Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 26 de abril de 2003
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P O L I T I C A
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DESFILADERO

Jaime Avilés

El dúo tiránico del GDF

Ebrard y Collins, bajo sospecha

Piden a Juan S. Millán que libere al artista Roberto Pérez Rubio

DEMOFOBIA. Cuando agotaron la dotación de piedras que llevaban en las mochilas, los japoneses sacaron los martillos y comenzaron a machacar las nuevas y blancas aceras del Paseo de la Reforma para obtener más proyectiles. Es una lástima que las crónicas del momento no hayan registrado lo que entonces ocurrió. Militantes del Frente Zapatista de Liberación Nacional y campesinos de San Salvador Atenco establecieron una valla humana para impedir la provocación, cubriendo las alambradas tras las cuales se alineaban los granaderos de Marcelo Ebrard resguardando la embajada de Estados Unidos. Por su parte, una muchacha que dijo llamarse Nora se acostó en el suelo para proteger la banqueta y evitar que la siguieran destruyendo los japoneses.

Antes de continuar, usted estará preguntándose: ¿quiénes son los japoneses? A principios de los años 60 del siglo anterior, en la deshabitada isla filipina de Agassi, alguien topó con dos soldados nipones que se habían ocultado en la jungla esperando el momento de volver a la línea de fuego y continuar la lucha contra Estados Unidos. Aún conservaban sus ropas militares y sus armas de combate, pero no sabían que la Segunda Guerra Mundial había terminado hacía ya mucho tiempo. Ahora, en la UNAM, el ingenio popular ha dado el mote de "japoneses" a los miembros del Consejo General de Huelga (CGH) que aún mantienen bajo su control un importante número de instalaciones de la máxima casa de estudios, pero no se han enterado de que esa huelga, iniciada el 20 de abril de 1999 y cancelada por la policía el 6 de febrero de 2000, terminó hace más de tres años.

Durante la manifestación del 12 de abril pasado, los japoneses del CGH desfilaron desde el Zócalo hasta la glorieta del Angel en Reforma y al llegar a la embajada de Bush comenzaron a lanzar piedras contra los granaderos para que éstos arremetieran contra la multitud. Lo extraño del caso es que cuando los militantes del FZLN y los campesinos de Atenco se retiraban pacíficamente -después de neutralizar a los provocadores-, los servicios de "inteligencia" de Marcelo Ebrard, infiltrados por Raymundo Collins, subsecretario de Seguridad Pública del DF, ordenaron a los granaderos que detuvieran con violencia ejemplarizante no a los provocadores, que ya se habían ido por supuesto, sino, oh paradoja, a los campesinos de Atenco y a los militantes del FZLN.

La simple lectura de esta secuencia arroja una luz de sospecha sobre Raymundo Collins y Marcelo Ebrard, quienes le crearon así un pequeño problema político a López Obrador. Torpe en el manejo de situaciones como ésta, el dúo tiránico presenta signos y síntomas de demofobia, palabra que en griego significa "miedo al pueblo". Esta enfermedad, incompatible con el cargo que ambos funcionarios ostentan dentro de un gobierno democrático, se hizo visible el año pasado cuando México jugó su último partido durante la copa del mundo de Japón-Corea. Atemorizados por la posibilidad de que cientos de miles de chovinistas se congregaran en la glorieta del Angel para celebrar el posible triunfo del equipo dirigido por el Vasco Aguirre, Ebrard y Collins enviaron un ejército de policías antimotines para "vigilar" a los aficionados. Cuando la gente llegó a ese lugar, creyó que se hallaba en el Santiago de Chile ocupado por las fuerzas criminales de Pinochet.

Pito Pérez en la cárcel



De estas y otras cosas se hablaba ayer por la tarde en las bien sombreadas mesas del café-bar Altazor, un agradable refugio de bohemios y tertuliantes que abre sus puertas la mayor parte del día y de la noche en la bellísima Plazuela Machado del puerto viejo de Mazatlán. Por la clientela que lo frecuenta -artistas, políticos, periodistas, gente del toro y demás rarezas entrañables-, el sitio me recuerda al café Nuevo Brasil, de Monterrey, y a la no menos célebre cantina El Imperio de los Sentidos, del pueblo de Tecamacharco.

Flanqueada por hermosas edificaciones del siglo XIX, tras las cuales se oculta el teatro Angela Peralta -que ostenta con orgullo el nombre de la mítica soprano que murió en Mazatlán, víctima del cólera, cuando se disponía a ofrecer un concierto-, con todo y sus esbeltas palmeras, sus brillantes laureles de la India, sus frondosas amatas y sus otros árboles cuyo nombre nadie me supo decir, la Machado resiente desde hace varias semanas la ausencia de uno de sus personajes de planta.

Me refiero al pintor, arqueólogo y arquitecto paisajista Roberto Pérez Rubio, mejor conocido como Pito Pérez, a quien un enredo de abogados mantiene preso en la cárcel local, porque un juez le impuso una fianza de un millón 300 mil pesos que el hombre desde luego no tiene. Acompañado por uno de sus amigos, acudí el jueves a media mañana a visitarlo en el Centro de Readaptación Social, donde, expresión de los rasgos socioeconómicos de Sinaloa, abundan hombres y muchachos con tatuajes negros en forma de lágrimas sobre los pómulos. Cada "lágrima", en el lenguaje visual de la entidad, representa un homicidio orgullosamente cometido o, quizá, un signo de expiación, en todo caso un dato que no registró Arturo Pérez Reverte en su mala novela titulada La reina del sur.

Pero en la charla con el maestro Pérez Rubio no abordamos tales asuntos. Fue más bien una conversación gozosa. Nacido en 1936, recordó sus peripecias juveniles por la costa de California, cerca de la ciudad de Los Angeles, donde trabó contacto con Henry Miller, y más tarde en San Francisco, donde trató a Ferlinghetti y a otros poetas beats, antes de trasladarse a Nueva York, donde comprendió que lo suyo era el mester de la pintura, que sigue ejerciendo en telas de gran formato con propuestas geométricas y singulares tratamientos del problema del color. ¿Cómo es posible que alguien como él esté en la cárcel? Bueno, sucede que hace ocho años, una persona lo contrató para que remodelara el jardín de su casa. La tarea le llevó 14 meses, al cabo de los cuales el cliente se negó a pagarle. Por consejo de un abogado, el maestro demandó y luego de tres años de alegato ganó el juicio. Su apoderado legal no sólo cobró el adeudo sino que se quedó con la casa entera y procedió a venderla a espaldas de él.

Los perjudicados reaccionaron pronto, acusando a Pito Pérez, no a sus representantes jurídicos. Y una mañana del pasado mes de marzo, cuando el maestro salió de su taller, a la vuelta de la Machado, "para ir a comprar La Jornada frente al palacio municipal", fue detenido por la policía y encerrado por "fraude procesal" y "despojo". Pese a la solidaridad de los artistas locales, que han escrito al gobernador, Juan S. Millán, exigiendo su liberación inmediata, el pintor continúa tras las rejas. "Todo es incoherente", dice. "Si hubo fraude procesal, o sea, cosas chuecas en el juicio, no me deben culpar a mí sino al juez que dictó esa sentencia. Y tampoco han involucrado a mis ex abogados, que se pusieron de acuerdo con ese juez. Yo estoy aquí pagando un supuesto delito que no me pueden comprobar y me están usando para salvar a otros. Pero tengo confianza en que todo se aclare pronto, y mientras tanto aquí estoy, dibujando y escribiendo, echándole ganas para no quebrarme, y muy arropado por mis amigos que me vienen a ver todos los días."

Día Mundial del Libro



Con ganas de ponerse a la altura de las grandes capitales de la Tierra, Mazatlán también conmemoró, el pasado miércoles, el Día Mundial del Libro. Don Ricardo Urquijo, presidente del patronato que ha sacado a flote el teatro Angela Peralta, organizó al respecto un maratón de lectura que empezó a las diez de la mañana y concluyó a las cuatro de la tarde. Durante ese lapso, y bajo el rayo implacable del sol del Pacífico, 24 personas leyeron, 15 minutos cada una, páginas propias o de los autores de su predilección, y a la postre resultó que el escritor más invocado fue Julio Cortázar, seguido de Pablo Neruda, Antonio Machado y Jaime Sabines, que alternaron con la poeta local Julieta Montero, en tanto que Alejandro Calvillo, ex dirigente de la sección mexicana de Greenpeace, divulgó una entrevista con un granjero canadiense que denuncia el atraco perpetrado por la multinacional Monsanto con el registro legal de semillas transgénicas patentadas en perjuicio de los campesinos del mundo, caso terrible que ha comenzado a hacer estragos aquí en México, en los estados de Puebla y Oaxaca.

Pero de vuelta a la tertulia del Altazor, que dirige el promotor cultural Héctor Mendieta, la plática sobre los japoneses del CGH salió a colación cuando alguien leyó, en El Correo Ilustrado de La Jornada de ayer, la convocatoria de diversas organizaciones a una manifestación en el DF "contra la represión" en México. Pese al temario aparentemente nacional de esta marcha, observó alguien, los organizadores olvidaron mencionar la brutalidad de la policía de Morelos contra los campesinos del municipio de Temoac, que fueron golpeados, robados y encarcelados con saña y prepotencia, o la renovada persecución del gobierno de Oaxaca contra los militantes del FZLN.

Mientras tanto, el ex adversario y ahora ex aliado de López Obrador, el neomadracista Humberto Mayans Canabal, está por su parte arrasando con lo que queda del PRD en Tabasco, obsesionado por convertirse en gobernador de aquella entidad, para lo cual arremete contra todo lo que se mueve.

Pobre país. Ah, pero si México fuera como la Plazuela Machado de Mazatlán, otro mundo, sin duda, sería posible.

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