Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 4 de abril de 2003
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Espectáculos

Leonardo García Tsao

Sirkunvolución

Lejos del cielo es el cuarto largometraje del cineasta estadunidense Todd Haynes y el primero estrenado en nuestra cartelera. Por suerte, he podido ver sus anteriores trabajos en festivales y comprobar una coherencia temática, a pesar de que en apariencia se trata de películas muy diferentes.

Su primer mediometraje, Superstar: The Karen Carpenter story (1987) es de hecho el antecedente de Lejos del cielo. Utilizando muñecas Barbie como intérpretes, Haynes relataba la autodestructiva vida de la cantante titular sin el menor asomo de burla o sorna. El realizador utilizaba la connotación ideológica de esas muñecas para documentar esa vida en apariencia perfecta, pero corroída por dentro. (La película ha sido prohibida por una demanda de Richard Carpenter, el hermano sobreviviente del famoso dúo.)

En forma similar, Lejos del cielo es una recreación sincera del melodrama de los años 50, en concreto, un homenaje a Douglas Sirk, su mejor artífice. Según resulta evidente desde el título, la película alude directamente a Lo que el cielo nos da (1955), la sensible historia de una viuda enamorada de su jardinero que, a su vez, inspiró a Fassbinder -otro exégeta gay de Sirk- a dirigir El miedo devora las almas (1973). Sin embargo, Haynes no actualiza el argumento melodramático, sino que lo instala en la época y en el estilo de su fuente de inspiración.

En el Connecticut de 1957, la familia Whitaker es un modelo de perfección suburbana. El padre, Frank (Dennis Quaid), ha sobresalido como ejecutivo de una fábrica de televisores; su esposa Cathy (Julianne Moore) es admirada por la elegancia con la que ha llevado su hogar y familia; los hijos -niño y niña, claro- parecen salidos de una serie televisiva de entonces. Pero esa felicidad es superficial. Una llamada telefónica desde la estación de policía revela que no todo es perfecto en la casa Whitaker. Al parecer, Frank tiene un problema con la bebida; pero pronto se descubre la razón de su incipiente alcoholismo: ser un homosexual de clóset. Al mismo tiempo, Cathy acepta la amistad de Raymond (Dennis Haybert), el hombre negro que ha heredado el trabajo de jardinero de su fallecido padre. Encontrar consuelo en su compañía provoca un escándalo en un pueblo donde los negros son segregados a labores de servidumbre.

Lo previsible hubiera sido que Haynes adoptara una perspectiva irónica para recrear ese mundo tan artificial. Es decir, una especie de malicia a lo John Waters para burlarse de las convenciones -sociales y genéricas- del pasado. Lo meritorio de Lejos del cielo es la manera en que trasciende el pastiche para volverse un melodrama por derecho propio y, a la vez, una perspicaz reflexión sobre la obra de Sirk y su vigencia actual en una realidad gringa que ha retrocedido a un clima de macartismo intolerante. La película funciona como una hipótesis de lo que hubiera sido una realización de entonces, dispuesta a abordar temas tan escabrosos como eran la homosexualidad y la discriminación racial.

Como ejercicio de estilo es impecable. La fotografía de Edward Lachman reproduce los colores saturados del Technicolor, el diseño de producción de Mark Friedberg recupera ese tono de imposible exquisitez retro; la partitura de Elmer Bernstein -el único colaborador que realmente perteneció a esa época- apoya cada instancia dramática con tiernos acordes románticos, y los espléndidos actores logran imitar el tieso naturalismo de figuras como Jane Wyman y Rock Hudson, y al mismo tiempo hacer verosímiles sus personajes sin caer en la exageración. (En particular es notable cómo Haysbert alude al negro refinado y amable que encontró su paradigma en Sidney Poitier, y a la vez sugiere un dejo de rencor social detrás de la sonrisa fácil.)

El verdadero reto de Hayne fue evitar el homenaje meramente mimético del cineasta cinéfilo (véase la filmografía de Lawrence Kasdan, por ejemplo) y conseguir emociones genuinas. Lo conmovedor de Lejos del cielo es el retrato de una mujer sojuzgada por el entorno social. Atrapada en su jaula de crinolina, Cathy acaba siendo la única víctima de la historia pues, según se plantea, hay una salida para el negro discriminado o el gay clandestino a la que ella no tiene acceso. Este es un melodrama femenino en su expresión más inteligente.

 

LEJOS DEL CIELO

(Far From Heaven)

D y G: Todd Haynes/ F. en C: Edward Lachman/ M: Elmer Bernstein/ Ed: James Lyons/ I: Julianne Moore, Dennis Quaid, Dennis Haysbert, Patricia Clarkson, Viola Davis/ P: TF1 International - Vulcan Productions. EU - Francia, 2002.

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