Juan Saldaña /III y último

El Centro Histórico

No te engañes, querido y excepcional lector, por el aparente abandono en que este torpe tecleador ha dejado a los temas de hoy día. Al pálpito cotidiano. A la tortura actual. Y esto, con el aparente objeto de solazarse, en mansa y dúctil contemplación, con las bellezas seculares de nuestro Centro Histórico de la capital de la República. Y es que aunque lo parezca, el supuesto abandono no ha significado nada más que un "hasta pronto", porque no me cabe la menor duda de que la majestad de la cantera labrada y la señera balconería de bronce sobre la fachada barroca o las enhiestas torres campaniles de los templos de dos o tres siglos de edad que adornan nuestro centro no alcanzan a ocultar la feroz realidad de todos nuestros días. La tozuda insistencia de una realidad que en veces anima, pero en otras ofende a los mexicanos, por insensibles o ignaros que parezcamos.

Porque en verdad existen, hoy día, actitudes gubernamentales ante la opinión generalizada que, por lo menos, sorprenden al más torpe lector. Va de ejemplo.

ƑExistirá algún despistado seguidor de la prensa cotidiana que sea capaz de tragarse la versión oficial en el sentido de que la publicidad presidencial no se está produciendo para favorecer al PAN? ƑNo resulta obvio que los mensajes emitidos poco o nada tienen que ver con una sana y bienintencionada campaña informativa presidencial? ƑSupone verdaderamente el respetado comunicador declarante que los mexicanos todos vamos a aceptar que la publicidad exacerbada hoy día "nada tiene que ver con el curso del proceso electoral"? ƑEs permisible tal inocencia? ƑEs aceptable?

Declaro solemnemente que soy ajeno a cualquier creencia en las premoniciones. Francamente prefiero al análisis seco de la realidad a las fantasías proféticas. No sé, bien a bien, qué va a pasar el domingo crucial. Prefiero el realismo al futurismo. De lo que sí estoy cierto es que mi pueblo, su ciudadanía está madura y no va a aceptar los galones de "atole con el dedo" que quisieran hacerle tragar. Ya lo veremos.

Pero en una última y nostalgiosa huida hacia la belleza de nuestra capital, permítame amable y condescendiente lector que me despida del tema que ha consumido mis renglones durante las dos últimas entregas, invitándolo a que culmine su visita imaginaria a nuestro Centro Histórico con un recorrido que le puede resultar extraordinario.

No es posible, de ninguna manera, agotar el tema de la enorme riqueza monumental del Centro Histórico. Si el amable viandante dominguero desea ampliar su conocimiento de esta historia hecha monumentos puede prolongar su recorrido y acercarse, rumbo al oriente de la plaza para tomar la calle de Moneda y por ahí disfrutar en seguimiento el edificio del Ex Palacio del Arzobispado, hoy Museo de la Secretaría de Hacienda; el antiguo claustro de Santa Teresa la Antigua, hoy Centro de Arte Alternativo Ex Teresa, al inicio de la calle de Primo de Verdad. Continuando por Moneda puede visitar con provecho el Museo Nacional de las Culturas, que opera en el recinto en que, durante la Colonia, trabajaba la gran casa de fundición de la Moneda. La instalación formaba parte del Palacio Virreinal y se ubicó en el llamado "segundo" Palacio de Moctezuma.

Avanzando por Moneda debe admirar, aun con desgastes y daños, las puertas de madera de la Iglesia de Santa Inés, con magníficos relieves de fina artesanía. Debe visitar también el Ex Convento de Santa Inés, hoy ocupado por el Museo José Luis Cuevas, realmente afortunada solución a esa prematura ansia de sacralización del conspicuo artista plástico mexicano. Ahí se pueden admirar, además de obras de Cuevas, testimonios de otras famosas figuras nacionales y extranjeras. Puede ser una visita agradable y valedera.

Y más monumentos, más bellezas y experiencias. Camina viandante-visitante y llega a la antigua Academia de San Carlos que le da nombre a su calle de Academia. Retrocede por Moneda, cruza nuevamente el Zócalo. Apura el paso, que hay mucho que ver y falta el tiempo. Si tomas por Donceles realiza una breve visita a la Iglesia de la Enseñanza, en el número 104 de esa calle. No dilates tu estancia pero aprecia las aristas y filos dorados de su altar, señeramente resguardados por dos gigantescos lienzos de temas sacros.

Y sigue por ahí. Sigue apreciando los testimonios del arte y de tu historia. El Colegio de Cristo; San Ildefonso; el templo de Loreto; el de la Encarnación que hace décadas ocupa la Secretaría de Educación Pública. Y ya en Santo Domingo enfrenta el antiguo Palacio de la Inquisición, que hoy ocupa el Museo Nacional de Medicina. Recorre tus calles. Da un salto vigoroso y lánzate a Madero para admirar el antiguo Palacio de los Azulejos, que hace muchos años fue adquirido y ocupa el restaurante Sanborns.

El templo de La Profesa; San Francisco; el Palacio de Iturbide; la plaza Manuel Tolsá y su Caballito; el Palacio de Minería; la Capilla de Betlemitas, hoy Museo del Ejército, y la antigua Iglesia de Santa Clara, que hace muchos años ocupa la Biblioteca del Congreso; la Iglesia de San Agustín; la antigua casa de Romero de Terreros en la calle de República de El Salvador; San Felipe Neri y más; y más. Templos, casas, residencias; sedes de dominios y poderes; historia y sucedidos. Tu ciudad. Tu Centro Histórico. Sólo a vuelo de pájaro. En un momento. Un solo momento