México D.F. Viernes 30 de mayo de 2003
Sus restos fueron trasladados ayer a su tierra
natal
Graves lesiones causan muerte a trabajador
BERTHA TERESA RAMIREZ Y ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ
Ayer, a las 9 horas con 15 minutos falleció en
el Hospital Mocel el trabajador Saúl Cornejo Hernández, a
la edad de 30 años, a consecuencia de las lesiones que sufrió
tras el accidente ocurrido la tarde del miércoles en la zona de
obras del distribuidor vial San Antonio. Sus restos fueron trasladados
al municipio de Tezontepec de Aldama, estado de Hidalgo, de donde era originario,
para ser sepultados.
Raúl
Chío Magaña, director de terapia intensiva del Hospital Mocel,
adonde fue trasladado luego del percance, informó que fue imposible
salvarle la vida debido a la naturaleza de las lesiones que sufrió.
El galeno explicó que Hernández Cornejo
resultó herido en la parte baja del abdomen a consecuencia de la
caída de un contrapeso de 200 toneladas, lo que le produjo varias
lesiones, entre ellas, la más grave, la amputación traumática
de los miembros inferiores.
Indicó que Luis Sánchez Gómez, el
otro trabajador que también fue trasladado a ese nosocomio, sólo
presentó crisis nerviosa, por lo que fue atendido en el servicio
de urgencias y el mismo miércoles por la noche fue dado de alta.
Para el director del Servicio Médico Forense, José
Ramón Fernández Cáceres, fue un milagro que Saúl
Cornejo sobreviviera, aunque haya sido por unas horas. Al final, el conjunto
de traumatismos, como la amputación de los miembros pélvicos,
las contusiones intestinales y el desgarre de la vejiga, entre otros, le
provocó la muerte.
Antonio García, suegro de Saúl Cornejo,
dijo que la falta de oportunidades de empleo en el estado de Hidalgo orilló
a su yerno a buscar trabajo fuera. Comenzó a trabajar, también
en la construcción de obras, en la refinería de Pemex en
Tula.
Luego se fue a trabajar al estado de Morelos y posteriormente
a la ciudad de Tampico, hasta que llegó a la ciudad de México
hace algunos meses y se empleó en las obras del distribuidor vial
San Antonio.
A pesar de la distancia -en promedio dos horas de camino
del Distrito Federal hasta Tezontepec de Aldama, donde viven su esposa
y su hija Brenda, de nueve años-, procuraba estar con ellas todos
los fines de semana.
"Cada ocho días estaba en su pobre casa de usted.
Cada ocho días estaba con su hija, con su familia, se iban a pasear",
refiere el hombre de alrededor de 60 años de edad.
Resignado ya por la viudez de su hija y la orfandad de
su nieta, responde sobre esta situación: "Pues veremos a futuro
qué se va a hacer, tenemos que luchar y salir adelante en compañía
de toda su familia"
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