Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 4 de abril de 2003
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Política

Horacio Labastida

ƑPerderá USA en Irak?

A pesar de la gigantesca capacidad guerrera del ejército estadunidense y sus acólitos ingleses, no pocos especialistas dudan de que puedan vencer a Irak y su pueblo. Al respecto, traen a la memoria dos experiencias que exhiben las debilidades de los superacorazados y submarinos, así como de los supertanques junto con los superaviones y milicias dotadas de supercañones, cuando todos estos faraónicos instrumentos de destrucción se enfrentan a masas agredidas que toman conciencia de la situación que las orilla al abismo de la esclavitud y, acosadas por los agresores, deciden defender la integridad de su cultura y de su patria holladas por bandas aparentemente aplastantes.

En las batallas que se libraron en la península coreana hacia 1950, luego de que el comandante Douglas MacArthur con todo el poderío estadunidense rechazó a los norcoreanos y llegó a la frontera china, el campo de batalla adquirió nuevos perfiles en el momento en que Mao Tse-Tung ordenó a sus tropas combatir a los invasores -en este caso autorizados por Naciones Unidas-, calificándolos de tigres de papel, al día siguiente en que MacArthur amenazaba con descargar bombas atómicas sobre la patria de Confucio. Se trata, aseveró Mao, de rugidos angustiados que se repiten cada vez que Goliat intenta aterrorizar a David, en los términos registrados en la impresionante leyenda religiosa del Antiguo Testamento.

Los resultados de la guerra coreana son bien conocidos. Las guerrillas golpearon severamente a las falanges macarthurianas, organizadas al lado de los chinos; las divisiones occidentales retrocedieron hasta el paralelo 38 y más allá, hacia el sur, en otros puntos cruciales del extendido frente guerrero. Ni los chinos ni las guerrillas disponían de una capacidad de fuego comparable a la del enemigo, y a pesar de esto sus decisivas victorias obligaron al armisticio de 1953 con el presidente Dwight Eisenhower (1953-1961), sucesor de Harry S. Truman (1945-1949), autor éste por cierto de la llamada doctrina Truman (1947), en la que se declaró que el Tío Sam apoyaría a toda nación libre que se resistiera a ser subyugada por minorías armadas o por presiones externas, tesis cínicamente olvidada por la alta burocracia de la Casa Blanca al ordenar la invasión que busca oprimir y explotar al Oriente cercano. Por muy sabido, el fracaso de Nixon en Vietnam no demandó mayores explicaciones.

Pero volvamos al tema que se manejó en reciente discusión entre universitarios. El pregonado éxito de las tropas estadunidenses fue puesto en duda al señalarse con claridad las contradicciones y grandes intereses que rodean el ataque a Mesopotamia. No será fácil impedir, se reconoció, que los estadunidenses tomen Bagdad y las principales ciudades iraquíes, en vista de la indudable superioridad técnica naval, aérea y de infantería de los asaltantes, posibilidad admitida por numerosos críticos de los planes de George W. Bush y sus allegados, acentuando tales críticos que en el momento en que esta ocupación ocurra arrancará la verdadera contienda, al entrar al escenario guerrillas animadas por el pueblo iraquí y otros eficaces sectores involucrados.

En nuestros días predomina la convicción generalizada de que Washington tiene en lo fundamental el propósito de hacerse de la riqueza petrolera iraquí, y en Europa y Asia saben muy bien que el grupo que maneje los hidrocarburos, más impactantes que las bombas atómicas, tendría en sus manos el mando supremo en un mundo que depende, para subsistir y crecer, del oro negro. Y estos son los sentimientos que generan las tensiones nodales del momento. Es claro que los grupos supercapitalistas ajenos a las multinacionales que representa el gobierno de la Casa Blanca están urgidos de frenar su dominio en Irak y el Medio Oriente, según se manifestó en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en los días en que Rusia, Alemania, Francia y China expresaron sus objeciones al proyecto militar de las elites estadunidenses. Otra importante negación dialéctica salta del patriotismo lesionado en Irak y de musulmanes y árabes que se sienten igualmente heridos y humillados por la soberbia opresora del Tío Sam. Tanto la resistencia de las nacientes guerrillas iraquíes como las abiertas declaraciones de Siria, Irán y otros países musulmanes y no musulmanes acreditan la voluntad potencial y actual de empantanar y hundir a las huestes que pretenden avasallarlos. Y otro aspecto de enorme influencia que se expresa día a día es la protesta moral y universal contra una guerra absurda y oprobiosa.

Nadie puso en duda en la mesa de debates que ahora reseñamos que las señaladas contradicciones y la dignidad ética de una humanidad que exige respeto al bien común y la purgación de las causas del mal común constituyen el élan vital de una resistencia guerrillera que empieza a poner fin al genocidio global implícito en la teoría de la "guerra preventiva" contra cualquier pueblo que sea calificado de terrorista por la nueva y arbitraria santa inquisición establecida en la capital de Estados Unidos de Norteamérica.

En los términos señalados fue expuesta la hipótesis del casi seguro fracaso estadunidense, en la reunión celebrada por maestros y alumnos universitarios el viernes de la semana pasada.

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