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E D I T O R I A L
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México D.F. Jueves 7 de agosto de 2003

 
ARGENTINA: PECADOS DE LA IGLESIA

sol-2La presentación del sacerdote torturador Christian von Wenich, ex capellán de la policía de Buenos Aires, ante un tribunal de esa capital, obliga a recordar algunas de las prácticas más sórdidas e inhumanas empleadas por las dictaduras militares que se abatieron sobre Argentina entre 1976 y 1983, en las cuales participó el religioso ahora acusado de "privación ilegítima de la libertad, torturas y posible homicidio". Las tareas del cura en las cárceles clandestinas del régimen militar no se limitaban a presionar a los detenidos para que confesaran sus supuestos delitos, sino que participó en el robo de al menos una niña, hija de prisioneros asesinados. Adicionalmente, el ex capellán policial solía --aún no se sabe si por negocio propio o en el marco de la "obediencia debida"-- extorsionar a familiares de detenidos-desaparecidos, a quienes exigía diversas sumas de dinero con promesas siempre falsas de que habría de lograr que sus parientes abandonaran el país. En algunos casos, Von Wenich extorsionó con esos argumentos cuando los prisioneros en cuestión ya habían sido asesinados.

El historial de este cura con antecedentes de militancia nazi es un recordatorio del papel criminal que desempeñó la jerarquía eclesiástica argentina, la cual mantuvo con los cabecillas de la dictadura unas relaciones tan estrechas y calurosas que bien podrían denominarse complicidad. El fascismo militar de la nación sudamericana, por su parte, nunca ocultó su orientación católica a ultranza, y los generales, almirantes, coroneles y capitanes que ensangrentaron el país recibían con frecuencia los sacramentos de la mano obsecuente de obispos, arzobispos y cardenales.

Otro aspecto indignante e inaceptable puesto en el tapete por la detención del sacerdote torturador es la disposición de las iglesias católicas argentina y chilena para solapar, proteger y esconder a ese criminal envuelto en una sotana, quien hasta ahora había podido eludir el repudio cívico mediante frecuentes traslados de una a otra parroquia, primero en Argentina y después del otro lado de la cordillera. Ayer mismo, mientras Von Wenich era presentado ante la Corte Federal en Buenos Aires, Eduardo Mirás, jefe de la Conferencia Episcopal Argentina, pidió al presidente Néstor Kirchner que su gobierno no se vaya a los "extremos de la impunidad o la venganza", como si juzgar y castigar a los militares asesinos --incluido el ex capellán policial-- no fuera un acto de justicia elemental y obligada, sino una "venganza".

Para finalizar, cabe hacer votos por que el actual mandatario argentino sea capaz de sortear las cada vez más evidentes y ominosas presiones de la ultraderecha y consiga anular las leyes infames de punto final y obediencia debida, y que los argentinos puedan, a fin de cuentas, aplicar la justicia sobre quienes diezmaron el país y se ganaron un lugar prominente en la historia de la infamia.
 

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