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México D.F. Miércoles 28 de mayo de 2003

Carlos Martínez García

En La jefa

Con un poco de rubor, pero confieso que ya lo leí. No pude resistirme a la frivolidad que documenta en sus páginas. La lectura del ejemplar fue rápida, porque debido a la forma en que está escrito no demanda de quien recorra las hojas más que un buen de hígado y cierto voyeurismo que se regocija en el recurrente kitsch style de las cúpulas del poder aquejadas por el síndrome de Adán: creen que todo empezó con ellos, que antes sólo había caos y desolación.

La obra de Olga Wornat, La jefa, vida pública y privada de Marta Sahagún, casi está en la misma línea de aquel clásico que alimentó el morbo, envidia (de quienes se imaginaban llevando una existencia como la narrada) y sentido de la pachanga política en un buen sector de sus millares de lectores: Lo negro del Negro Durazo.

Para quienes desoyendo los consejos presidenciales sí leen y se informan de los asuntos públicos, el libro de Wornat nada más es una colección de historias, conjeturas e intrigas ya conocidas y documentadas principalmente por la prensa escrita. Aquí no vamos a comentar la veracidad de las partes más polémicas e impugnadas de la obra, sino a subrayar ciertos elementos que llevaron a su elaboración y que no debemos perder de vista.

La periodista argentina no engañó a Marta Sahagún ni al equipo que le acompaña y asesora en sus andanzas de defensora de los pobres y afligidos de nuestro país. Si la esposa de Vicente Fox quería hacerse una idea del volumen que se publicaría sobre ella, nada más tendría que haber revisado los libros que Wornat escribió acerca de Carlos Menem, y de éste y su esposa Cecilia Bolocco.

A lo mejor delegó la responsabilidad revisora en alguno de sus asesores, que formado en la concienzuda lectura de literatura de superación personal, hagiografías, recetas contemplativas y seguimiento semanal del ilustre The Cowboy Book (El libro vaquero), llegó a la conclusión de que documentar la cándida, triste y triunfadora historia de Marta la de Celaya era en sí mismo un elogio. Porque si sabiendo quién es Olga Wornat y su orientación periodística la señora de Los Pinos colaboró tan gustosamente dejándose entrevistar varias veces, entonces no caben sus publicitados desgarramientos de vestiduras y desmentidos con tintes de telenovela. Pero si no sabía del periodismo practicado por Wornat, y nadie de su staff la previno al respecto, y de todas maneras decidió conversar ampliamente con ella, estamos tal vez ante un acto irresponsable y que pinta por sí mismo la ligereza con que se manejan los asuntos en la residencia presidencial.

La clásica frase de Jesús Reyes Heroles ("En política la forma es fondo") nos sirve para explicarnos el porqué del foro elegido por Marta Sahagún para, pretendidamente, desmentir las secciones del libro de Wornat que más la dañaron.

La señora de Fox, como gusta ser llamada, recurrió a un programa en el que la tónica es la ironía, el cotorreo y el muy mexicano doble sentido. El payaso tenebroso estuvo en su papel; ella, en cambio, se puso dramática y quiso disminuir las sospechas sobre uso de recursos públicos para actividades privadas y familiares, lanzando consignas, pero casi nada de argumentos. Si la intención era trivializar asuntos importantes, y lo es su doble carácter de esposa del Presidente y cabeza de una fundación privada, poniéndose a juguetear con el maestro del género, es probable que haya tenido éxito ante los ojos de un amplio porcentaje de televidentes. Su aparición en el informativo chacotero habría que verla entonces como un acabado ejemplo de banalización y desvío del tema principal (su protagonismo e intervencionismo en asuntos de Estado) hacia cuestiones menores y cotorronas.

Nos urge reincorporar al análisis de acciones como la descrita en un libro, por desgracia, poco difundido pero que contiene claves para entender la jocosidad y despapaye que se traen Vicente y Marta. La obra es Fenomenología del relajo, escrita por el filósofo mexicano Santiago Portilla, en la cual busca desentrañar un componente cultural que todo lo mediatiza a través del fecundo y creador desmadre.

Una de las temáticas que me han traído más intrigado en los últimos días no es que Marta Sahagún haya confesado que ella y su esposo quieren la continuación de su proyecto de gobierno. Más que preocupado por una posible candidatura presidencial de la consorte de Fox, a lo que no le encuentro respuesta es a cuál proyecto se refiere. Porque de existir éste, a la fecha no sabemos cuál es y en qué consiste. La fundación Vamos México, que tiene tantos millones de pesos, bien podría patrocinar un proyecto de investigación para que nos descubra si existe un proyecto de gobierno foxista. Parece ser que sólo el matrimonio que vive en Los Pinos sabe de qué se trata el proyecto, los demás ni nos hemos enterado porque no se le ve aplicado por ningún lado. Si el de Fox es el proyecto del cambio entonces sí lo está cumpliendo, porque un día cambia de idea y al siguiente sale con otra propuesta que contradice a la anterior. Si el ir y venir, la oscilación constante, de Fox es el proyecto que busca continuar La jefa, hay que ponerse atentos para que no nos den en la ídem un sexenio más.

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