Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 14 de abril de 2003
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Cultura
Zorro El Zapato se representó en esa zona indígena

En Oventic, voces por el arte, la vida y la paz

Niños de Francia y Chiapas se unen fraternalmente

JAVIER MOLINA

San Cristobal de Las Casas, Chis., 12 de abril. Los niños franceses del grupo de teatro Tamèrantong llegaron a encontrarse con los niños indígenas de Chiapas el jueves 10 de abril, aniversario luctuoso de Emiliano Zapata. Fue el final de un viaje que comenzó en París, en los inicios del mes que calificara Eliot de "el más cruel".

La obra que presentan -Zorro El Zapato- se estrenó en París en junio de 1999. En 2001 la representaron para saludar la marcha de la dignidad indígena. Ahora llegaron a presentar su espectáculo en su entorno natural, ante los niños que viven en la comunidad de Oventic; ante los niños que ellos interpretan en el escenario. Un encuentro, los vasos comunicantes. Todos son uno en la lucha por la paz, la libertad, la justicia. Cantan, juegan, bailan, en la escena y en el campo.

Uno llega de San Cristóbal a San Juan Chamula, de ahí a San Andrés Larráinzar (el lugar de los acuerdos) y, adelantito, está el Aguascalientes de Oventic. El auto camina con pasos de niebla. La entrada es el principio de una colina, la mirada desciende lentamente hasta llegar al escenario donde se presenta la historia del hombre de bigotes morenos y mirada sombría que habitaba en la montaña. Los asistentes (unos 2 mil) están maravillados ante un teatro que los representa a ellos, en frañol, pero también en el idioma de los mayas. Acaso recursos de Artaud (el teatro y su doble), de Brecht (el distanciamiento), la comedia del arte, el buen humor, la pantomima, la voz personal y la voz del coro. Puertas al campo. En la escena una iglesia, un caballo, el sol y la luna.

Impresiona el potente sonido, el de la música tecno, o el que es igualito (cuando hay un duelo de espadas) al de una película de aventuras. No hay demasiadas risas; hay asombro, hay seriedad, hay atención, muchísima atención. Uno podría traducir en las miradas: mira cómo le hacen. Claro que los indígenas tienen, ancestral, su propio teatro, por ello impresiona constatar que un arte que viene de lejos se acerca y logra el encuentro.

El origen artístico de Tamèrantong -afirman sus hacedores- es inseparable de la acción social y cultural. Por eso se presentaron en este lugar y en este día, un día de mal tiempo en Oventic. ''Pero el mal tiempo -me dijo un habitante de la comunidad- es bueno, es bueno para las plantitas, es bueno para las frutitas.'' Lo que está más lejos está con nosotros, estuvimos un día en el campo, en la neblina, en la llovizna, con el calor de la gente. Se logró, una vez más, en encuentro del sueño con la realidad, del arte con la vida.

Por si fuera poco, el grupo de teatro francés todavía participó (cantando, bailando, lanzando consignas a ritmo de rap) en el escenario instalado en el parque central de esta ciudad. Cantó primero una canción que previamente había entonado el Coro de Acteal (con cuyos integrantes se abrazaron), y luego las canciones referentes a la guerra y a la paz de la obra Zorro El Zapato. Participó en la manifestación mundial por la paz, que también se llevó a cabo aquí, en San Cristóbal.

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