.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo Electrónico
Búsquedas
C U L T U R A
..

México D.F. Jueves 31 de julio de 2003

Olga Harmony

Baño de damas

Por alguna razón, las obras que tratan de mujeres y de sus problemas íntimos tienen entre nosotros gran éxito de público (muchas veces duran tantos años, que las actrices se relevan o bien, para abatir su cansancio, ''morcillean" de tal modo que el texto original resulta irreconocible). Sin intentos de teorizar, me imagino que a las féminas les gusta reconocerse en escena y que los varones pretenden acercarse a lo que los cursis llaman ''el eterno femenino", cosa que creo totalmente inexistente. En lo personal, las veo poco y generalmente me aburren, porque creo que cada mujer es mucho más que sus relaciones con el sexo opuesto, pero por otro lado -y sin entender del todo el fenómeno- me alegra que muchas actrices tengan trabajo en estos difíciles tiempos que corren y que espero que Leticia Huijara, que se responsabiliza de la producción de Baño de damas, logre reponer su inversión, lo que al parecer está logrando. Dicho lo anterior me referiré a esta escenificación.

El laureado dramaturgo venezolano Rodolfo Santana es poco conocido entre nosotros. Hace algunos años vimos en una Muestra Nacional este mismo texto montado por el director tapatío Fausto Ramírez y ya entonces aparecía como una comedia banal, muy lejana a otros autores venezolanos como José Ignacio Cabrujas, César Reinfijo o Isaac Chocrón, de los que algo conocemos. En verdad tiene cosas divertidas, entremezcladas con ligeras críticas a la clase política hechas por empleadas de alguna cámara legislativa y se agradece que se muestre una solidaridad femenina entre desconocidas, cuando alguna tiene un problema en ese baño de un cabaret de lujo, muy alejada del prejuicio de las rivalidades femeninas que no pocos sostienen.

En esta adaptación de Leticia Huijara, quien es fruto del taller de Vicente Leñero y ya obtuvo una beca como dramaturga joven, y a pesar de ello, mucha parte de la trama resulta inconsistente y los defectos saltan a la vista. Si mal no recuerdo, se eliminó a la hija de Carmen, la encargada del baño y su problema, con lo que la reacción final de ésta, un acto casi reflejo, resulta poco consistente al eliminar un motivo más para su aturdimiento frente a todos los males que le caen encima.

Un grupo de buenas actrices esta vez no lo demuestran bajo la dirección de Francisco Franco, más atento a la ligereza del trazo escénico y a la comicidad de las situaciones -que sí consigue- que a un auténtico seguimiento de los personajes que aparecen, cada uno con su historia, así sea de manera fragmentada. En la escenografía de la prolífica Juliana Faesler que reproduce un baño de cabaret de lujo con todos sus aditamentos y con el vestuario muy propio para acudir a uno de estos centros diseñado por Pilar Boliver, las entradas y salidas de las mujeres se dan a muy buen ritmo, incluso el par de taburetes que Carmen coloca al centro casi en proscenio -y que nos pueden hacer temer una dirección muy frontal- se utilizan sólo cuando es necesario y la acción escénica ocupa todos los espacios. En eso Franco siempre ha demostrado pericia, pero la verdadera interpretación de los personajes (que es su punto flaco, pero que ya había logrado en la dirección de Muerte súbita, de Sabina Berman) se muestra ausente.

Leticia Huijara representa a Aurora, casi todo el tiempo borracha, lo que es muy celebrado por el público, y lo hace bien porque es una buena actriz y una mujer simpática, pero un beodo o una beoda son papeles muy fáciles para quien ha mostrado otras posibilidades. Bárbara Eibenschutz está débil como Valeria y su mirada final hace que se lamente que no todo su desempeño tenga igual fuerza. Norma Angélica está graciosa, sin más, en su Carmen, pero poco creíble ante la mala noticia que le llega del hospital; este personaje, que se convierte en ángel vengador, debe cargar dolor y culpa al final y su insistencia de no irse hasta no terminar su turno nos debe conmover como un deseo de la pobre mujer de no perder un empleo que necesita más que nunca, cosa que no sucede porque la actriz no muestra esas emociones. Las otras actrices y el actor cumplen su cometido sin mayores dificultades, sin riesgos ni matices en esta escenificación sin mayores miras que el éxito comercial.

Y como nota final, mi agradecimiento a María Cristina García Zepeda por el envío del libro que guarda la memoria de los primeros 50 años del Auditorio Nacional.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4445 y 4110
Email