Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 25 de abril de 2003
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Cultura
José Cueli

La guerra y los poetas

Sigmund Freud decía que para entender la complejidad del alma humana había que acercarse a los poetas. Uno de ellos, el poeta judío-alemán Yehuda Amijai llegó a Palestina antes del Holocausto. Se alistó como voluntario en la Brigada Inglesa durante la Segunda Guerra Mundial y después fue soldado del Palmaj, durante la guerra que dio origen al Estado de Israel. El hallazgo fortuito de una antología de poesía inglesa y sus vivencias de la guerra lo convirtieron en poeta. Todo el horror y la soledad de aquellos días está en sus poemas. Las composiciones dedicadas a su compañero de armas, Dicky, que logró burlar un bloqueo para ver a su hija recién nacida y había muerto al día siguiente en una cruenta escaramuza.

En ese campo de batalla, ''la lluvia cae sobre el rostro de mis compañeros;/ sobre el rostro de mis compañeros vivos que/ se cubren la cabeza con una manta,/ y sobre el rostro de mis compañeros muertos que/ ya no se cubren". En su poema Qué he aprendido de las guerras expresa, entre otras cosas: ''Pero sobre todo he aprendido el arte del camuflaje,/ no destacar, que no me reconozcan,/ que no distingan entre mí y lo que me rodea,/ ni siquiera entre mí y mi amor,/ que crean que soy un matorral o una oveja,/ que soy un árbol, la sombra de un árbol,/ que soy una duda, la sombra de una duda,/ que soy un tabique vivo, una piedra muerta,/ una casa, la esquina de una casa".

La poesía de Amijai, en muchos sentidos, es una denuncia contra la guerra; pero por desgracia su arte del camuflaje no fue de mucha utilidad en Bagdad. Las bombas inteligentes y los misiles Patriot han dejado demasiadas muertes y mutilaciones entre la población civil de Irak, como lo fue la de nuestro poeta Octavio Paz, quien en 1957 escribió en Piedra de Sol unas palabras que alguien debiera transmitirle a Bush: ''... nunca somos/ a solas sino vértigo y vacío,/ muecas en el espejo, horror y vómito". Nada sabe Bush de esa idea antigua que Machado llamaba ''la esencial heterogeneidad del ser". Si alguna vez hubiera escuchado la palabra otredad, no hubiera permitido la destrucción del Museo Arqueológico y de la Biblioteca Nacional de Bagdad. Por estos hechos las tropas estadunidenses serán recordadas en el futuro como la rencarnación del Eróstrato, aquel oscuro personaje que para inmortalizar su nombre incendió, en el año 356 aC, el famoso templo de Artemisa en Efeso, una de las siete maravillas del mundo antiguo.

Bush nos está dejando un planeta ''podrido y maloliente" porque no lee poesía, no lee a Octavio Paz:

''La vida no es de nadie, todos somos/ la vida -pan de sol para los otros,/ los otros todos que nosotros somos-/ para que pueda ser he de ser otro,/ salir de mí, buscarme entre los otros,/ los otros que no son si yo no existo,/ los otros que me dan plena existencia."

A Alí Ismael Abbas, huérfano iraquí de 12 años, que en un hospital de Kuwait pide que le devuelvan sus brazos

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