísta trajo un vacío político e ideológico de nuevas metas que la izquierda y el PRD deberían haber llenado ante la crisis parcial del sistema de partido de Estado y la revitalización del modelo neoliberal que traía Fox.

No sucedió y la búsqueda de Semo es una suma de viejas mezquindades teóricas para crear nuevos cortesanos y refundar una nueva corte

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