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México D.F. Miércoles 6 de agosto de 2003

José Steinsleger

Guatemala (I): primero Dios

"...certificaoos que con la ayuda de Dios yo entraré poderosamente contra vosotros y haré guerra por todas partes y maneras que yo pudiere, y sujetaré al yugo y obediencia de la Iglesia y de sus Altezas, y tomaré vuestros bienes, y haré todos los males y daños que pudiere, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen..."

Los requerimientos de Juan López de Palacios Rubios (1450-1525), inspirados en la doctrina sobre los "pueblos infieles" del obispo Enrique de Susa (m. 1270), eran leídos a los indios antes de empezar la batalla. Si oponían resistencia, el oidor de los reyes católicos advertía: "...y protesto que las muertes y daños que dello se decrecieren sean a vuestra culpa y no de Su Alteza, ni mía, ni destos caballeros que conmigo vinieron".

Sin tener idea de lo que los españoles les decían, los mayas de Guatemala lucharon con tenacidad hasta ser vencidos por el arcabuz, el cañón y el caballo (1524). Al sometimiento militar siguió la conquista espiritual. Pero el alma de los indios no se doblegó. En México tallaron la Virgen Morena del Tepeyac y en Guatemala el Cristo Negro que oculta al dios agrario Ek-Ik-Pul-Ha (Esquipulas), pues "...un dios blanco no podía ser misericordioso para los indígenas. Aquel color en hombres con sotana o espada siempre significó para ellos muerte y miseria" (Cardoza y Aragón).

Siglos después, el concilio ecuménico Vaticano II (1962) y las encíclicas Pacem in Terris (1963) y Populorum Progressio (1967) modificaron radicalmente aquella visión de la Iglesia. El Concilio de Medellín (1968) sería el punto de arranque de una nueva actitud que llevó a una generación de laicos y religiosos al compromiso con las luchas populares de América Latina.

En los cambios referidos los liberales quisieron ver un golpe de timón de la Iglesia, acorde con el tono político de la época. Nelson Rockefeller, vicepresidente de Richard Nixon, fue más inteligente. En 1968 emprendió una gira por el continente y en su informe observó que la Iglesia ya no era "un aliado seguro para Estados Unidos". Nada nuevo. "Creo que será larga y difícil la absorción de estos países por Estados Unidos, mientras sean países católicos", había dicho el presidente Teodoro Roosevelt en 1912.

El informe Rockefeller sostuvo que el catolicismo se había convertido "en un centro peligroso de revolución potencial". En 1969 fue más allá, asegurando que era preciso remplazar a los católicos latinoamericanos por "otro tipo de cristianos". El magnate recomendó a su gobierno la promoción de las llamadas "sectas" fundamentalistas que brotaban del florido árbol pentecostal estadunidense.

De raíz europea, aunque virtualmente surgido a principios del siglo pasado como un movimiento de protesta de sectores negros y populares urbanos de Estados Unidos, el pentecostalismo cuestiona a las Iglesias consideradas demasiado racionalistas o "frías".

Empero, muchas de sus ramas degeneraron en "sectas" de conducción personalista, mesiánica y autoritaria, rasgos que son ajenos a las Iglesias evangélicas o "protestantes", no obstante que en América Latina el pentecostalismo es la expresión actual más extendida del protestantismo.

En su libro Salvación o dominación. Las sectas religiosas en el Ecuador (1986) el investigador estadunidense Tomas Bamat recuerda que Marx vio en el pentecostalismo una "...expresión de la pobreza y, al mismo tiempo, una protesta contra ella, el suspiro de la criatura agobiada, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de una época sin espíritu". Reflexión que en la interminable historia de masacres, racismo, opresión, ignorancia, humillación y analfabetismo del pueblo guatemalteco calza como anillo al dedo.

En Guatemala se ignora en qué momento el general Efraín Ríos Montt se adhirió a la Iglesia del Verbo, rama pentecostal de Gospel Outreach, fundada en Eureka, California (1971). Ríos Montt empezó a ser conocido en 1974, cuando siendo candidato de Democracia Cristiana y otros partidos políticos, el general Kjell Laugerud le arrebató la presidencia en comicios fraudulentos.

Dos años después, tres acontecimientos sacudieron a Guatemala: el auge de la lucha de masas, el terremoto que destruyó la capital el 4 de septiembre de 1976 (25 mil muertos) y la suspensión de la ayuda militar estadunidense debido a las masacres de indios y violación sistemática de los derechos humanos por el ejército guatemalteco (1977).

Con el pretexto de ayudar a los damnificados del terremoto, cientos de predicadores de la Iglesia del Verbo ingresaron al país. Se involucraron en la actividad contrainsurgente, recaudaron fondos en Estados Unidos y los canalizaron hacia proyectos donde existía descontento social y económico o en los territorios donde operaba el movimiento guerrillero.

La Iglesia del Verbo Divino y otras sectas pentecostales allanaron el terreno para que "iluminados" como Ríos Montt, así como en el siglo xvi predicasen, "con la Biblia y la metralleta en las manos", las nuevas exigencias espirituales de la recolonización imperialista.

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