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México D.F. Jueves 31 de julio de 2003

Adolfo Sánchez Rebolledo

Los Pinos

A raíz de los desastrosos resultados electorales del 6 de julio parecía obligado un golpe de timón en el gobierno o, al menos, un recambio en el gabinete. El Presidente, incluso, pidió una evaluación del desempeño de sus secretarios y el PAN dijo a quien quisiera escucharlo que ya era hora de que se les abrieran las puertas de Los Pinos a sus militantes más conspicuos. Hasta ahora eso último no ha ocurrido, pues el nombramiento de Rodolfo Elizondo al frente de la Secretaría de Turismo es apenas un reajuste en el staff presidencial que no afecta los grandes trazos de la política presidencial ni sus relaciones con el blanquiazul.

Si el gobierno quisiera rectificar en serio tendría que poner bajo la picota de la crítica la labor de sus grandes secretarios, es decir, los Creel, los Ortiz, los Derbez, y en otro sentido a Sojo y Abascal; tendría que someter a examen riguroso el funcionamiento de Canales Clariond o, incluso, del tal Usabiaga, pero el presidente Fox no hará nada semejante por la sencilla razón de que para él 1) todo marcha bien y 2) la caída electoral del 6 de julio sí es, de nuevo y en definitiva, un problema de imagen que se resuelve dentro de Los Pinos.

La Presidencia de la República carece de una visión crítica, objetiva acerca de su gestión, aunque es obvio para muchos observadores que la eficacia de la administración no pasa un examen medianamente riguroso. Los experimentos iniciales alrededor del staff y del gabinete presidencial terminaron en un rotundo fracaso. De hecho, del diseño original apenas si queda hoy el recuerdo y una mayor concentración de funciones y responsabilidades entre los colaboradores más cercanos al Presidente y él mismo. En el olvido va quedando la promesa de iniciar una profunda reforma administrativa del Poder Ejecutivo a la que seguirían otras materias indispensables para la reorganización democrática del Estado. Pero este gobierno se caracteriza, justamente, por su falta de fidelidad a las propuestas originales.

En consecuencia, los anunciados cambios en el gabinete, si todavía queda alguno en puerta, no serán, pues, una rectificación a la mitad del sexenio, sino un reajuste limitado sin mayores alcances o, a lo sumo, un reparto cortesano de cotos de poder entre los allegados. Su importancia estriba en que nos obligan a pensar de nuevo en dos cuestiones cruciales que siguen siendo un misterio: Ƒquién manda en Los Pinos, cómo se organiza la agenda presidencial?

Da la impresión de que la Presidencia no acaba de entender cuál es su función en un país con los problemas que tiene México. Está demasiado condicionada a lo que digan las encuestas y los medios, al mantenimiento de sus índices de popularidad por encima de la discusión de los problemas nacionales. En vez de proporcionar a la sociedad los insumos para un debate informado sobre la agenda, la Presidencia sigue creyendo en las virtudes de la "comunicación", entendida como un ejercicio de venta al menudeo de los bienes y servicios públicos. No hay, a estas alturas, una deliberación digna de tal nombre sobre las llamadas reformas estructurales y otros programas que merecerían un poco de atención y acuerdo de otros actores interesados. En otras palabras: no hay comunicación política digna de tal nombre.

Pero si eso era hasta cierto punto previsible, lamentable resulta en todo este episodio la actitud del Partido Acción Nacional, que parecía dispuesto a salir por su fueros o por sus puestos en el gobierno.

Por lo que hasta ahora hemos visto, Fox no tiene demasiado interés en compartir el pan y la sal con sus correligionarios blanquiazules. Se dice que alguno de ellos todavía podría llegar al gabinete, aunque se sabe que los mayores empeños están depositados en lograr la remoción de los funcionarios federales que no pertenezcan a su formación, es decir, en asegurarle participación en el erario a un número importante de cuadros locales y regionales que están a disgusto por la exclusión de la que sienten objetos.

ƑDónde quedó el apoyo crítico, la independencia para criticar del partido en el gobierno? Vaya: un partido doctrinario que se preparó durante 60 años para gobernar se felicita por despachar en la Secretaría de Turismo. Por favor.

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