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México D.F. Viernes 15 de agosto de 2003

Ambos países se acusan mutuamente de las causas; Bush descarta una acción terrorista

Caos por el apagón en Canadá y EU; más de 20 millones de afectados

Aeropuertos, transporte y tránsito, desquiciados de NY a Detroit y de Toronto a Ottawa

Tardará horas, nadie sabe cuántas, normalizar el suministro, admite alcalde neoyorquino

AFP Y REUTERS

Nueva York, 14 de agosto. Más de 20 millones de personas en una amplia franja de la frontera este entre Estados Unidos y Canadá se encontraban esta noche sumidas en la oscuridad, en medio de acusaciones de las autoridades de los dos países que se culpaban mutuamente de las causas de uno de los mayores apagones en su historia. Con todo, se decartó que el corte de energía eléctrica, que afectó de Nueva York a Detroit, y de Ottawa a Toronto, haya sido provocado por una acción terrorista.

Aunque al cierre de esta edición no se habían establecido las causas del apagón, el presidente George W. Bush dijo que tenía la "certeza" de que "no se trata de un acto terrorista", y subrayó que lo "más importante es corregir el problema".

El primer reporte sobre las causas del apagón, que comenzó a las 16 horas (local, 15 horas en México), dio cuenta de una interrupción en la planta eléctrica de Manhattan, que desestabilizó la red eléctrica hasta Canadá, informó el vocero de la Comisión Federal de Regulación de Energía, Bryan Lee, quien desde ese momento descartó que hubiera sido el efecto de un atentado, noticia que provocó alivio entre los millones de personas que fueron obligadas a salir de sus trabajos y a deambular por las calles para lograr regresar a sus casas.

Versiones y desmentidos

Más tarde se manejó la hipótesis de un rayo que habría caído en una central estadunidense de la región del Niágara, provocando un incendio que aparentemente generó una reacción en cadena desde Nueva York hasta los Grandes Lagos y Ottawa. "Un rayo tocó la central estadunidense en la región del Niágara, provocando la falla eléctrica", declaró a Afp Heather Blunner, vocero del Ministerio de Defensa canadiense.

Hubo también una versión de que el gusano Blaster, que esta semana infectó millones de computadoras en el mundo, provocó la suspensión de energía eléctrica, que dejó atrapados a miles en trenes subterráneos y elevadores en no pocas ciudades. Pero también se descartó esta posibilidad.

Horas después, CNN reportó que el Ministerio de Defensa canadiense atribuyó el apagón a una falla en una planta nuclear en Pennsylvania, pero las autoridades de esa instalación rechazaron la especie.

Luego, la oficina del primer ministro canadiense, Jean Chrétien, volvió a insistir en que el siniestro fue ocasionado por un rayo que cayó en la central eléctrica estadunidense de la firma Consolidated Edison, en la región del Niágara.

En respuesta, Bryan Lee aseguró que la planta desestabilizó una importante red de distribución eléctrica que afectó el norte de Estados Unidos y el sur de Canadá.

Al confirmar esta hipótesis, el alcalde neoyorquino, Michael Bloomberg, declaró que "la falla tuvo un efecto en cadena a través del sistema y afectó la red hasta Connecticut, en el este; Nueva Jersey, en el sur, y Ohio, en el este", mientras el gobernador de Nueva York, George Pataki, indicó que "esto demuestra claramente que el sistema de subredes elécricas no funciona de la manera en que debe hacerlo", y recordó que esa red fue modificada después de graves apagones que afectaron Nueva York en los años 60 y 70.

Horas después, el presidente George W. Bush se refirió a todas estas versiones, pero no logró establecer el motivo: "Escuché informaciones sobre el rayo cerca de las cataratas del Niágara y los responsables investigan sobre la veracidad de esas informaciones", indicó, y eso fue lo único que mencionó como posible causa del apagón. Agregó que se evaluará el porqué se produjo este efecto dominó, al califcar la situación de "seria".

Los reportes de las agencias se centraron en los efectos del apagón en Nueva York, donde el corte provocó movimientos masivos de personas que abandonaron sus trabajos, los metros y los trenes que dejaron de funcionar. Tomó unas dos horas y media la evacuación de miles de pasajeros atrapados. Multitudes intentaban caminar hasta sus casas. No se reportaron escenas de pánico ni víctimas. La falta de semáforos provocó gigantescos embotellamientos, mientras los servicios de telefonía celular de la ciudad quedaron virtualmente inservibles.

El gobernador Pataki declaró el estado de emergencia en la ciudad a las 17:30 horas, al tiempo que dispuso el despliegue de la Guardia Nacional y 40 mil policías estatales.

En Ohio, Michigan y Nueva Jersey se cerraron siete plantas nucleares, ante el peligro de inestabilidad en los sistemas, anunció la Comisión Reguladora Nuclear (NRC por sus siglas en inglés), que subrayó que "todas las plantas están seguras, utilizando sus generadores de diesel de emergencia hasta donde sea necesario".

Hubo reportes iniciales de que los aeropuertos fueron cerrados en la zona este de Estados Unidos. Los apagones retrasaron a los viajeros desde el Atlántico hasta el medio este. Vuelos provenientes de Washington a Nueva York, Cleveland, Detroit y otras ciudades resultaron afectados. Más de 30 vuelos de Washington a los tres aeropuertos de Nueva York fueron cancelados.

Unas tres horas después de iniciado el apagón, la Agencia Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés) anunció que todos los aeropuertos del país, excepto el John F. Kennedy (JFK) de Nueva York, estaban abiertos para las llegadas. El JFK debería operar completamente a partir de las 21 horas local, indicó una vocera de la FAA.

También a eso de las seis de la tarde, la electricidad comenzó a restablecerse en algunas zonas de los límites norte y oeste de Nueva York, informó Bloomberg. "Tomará una buena cantidad de tiempo, horas, no minutos, y nadie podría hacer declaraciones más específicas", indicó, al responder a preguntas sobre un plazo para restablecer el suministro.

El alcalde pidió a los neoyorquinos mantener la calma, el sentido común y apagar los aires acondicionados para evitar una sobrecarga del sistema eléctrico. "Uno de los mayores riesgos es que la gente muera por el calor y la falta de agua", por lo que las autoridades también establecerán albergues para ayudar a quienes no puedan regresar a casa por falta de transporte.

Caída del dólar

El dólar cayó junto con el rendimiento de los bonos del Tesoro apenas comenzó a informarse de los cortes de energía. Cuando las autoridades estadunidenses afirmaron que el apagón no estaba relacionado con el terrorismo, el dólar se recuperó parcialmente frente al euro y el yen. Se anticipó que Wall Street operará normalmente este viernes.

El más reciente gran apagón en Estados Unidos tuvo lugar casi exactamente hace siete años, el 11 de agosto de 1996, cuando casi 4 millones de personas en nueve estados del este del país y partes de México se quedaron sin energía eléctrica por más de 10 horas.

En 1977, un apagón dejó a 9 millones de neoyorquinos sin electricidad por más de 25 horas.

La provincia canadiense de Ontario estaba importando corriente del noreste de Estados Unidos cuando se produjo el apagón del lado estadunidense, contaminando la red ontariana de electricidad, dijo a Afp André Parker, vicepresidente de Hydro-Ottawa, distribuidor de la capital canadiense.

En Toronto, la mayor ciudad de Canadá, el sistema de trenes subterráneos se paralizó y miles de personas quedaron varadas en un día en que las temperaturas superaron los 30 grados centígrados. No obstante, la Bolsa de Valores de Toronto -la principal del país- y el aeropuerto internacional Pearson continuaron operando con generadores auxiliares. A pesar del apagón en Ottawa, donde se estimaba que el suministro podría demorarse un día en restablecerse, el Banco de Canadá siguió operando.

Al cierre de esta edición dos aeropuertos canadienses, en Ottawa y Toronto, todavía no recibían llegadas pero estaban permitiendo salidas. Los vuelos a estas ciudades fueron desviados a Winnipeg, Dorval y Montreal.


En NY las tarifas aumentaron 38% en dos años, señala la analista Sharon Beder

Frágil abasto de energía en EU tras la desregulación que impulsó Bush padre

Al privatizar, nadie garantiza el mantenimiento de equipo ni el suministro, dice la experta

ROBERTO GONZALEZ AMADOR

La falla de suministro eléctrico que paralizó desde la tarde de ayer una vasta región comprendida entre el sureste de Canadá y el noreste de Estados Unidos puso de manifiesto una vez más la fragilidad en que operan los sistemas de abastecimiento de energía, después de la desregulación iniciada por el gobierno del ex presidente George Bush y que dejó el control del mercado en manos de corporaciones privadas, varias de ellas proclives a un comportamiento criminal como Enron.

"Existen muchos paralelismos entre Nueva York y California", estado que sufrió en 2000 y 2001 una crisis de energía que quebró las finanzas públicas, llevó a la bancarrota a miles de empresas y provocó una espiral en las tarifas domésticas, considera Sharon Beder, autora de Power Play, uno de los más completos análisis sobre los efectos de la privatización de la electricidad en varios países.

La manipulación de precios por parte de las compañías privadas proveedoras de electricidad y los apagones se han vuelto cosa frecuente en varios estados de la nación vecina, donde se ha desregulado la prestación del servicio de energía, indica Beder, profesora de la Escuela de Ciencias Sociales, Medios y Comunicación en la Universidad de Wollongong, Australia.

"Desde que fue eliminada la regulación pública sobre los precios al mayoreo de electricidad, en 1996, el incremento de las tarifas en varias veces el costo de producción se ha registrado en Nueva Inglaterra, Illinois, Ohio y Nueva York", señala la autora en el libro, publicado este año por The New Press, y que ha sido calificado por el historiador Howard Zinn como "el más completo análisis de la privatización eléctrica alrededor del mundo y de las consecuencias que tiene en la vida cotidiana de las personas".

Sharon Beder documenta que cuando el gobierno se retiró de su función de regular el mercado de energía en Nueva York, a mediados de los años 90, las tarifas eléctricas no fueron congeladas y los consumidores sufrieron un sostenido incremento en el costo de su factura.

"Como ocurrió en California, cuando las compañías privadas se hicieron con el control del mercado eléctrico en Nueva York los consumidores recibieron promesas de que el mercado libre sería garantía de tarifas más bajas y de que los negocios gozarían de electricidad más barata que en otros estados. Sin embargo, las tarifas aplicadas por Consolidated Edison (la compañía que provee el servicio en el estado), que de por sí ya eran las más altas de Estados Unidos antes de la desregulación, aumentaron 38 por ciento en un lapso de dos años", señala la autora.

Como en California

A continuación establece que existen muchos paralelismos entre Nueva York y California en cuanto al impacto de la entrega del mercado de energía a empresas privadas.

"En Nueva York, al igual que en California, la fe de las autoridades en el mercado libre las llevó a ignorar las advertencias acerca de la necesidad de mantener una reserva de energía para evitar incremento de tarifas y sobre la necesidad de disuadirlas de vender las plantas de generación a un puñado de compañías que pueden después manipular los precios", añade.

Sharon Beder apunta que como ocurrió durante la privatización del servicio de energía eléctrica en California, en Nueva York las plantas de generación fueron vendidas a un precio excesivamente alto, pues las compañías que las compraron tenían la expectativa de elevar los precios para los consumidores, al tiempo que los recursos para programas de conservación fueron "dramáticamente" reducidos.

Las empresas que actúan en Nueva York utilizaron el mismo método de fijación de precios que en California y, señala la autora, existen evidencias de que también han manipulado los precios a "niveles artificialmente altos".

En lo que parece un anticipo de los problemas de abastecimiento como el ocurrido este jueves, la autora recuerda que a mediados del año pasado la compañía operadora del sistema solicitó a los grandes usuarios reducir el consumo de energía cuando disminuyera significativamente la capacidad de generación.

El apagón de este jueves fue inicialmente atribuido por autoridades y por la empresa prestadora del servicio a un incendio en una de las subestaciones de Manhattan, aunque esta versión no estaba confirmada ayer por la noche.

Sin embargo, Sharon Beder documenta en su libro que en el verano de 2002, es decir, hace un año, una serie de incendios en transformadores eléctricos causaron apagones en Nueva York. "Estos incendios fueron resultado del envejecimiento del equipo necesario para garantizar el abastecimiento, debido a que en los sistemas desregulados no existe incentivo para mantener actualizados los equipos y nadie es responsabilizado cuando fallan". Deficiencias de mantenimiento, añade, también han causado apagones en Chicago, Long Island, Nueva Jersey, Nueva Inglaterra y Texas.

La desregulación y privatización de los sistemas de energía eléctrica, iniciada en los años 90 y que actualmente es promovida, bajo esquemas similares a los que prevalecen en Estados Unidos, por el gobierno mexicano, no han resultado en un beneficio para los consumidores, como lo documenta en el caso extremo la crisis de 2000 y 2001 en California, pero que también ha tenido expresiones en España.

De acuerdo con la autora de Power Play, la desregulación de los mercados de energía eléctrica en Estados Unidos fue impulsada inicialmente por el "interés del negocio". En particular, señala, estuvieron involucradas industrias que emplean en sus procesos grandes cantidades de electricidad y que deseaban estar en condiciones de reducir sus costos con proveedores más competitivos, además de que también se involucraron compañías eléctricas privadas deseosas de obtener ganancias del negocio eléctrico hasta entonces sometido a regulaciones estatales.

La administración del ex presidente George Bush dio a conocer en 1989 una política de energía que enfatizaba en dejar la industria a "las fuerzas del mercado", con el argumento de que ello podría generar mayor eficiencia en el abasto y beneficios económicos para los usuarios.

Sin embargo, las compañías que actuaban como productores independientes de energía (como las que ya operan en México), invirtieron grandes sumas de dinero para que las reglas orientadas a la eliminación de regulaciones públicas en el mercado las favorecieran.

La autora señala en el libro que sólo en el primer semestre de 1996 las empresas con interés en que se desregulara el mercado de energía gastaron al menos 37 millones de dólares para promover en el Congreso y en el ente regulador del gobierno sus propuestas.

Un grupo promotor de la desregulación, el Edison Electric Institute, destinó sólo en un semestre 11 millones de dólares en una campaña en favor de la disminución de las reglas gubernamentales en los mercados eléctricos.

Adicionalmente, grupos consultores de corte conservador, como la Heritage Foundation, se dedicaron a "generar" estudios aparentemente académicos para tratar de demostrar al público los beneficios de un mercado eléctrico privado, en los que ofrecían que un sistema sin regulación pública sería la garantía de tarifas más bajas y abasto seguro de energía.

En esta estrategia, agrega, también desempeñaron un papel importante medios de comunicación de corte empresarial, que se dedicaron a decir a sus lectores que un mercado desregulado traería mayores beneficios, sin atender las advertencias sobre los riesgos del retiro de las entidades públicas del diseño de reglas para operar los sistemas.

A diferencia de casos como el de Nueva York y California, en los estados de aquél país donde no han prosperado las iniciativas para desregular los mercados de energía no se han registrado experiencias de incremento en tarifas y las empresas públicas han mantenido tarifas de 10 a 40 por ciento menores a aquellas entidades donde se han privatizado los sistemas eléctricos, señala la autora.
 

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