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E C O N O M I A
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México D.F. Lunes 26 de mayo de 2003

MEXICO SA

Carlos Fernández-Vega

Empresarios nacionales buscan recuperar terreno perdido

Terminó la panacea de la inversión extranjera

UNA PROPORCION SUSTANTIVA del producto interno bruto latinoamericano se reunió "en secreto" en la ciudad de la esperanza y después fue a tomar el sol en playas mexicanas.

A CONVOCATORIA DEL número uno de la región, Carlos Slim, una treintena de megaempresarios se congregaron con el fin de "analizar, para el presente y el futuro, el insustituible papel que tienen las empresas nacionales en el desarrollo de los países" de América Latina, de acuerdo con el -obligado- boletín de prensa emitido por uno de los consorcios del nacionalifílico magnate mexicano.

NO SOLO ESO. SE congregaron con el objetivo de "impulsar mecanismos para la superación de la pobreza, que afecta a cerca de 250 millones de habitantes de la región". Sin duda es una actitud loable aunque un tanto tardía, toda vez que en las últimas dos décadas -periodo en el que los megaempresarios vieron florecer sus respectivas fortunas con velocidad envidiable- el número de pobres en América Latina creció en casi 190 por ciento.

AUN ASI, EL "IMPULSO" que piensan dar a la "superación de la pobreza" viste bien a los megaempresarios latinoamericanos y refleja su sensibilidad, magnates que -a excepción del ecuatoriano Alvaro Noboa, dos veces candidato a la Presidencia de su país- a lo largo de sus exitosas carreras han asegurado que no les interesa la política, aunque lo cierto es que sus generosas chequeras han estado tradicionalmente activas en lo que a financiamiento de campañas políticas se refiere en sus respectivos países.

TODO INDICA, SIN embargo, que el elemento clave para la realización de esta "cumbre" no es, por mucho, la pobreza regional, sino la paulatina pérdida de hegemonía de la plutocracia latinoamericana y la preminencia del capital trasnacional en la toma de decisiones -políticas, económicas y sociales- en sus respectivos países. Y eso duele.

DE CUALQUIER SUERTE, los magnates no podrán quejarse de tal circunstancia, toda vez que a lo largo de las últimas dos décadas han sido decididos impulsores de las "reformas", "ajustes" y "transformaciones" aplicadas en la región, de las que se beneficiaron a plenitud, aunque ahora esos mismos "cambios" comiencen a darles la espalda y a restarles "capacidad de mando".

EL PUNTO CENTRAL DEL cónclave convocado queda claro en la información publicada por La Jornada (Roberto González Amador): "En momentos en que empresas de Estados Unidos y Europa comienzan a consolidarse como las propietarias de sectores económicos claves en América Latina, destacados hombres de negocios de la región lograron (...) un acuerdo para impulsar la conformación de empresas de orientación social (...) en lo que constituye el primer paso de un reposicionamiento de los capitales locales".

LA HIPOTÉTICA "ORIENTACION social" no es más que un intento de los megaempresarios por recuperar el terreno perdido, el grado de influencia, el peso en la toma de decisiones nacionales. Así es. Para los dignos representantes del producto interno bruto latinoamericano, la "panacea" de la inversión extranjera llegó a su fin, puesto que dejó de ser una amenaza para convertirse en una perniciosa realidad. Pero no se pueden quejar: muchos de ellos han sido cómplices -por comisión u omisión- de que el capital foráneo controle los sectores estratégicos de la actividad económica regional y lo que políticamente ello implica.

PUESTO EN MARCHA EL desmantelamiento del aparato productivo del Estado, a comienzos de los 80, el gran capital privado regional -salvo honrosas excepciones- fue alegre cliente en la venta de garaje: adquirió las empresas públicas, gozó de las canonjías ofrecidas por los gobiernos por ellos impulsados, las exprimió, concretó "alianzas estratégicas" con capital foráneo y terminó por venderlas a las grandes trasnacionales que hoy son el motivo de su dolor de cabeza.

OTRORA VISTA COMO símbolo de "confianza" y muestra fehaciente de la "solidez de la economía nacional" y de sus "emprendedores hombres de negocios", la masiva presencia de capital extranjero ya no convence a los megaempresarios, aunque de siempre se ha sabido -tal como proceden los participantes en el cónclave de la ciudad de México e Ixtapa- que no tiene otra meta que obtener la mayor tasa de ganancia posible, adicionada con los generosos beneficios extraordinarios que los gobiernos locales les obsequian en demérito de los capitales nativos.

EL CIRCULO POR ELLOS abierto, pues, se cerró. Como bien señala un estudio del Sistema Económico Latinoamericano, el proceso de privatización primero, y de compra de empresas privadas por trasnacionales después, "promovió y facilitó la extranjerización del aparato productivo de América Latina, con consecuencias múltiples (...) Esta tendencia cambió la estructura del poder económico de muchos países regionales. Desaparecieron tanto la hegemonía estatal como la de algunas industrias tradicionales nacionales de gran tamaño. En algunos casos -como el argentino y el mexicano- se abrió paso una nueva clase empresarial liderada por el sector bancario y filiales de empresas trasnacionales...", situación que "refuerza la tendencia de la concentración económica y debilita a las empresas nacionales".

ESTA NUEVA CONFIGURACION económica tiene su correlato político, toda vez que "los nuevos grupos no sólo manejan la economía, sino que aspiran al control del Estado, logro que en algunos casos ya han concretado. Se mezclan allí los aparatos políticos tradicionales con los grupos empresariales, por la vía del financiamiento de la actividad política y de negocios compartidos. Además, junto con la hegemonía de las empresas trasnacionales se acentúa la influencia de los países de los que provienen esas inversiones".

LOS RESULTADOS ESTAN A la vista: entre 1990 y 1999 el número de trasnacionales enlistadas entre las 500 mayores empresas de América Latina creció 55 por ciento y las ventas de estos corporativos, producto de la compra de empresas privatizadas por el Estado, creció 179 por ciento en el periodo. Tan sólo en 2000 sumaron 280 mil millones de dólares, 40 mil millones más que las de consorcios privados nacionales.

Las rebanadas del pastel:

¿QUÉ TAL ROBERTO HERNANDEZ, ex cabeza de Banamex, para dirigir alguna de las "empresas de orientación social" promovidas en el cónclave?

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