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México D.F. Sábado 31 de mayo de 2003

Cientos, interrogados y detenidos sólo por ejercer sus libertades de expresión y asamblea

El fantasma del macartismo recorre de nuevo Estados Unidos

El director de AI y estrellas de Hollywood, entre los asediados por gobierno y conservadores

Peligra la democracia a causa del trato a la disidencia, opinan defensores de derechos civiles

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 30 de mayo. Cuando el director de Amnistía Internacional (AI), junto con estrellas de Hollywood, un grupo de música country, profesores y periodistas de renombre nacional pueden ser tachados de "traidores" y "antiamericanos", uno puede sólo imaginarse lo que ocurre con cientos o tal vez miles de desconocidos que se atreven a expresar opiniones disonantes con la política oficial estadunidense. El fantasma del macartismo se pasea por Estados Unidos.

"Agentes de seguridad pública en todo el país han interrogado, detenido y fiscalizado a cientos de personas por ejercer sus libertades de expresión y asamblea, estipuladas en la primera enmienda (constitucional)", declaró la Unión Americana de Libertades Civiles -principal organización nacional de defensa de estas garantías- en un informe publicado este mes.

El documento, titulado Libertad bajo fuego: disenso en la América pos 11-9, concluye: "la respuesta a la disidencia de muchos funcionarios gubernamentales viola tan claramente la letra y el espíritu de la suprema ley de esta nación, que amenaza los fundamentos de la propia democracia".

Castigo a la opinión en el país defensor de la libertad

Pero no sólo el gobierno amenaza la libre expresión, sino el clima social que se ha generado, en el cual autoproclamados "patriotas" nutren el temor contra expresiones de disidencia en esta coyuntura.

Las Dixie Chicks, Tim Robbins, Susan Sarandon, Danny Glover, estudiantes, académicos, periodistas, inmigrantes y muchos más han sido blanco de intimidación, ataques, boicoteos y a veces represión por expresar opiniones disidentes en este país autoproclamado "defensor de la libertad" en el mundo.

Apenas ayer el director de AI en Estados Unidos fue criticado por el político y asesor conservador Gary Bauer por atreverse a declarar que la guerra de Washington contra el "terrorismo" estaba socavando los derechos humanos a escala mundial.

"Eso sólo será utilizado por los enemigos de Estados Unidos para promover el odio contra nosotros", declaró en una entrevista conjunta en CNN.

A nombre de la guerra contra el "terrorismo" el clima de intimidación y de supresión de la libertad de expresión se ha intensificado desde que el presidente George W. Bush, poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, proclamó: "Están con nosotros o están con los terroristas". Desde entonces se ha aplicado el epíteto de "terrorista" (o simpatizante de) a reconocidos académicos, artistas y activistas en todo el país.

La campaña contra toda disidencia aquí en torno a las políticas nacionales e internacionales de esta administración se promueve desde dentro y fuera del gobierno, siempre disfrazada con la insistencia sobre el patriotismo. Incluso protestas de que el gobierno está suprimiendo libertades de expresión son atacadas.

El propio procurador general, John Ashcroft, respondió así a quejas de defensores de libertades civiles: "Para aquellos que espantan a gente que ama la paz con fantasmas de libertades perdidas, mi mensaje es este: sus tácticas sólo ayudan a los terroristas".

Hay una multitud de ejemplos. El clima represivo se nutre tanto en el gobierno como entre actores privados -organizaciones conservadoras, conductores de talk-shows, personajes de radio y otros que se proclaman jueces sobre quién es o no patriota.

Periodistas en la mira

En el ámbito periodístico, el veterano comentarista Andy Rooney, del programa nacional de noticias más visto en este país, 60 minutos, recibió miles de cartas criticando sus expresiones contra la guerra.

Robert Scheer, columnista nacional de Los Angeles Times, fue acusado de "traidor" por comentaristas de talk-shows nacionales por atreverse a criticar las políticas bélicas del gobierno de Bush.

Peor aún, fue directamente atacado por el propio gobierno cuando la vocera del Pentágono, Victoria Clarke, escribió al rotativo una carta en la que expresa: "las afirmaciones de Scheer son atroces, patentemente falsas y no apoyadas por los hechos".

Ello, sólo por haber reportado y ampliado una investigación de la BBC que cuestionó las declaraciones oficiales sobre la soldado Jessica Lynch. El Pentágono dijo que dar otra versión es "un insulto a hombres y mujeres valientes involucrados".

Phil Donahue, anfitrión y figura nacionalmente reconocida de un programa de entrevistas en un canal de televisión por cable, fue despedido por sus opiniones críticas de las políticas oficiales.

El periodista Seymour Hersh (antes de The New York Times, ahora de la revista The New Yorker, autor de varios best-sellers y ganador del Premio Pulitzer) fue acusado por el asesor presidencial neoconservador Richard Perle -después de que Hersh documentó un conflicto de interés del funcionario- de "lo más cercano a ser terrorista dentro del periodismo estadunidense".

Peter Arnett fue despedido por NBC por hacer comentarios obvios sobre la guerra a una televisora iraquí. La caricatura sindicada del famoso Aaron McGruder fue censurada por el Boston Globe cuando entregó una "tira de protesta".

El universo académico, también bajo ataque

En el ámbito académico, supuestamente bastión de la libre expresión, también hay decenas de víctimas de este clima represivo, incluso en las instituciones de mayor prestigio en el país. Una profesora de Yale que se atrevió a escribir un artículo de opinión contra la guerra en Irak en el periódico de la universidad fue sujeta a una serie de amenazas de violación sexual y muerte.

Después de que un profesor asistente de antropología de la Universidad de Columbia hizo en un foro estudiantil varios comentarios críticos severos contra la política bélica estadunidense, recibió tantas amenazas de muerte que tuvo que mudarse de casa y tener guardias de seguridad en sus clases, reporta Alisa Solomon al describir en The Nation ejemplos de este clima.

Más aún, en un caso sin precedente, 104 legisladores federales republicanos enviaron una carta al rector de la universidad solicitando que expulsara al profesor.

Hay decenas de casos en los que estudiantes en universidades y preparatorias han sido intimidados y amenazados a veces por sus compañeros y otras por anónimos por expresar o manifestar su oposición a las políticas bélicas del gobierno de Bush.

De hecho, un grupo de ultraconservadores estableció hace un año la organización Campus Watch para "monitorear" académicos en áreas de estudio relacionadas con el Medio Oriente, y se ha dedicado a difundir "fichas" sobre decenas de profesores acusándolos de "apologistas" para las causas árabes.

Uno de los acusados de "odiar América" por el fundador de Campus Watch, Daniel Pipes, fue el profesor de historia Eric Foner, de la Universidad de Columbia, porque el académico señaló que Japón invocó la idea de "guerra preventiva" cuando atacó Pearl Harbor.

Foner comenta que también fue acusado de ser uno de varios "profesores traidores" por locutores de talk-shows de televisión.

"Los ataques incesantes declarando a disidentes como traidores tienen la intención de crear un clima de choque y consternación dentro de Estados Unidos, para que aquellos que tienen la tentación de expresarse sean intimidados lo suficiente para evitarlo", escribió recientemente Foner en The Nation.

En el ámbito artístico

Por su activismo contra la guerra y atreverse a manifestarse en foros nacionales, en medios masivos y en las calles, varias estrellas de Hollywood han sido objetos de ataques agresivos por comentaristas conservadores.

Los actores Tim Robbins y Susan Sarandon han sido desinvitados de varios eventos. La celebración del 25 aniversario de su película clásica sobre el beisbol, Bull Durham, que estaba programada para ingresar en el Salón de la Fama del beisbol, fue cancelada por los anfitriones por esa razón, y Sarandon fue desinvitada de ser la oradora principal en una cena para una organización caritativa nacional.

Clear Channel, la empresa más grande de radio -con más de mil 200 estaciones en el país- ordenó que todas sus filiales dejaran de trasmitir la música del grupo de country Dixie Chicks después de que sus integrantes expresaran una leve crítica contra Bush, diciendo que las avergonzaba que él fuera también texano.

Otros de los actores y cineastas incluidos en la lista de tachados de antipatriotas por criticar la política oficial son Martin Sheen y Jessica Lange. Danny Glover, quien también se ha expresado públicamente contra la política bélica de este gobierno, ahora es sujeto a una campaña en su contra, pues se ha presionado a una empresa de telecomunicaciones que firmó un contrato publicitario con él para que lo cancele y ya no sea su cara pública.

El actor Sean Penn publicó una carta abierta en toda una plana de The New York Times, en la cual de nuevo denuncia el clima político en Estados Unidos y cuestiona la política exterior de Bush.

Recuerda que después de expresar sus dudas sobre esta política, poco antes de la guerra contra Irak, fue blanco de ataques y "hasta acusaciones de traición. Sentí de primera mano la condición represiva del debate público en nuestro país, al prepararse para la guerra. Empecé a sentir el precio que se tenía que pagar por un ciudadano ejerciendo una posición disidente".

Agregó: "esa bandera que me tomó tanto tiempo amar, respetar y proteger, ahora amenaza en convertirse en una bandera perturbadora de asesinato, avaricia y traición contra nuestros principios, nuestra honrada historia, la Constitución y nuestros propios madres y padres. De convertirse en una cartelera espectacular vulgar publicitando nuestra deslealtad a nosotros mismo y nuestros aliados".

Nada nuevo

Foner señala que la tradición de la libertad de expresión y el derecho a la disidencia es tan estadunidense como la tradición del esfuerzo del gobierno y otros de suprimir la libre expresión en tiempos de crisis, y que eso se ha manifestado a lo largo de la historia del país.

De nuevo en esta coyuntura el clima de supresión, nutrido por el gobierno y las fuerzas conservadoras, ha desatado una "histeria nacionalista" y nativista, en muchas maneras igual a las que envenenaron a esta sociedad durante la Primera Guerra Mundial y el periodo del macartismo, en los años 50. Aunque en tiempos anteriores las campañas se lanzaron contra anarquistas, pacifistas, comunistas y socialistas, hoy, como entonces, son contra el "elemento extranjero".

Ahora las más afectadas son las comunidades árabes y musulmanas. Recientemente se reporto aquí que más de 15 mil de los 100 mil inmigrantes paquistanos de Brooklyn han huido del país o han sido deportados. Cientos de miles más se sienten acosados todos los días, y hay decenas de casos de crímenes de odio en su contra en las calles estadunidenses.

Nadie sabe el número de desconocidos que, en ciertas maneras más valientes que los famosos, han tenido que sufrir las consecuencias de expresar su disidencia. Inmigrantes, estudiantes, artistas, periodistas, sindicalistas y otros por todo el país, cuyos casos no llegan a ser nota nacional, han sufrido intimidación, expulsiones, amenazas y pérdidas de trabajo por sus posiciones críticas.

"El papel de la disidencia al acercarse una guerra es crucial. Antes de enviar a jóvenes estadunidenses a matar y morir en tierras extranjeras, una democracia tiene la obligación sagrada de permitir una discusión plena y a fondo de los temas. No hay ninguna obligación de hincarse ante una renovada presidencia imperial", escribió recientemente Arthur M. Schlesinger Jr, historiador, profesor y ex asesor del presidente John F. Kennedy.

Respondiendo a la amenaza del procurador general Ashcroft, Schlesinger, en un artículo publicado en The Seattle Times, afirmó: "Poco es más insolente o despreciable que funcionarios públicos, como el procurador general de Estados Unidos, que gritan que quienes se atreven a cuestionar sus actos están ofreciendo ayuda y comodidad a los terroristas".

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