Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 4 de abril de 2003
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Mundo

Jenaro Villamil

Al Jazeera y el síndrome Peter Arnett

A punto de entrar las tropas anglestadounidense a Bagdad, la televisora qatarí Al Jazeera, que se ha convertido en la auténtica ''estación incómoda'' de esta guerra de exterminio contra los civiles iraquíes, anunció la suspensión de las actividades de sus corresponsales en Bagdad, a raíz de una orden de censura del gobierno de Saddam Hussein contra su corresponsal Diar al Omari.

Este nuevo capítulo contra la televisora confirma que si algo se ha convertido en subversivo para estadounidenses, británicos e iraquíes es la imagen y la información no controlada de esta guerra. Por similares razones, el veterano corresponsal de guerra Peter Arnett fue despedido de la NBC, con el argumento de que "traicionó" a Washington al concederle una entrevista a la televisora estatal iraquí. En realidad, lo que les molestó fue que Arnett expresara lo mismo que publi/ó un día después en The Daily Mirror: esta guerra no está funcionando y "los medios y políticos de derecha están buscando una oportunidad para criticar a los reporteros que están aquí, no importa su nacionalidad''.

Esa misma incomodidad por difundir imágenes que van en contra del guión y de los engaños prefabricados de esta guerra, la ha padecido Al Jazeera. Antes de que el régimen de Saddam Hussein la emprendiera contra esta televisora -en uno de sus peores errores de cálculo-, Al Jazeera ya había sido objeto del "fuego amigo" angloestadunidense: primero, la criminizalizaron por haber difundido imágenes de prisioneros de guerra de las fuerzas invasoras, así como desmentir la supuesta toma de Basora; después, el secretario estadunidense de Estado, Colin Powell, la acusó de no ser objetiva al ''magnificar'' los logros del bando iraquí; en los corredores de la Bolsa de Valores de Nueva York y del Indice Nasdaq fueron canceladas las acreditaciones de sus corresponsales, ya que sus reportes desmentían el supuesto avance de las tropas de invasión; su sitio en la internet fue ''bombardeado'' por piratas informativos que hackearon su sitio web.

Lo impresionante es que cada ataque o intento de censura contra Al Jazeera o contra cualquier otro periodista en el campo de batalla lo único que exhibe es el nerviosismo y la crisis de legitimidad de esta operación bélica. En Gran Bretaña, el Instituto Nacional de Prensa, al igual que Amnistía Internacional y Reporteros sin Fronteras, en Estados Unidos, han condenado los intentos de interferir en las coberturas periodísticas. La propia BBC, que no se ha visto particularmente crítica, fue acusada por el gobierno de Tony Blair de estar actuando como ''amiga'' del régimen iraquí. Reporteros sin Fronteras ha emitido duros comunicados en contra del bombardeo de los invasores contra la televisión iraquí, ocurridos el 25 y 26 de marzo pasados.

En entrevista con la BBC, David Dadge, del Instituto Nacional de Prensa, recordó que el caso de Al Jazeera es paradigmático, ya que no es la primera vez que recibe críticas: en la guerra contra Afganistán, Washington también la criticó por difundir las grabaciones de Osama bin Laden. ''Creemos que Al Jazeera es un medio independiente y que sus editores toman decisiones por su propia cuenta y riesgo'', subrayó Dadge. Incluso, la propia CNN ha tenido que salir en defensa de Al Jazeera después de haber reproducido los argumentos del Pentágono para justificar su decisión de no transmitir completas las imágenes de los soldados estadounidenses presos.

En realidad, cada nuevo ataque a Al Jazeera abona en su credibilidad. Y la reciente medida del gobierno iraquí le da a la cadena una fortaleza mayor. Desde antes del inicio de la guerra su audiencia había pasado de 5 a 48 millones de televidentes en el mundo árabe y ahora, tras convertirse en un punto de referencia mundial indispensable en esta guerra donde la propaganda arrogante pretende imponerse, su influencia será mucho mayor.

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