Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 4 de abril de 2003
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Política

Silvia Gómez Tagle

ƑDaño colateral, o genocidio?

La erosión que están sufriendo el ideal universalista de la democracia y los derechos humanos en los que se fundamenta pone en riesgo el futuro de la humanidad. No se puede aceptar bajo ninguna lógica que Estados Unidos haya invadido Afganistán en 2001, con el argumento de la tutela de humanidad, de la civilización y de los derechos humanos, porque a fin de cuentas no hay ningún ataque más grave y generalizado en contra de la población civil que la guerra. Hoy vemos las imágenes de la población civil masacrada en Irak, mujeres, niños, hombres indefensos, sus hogares y forma de vida destruidos, en peligro de sufrir hambre y enfermedades. ƑCómo puede la nación más poderosa del planeta justificar esa atrocidad en nombre de la democracia?

En los años 80 se pensaba que la paz mundial estable descansaba en la proliferación de los estados democráticos en el mundo. Pero a pesar de que "la democracia política" se ha popularizado en muchos países, con frecuencia se ha producido tal perversión que ésta ya no se sustenta en una sólida ciudadanía, ni en el respeto de los derechos humanos fundamentales, entre los que se incluye el de la información.

Hoy el poder político se puede construir con base en la manipulación de los medios de comunicación y la propaganda, como producto de una alianza entre los intereses económicos y los políticos. La creación mediática de los líderes políticos ha permitido que los grandes capitales adquieran una capacidad de influencia insospechada, sustituyendo a los partidos políticos, mientras que los dirigentes venden su imagen en campañas publi/itarias similares a las de los detergentes, los automóviles o cualquier otro producto.

En este contexto, el valor del pluralismo político, como forma de lograr equilibrios y atemperar los excesos de los poderosos, se aprecia hoy que vivimos un mundo unipolar, en que Estados Unidos es la única gran potencia económica y, sobre todo, militar. La caída del Muro de Berlín y el derrumbe material e ideológico del socialismo real no han traído consigo el fortalecimiento de la democracia, sino su empobrecimiento, porque cada vez es más evidente que las decisiones que "tienen efectos en todas las esquinas del globo carecen de control o legitimidad democrática. El mundo de los poderes globales parece oscilar entre la oligarquía y el Estado naturaleza", escribía recientemente Miquelangelo Bovero ("Globalización, democracia y derechos", Este País, núm. 138, pp. 2-9).

La existencia del bloque socialista, a pesar de la evidente ausencia de democracia en los países que lo conformaban, permitía una suerte de equilibrio de poderes a escala mundial que frenó por muchos años (en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial) la ambición ilimitada de Estados Unidos. En ausencia de contrapesos, hoy la amenaza mundial proviene precisamente de este país, son ellos quienes atropellan los más elementales principios del derecho internacional y violan los derechos humanos en forma masiva, al atacar indiscriminadamente a una población civil indefensa.

Los gobernantes de ese país han confiscado el derecho de los ciudadanos a decidir, inclusive el derecho a la información y a la libre expresión. Desde los atentados terroristas del 11 de septiembre los estadunidenses han visto disminuidos los derechos ciudadanos fundamentales para el funcionamiento de un sistema democrático, y cada vez hay mayor censura sobre los medios de comunicación, al punto de que han perdido total credibilidad cadenas de televisión especializadas en noticias y hasta en programas "culturales". History Channel transmite series de propaganda ideológica contra los musulmanes en el más puro estilo fascista.

Bovero, en el texto antes citado, se pregunta: "ƑEs lícito defenderse del terrorismo con los bombardeos? ƑResulta sensato reaccionar con la guerra a los atentados terroristas para prevenir otros? ƑAcaso no estamos creando las mejores condiciones para las organizaciones terroristas -actualmente ramificadas en todo el globo- que intentan conquistar el consenso de nuevas masas para su causa?" A estas alturas quedan muchas dudas de que George W. Bush tenga realmente el interés de combatir el terrorismo; en cambio, sí es muy claro el vínculo entre los intereses económicos que favorecen estas "guerras santas" y la Casa Blanca. Inclusive, merece una reflexión el hecho de que los atentados del 11 de septiembre han sido altamente funcionales para un presidente con muy poca legitimidad de origen (cuyo triunfo fue producto de un fraude electoral), pues le han permitido apelar al nacionalismo de la población estadunidense, fortalecer su control sobre el Congreso, cancelar la libertad de prensa y de expresión en su país, distraer a la opinión pública sobre la recesión económica en ciernes y, a pesar de todo, obtener presupuestos extraordinarios para la industria bélica, de cuyos intereses participan él y su familia. Por eso George W. Bush justifica la guerra como método para defender la democracia, sin importar el daño colateral que se inflija a la población civil.

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