México D.F. Lunes 26 de mayo de 2003
La apertura comercial más la falta de visión y estrategia, derrumbaron el sector
Cayó 20% la industria del calzado en sólo dos años, advierten fabricantes
Diputados, aliados de contrabandistas al no aceptar leyes más severas contra esa actividad
DAVID ZUÑIGA
Golpeada por el contrabando, que le quita 25 por ciento del mercado, sin financiamiento desde 1995, descapitalizada y sin una estrategia integral de reactivación, la industria del calzado ha decrecido 20 por ciento en los últimos dos años y su futuro está en riesgo.
El presidente de la Cámara Nacional de la Industria del Calzado (Canaical), Eduardo Mizrahi, calcula que el sector apenas le da empleo a unas 90 mil personas.
A través de la oficina de Mizrahi Shapiro se observa la planta de Duramil, empresa líder en el mercado de calzado deportivo con marcas como Settia y Dunlop hasta antes de que la desplazaran Nike, Reebok y Adidas, entre otras. Ahora la empresa se concentra principalmente en botas de hule para uso industrial y zapatos de materiales sintéticos.
En su mejor momento, relata, la fábrica producía alrededor de 40 mil pares diarios. Hoy el promedio es de entre 4 mil y 5 mil. En el recorrido por las instalaciones sólo se observa a una veintena de trabajadores y al fondo de la nave maquinaria abandonada.
Esta caída, reconoce, es resultado de la apertura comercial y de algunos errores de planeación, pero también de una falta de visión y estrategia para la industria y para el país. Los problemas de los fabricantes de calzado, textiles y ropa, sostiene, no se deben a falta de competitividad, sino ''a que no se cumple la ley'' y el valor agregado ''se está generando en China''.
Un ejemplo de esta falta de visión, señala, es el olvido en que la Cámara de Diputados dejó la reforma para tipificar el contrabando como delincuencia organizada, a pesar de que la iniciativa ya había sido aprobada por el Senado. Los diputados, acusa, se convirtieron así en ''aliados del contrabando''.
El empresario estima que cada año se producen en México 200 millones de pares de zapatos y entran 50 millones de contrabando, es decir, 25 por ciento del mercado legal. Si se impidiera la entrada de mercancía ilegal, calculó, el empleo aumentaría en la misma proporción.
Contrariamente a lo que ha sostenido el administrador general de Aduanas, José Guzmán Montalvo, Mizrahi asegura que la mayor parte de la mercancía china que se vende en México, ya sea en el ambulantaje o en el comercio establecido, es ilegal. Para importar calzado legalmente del país asiático, explica, se tiene que pagar un arancel de mil por ciento, lo cual deja al producto extranjero fuera de competencia.
Sobre el programa anunciado por la Secretaría de Economía para aumentar la competitividad de la cadena cuero-calzado, Mizrahi considera que es un primer paso, pero carece de medios económicos y una estrategia integral que incluya acceso a mercados. Compara lo que hace Brasil con sus productores: el gobierno les prohíbe exportar cuero crudo; tienen que procesarlo para sumarle valor agregado y para ofrecer a su industria de calzado materias primas a buen precio. Brasil, agrega, organizará una feria de fabricantes de calzado. ''La invitación incluye boletos y estancia gratis. Todo lo paga el gobierno. Acá esos apoyos no existen; el gobierno sólo dice: te apoyo con 30 o 40 por ciento de una asesoría que cuesta 10 mil o 15 mil pesos. No hay una verdadera estrategia de industria y de nación, como la tienen China o Brasil''.
La industria del calzado en México, recuerda Mizrahi, fue la que sentó las bases de la industrialización de países como Corea del Sur, Taiwán y Tailandia porque capacitó a los trabajadores en procesos estandarizados, control de calidad y entrega a tiempo.
Si el gobierno mexicano considera que al país ya no le conviene producir zapatos porque debe orientarse a productos de más valor agregado, debería ayudar a las empresas del sector a reconvertirse para que se dediquen a otra cosa. ''Tendríamos que empezar a hacer planes pilotos con algunas empresas''. Sin embargo, lamenta, no parece haber disposición a correr riesgos.
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